¿Por qué siempre tienes sensación de hambre? Quizá estos puntos te ayuden, al menos, a ser consciente de cuál es el origen de ese apetito insaciable.
1. Estás deshidratada. La deshidratación se disfraza muchas veces de síntomas de apetito. Parece que tienes hambre cuando realmente tu cuerpo necesita fluidos. Esta confusión se produce en el hipotálamo, la región del cerebro que regula tanto el apetito como la sed.
2. Duermes poco. Cada vez que duermes mal te despiertas con dos hormonas conspirando contra ti, ambas relacionadas con el apetito. La falta de sueño incrementa los niveles de grelina, la hormona del apetito y reduce la segregación de leptina, la hormona de la saciedad. Si has dormido mal te sientes cansada y necesitas un chute de energía para pasar el día, y no de cualquier cosa, sino de los llamados alimentos de recompensa, casi siempre ricos en azúcar, carbohidratos y sal.
3. Has comido muchos dulces. ¿No has notado que cuando te comes un donut te comerías otros cinco? Eso es porque los carbohidratos simples que suelen encontrarse en las galletas, los dulces, los pasteles, etc. te producen un pico de azúcar en sangre que te produce más hambre y aún más ganas de ese tipo de dulces.
4. Estás estresada. Si tienes un día de mucho estrés en el trabajo o si estás esperando una noticia concreta, es posible que tengas los niveles de ansiedad disparados. Cuando estás tensa produces más cortisol y adrenalina, las hormonas del estrés, y tu apetito empieza a dispararse. Además, el estrés reduce la serotonina del cerebro y te puedes sentir hambrienta aún cuando no lo estés.
5. Has bebido demasiado alcohol. Un estudio publicado en la revista Appetite asegura que es más probable que consumamos alimentos ricos en calorías después de haber bebido alcohol. La razón puede estar en que el alcohol te deshidrata, y hace que confundas el hambre con la sed .
6. Necesitas comer más proteínas. Las proteínas tienen una gran capacidad de saciar el hambre y te ayudan a aguantar más horas sin asaltar la nevera. Algunas investigaciones sugieren que las proteínas suprimen en alguna medida el apetito.
1. Estás deshidratada. La deshidratación se disfraza muchas veces de síntomas de apetito. Parece que tienes hambre cuando realmente tu cuerpo necesita fluidos. Esta confusión se produce en el hipotálamo, la región del cerebro que regula tanto el apetito como la sed.
2. Duermes poco. Cada vez que duermes mal te despiertas con dos hormonas conspirando contra ti, ambas relacionadas con el apetito. La falta de sueño incrementa los niveles de grelina, la hormona del apetito y reduce la segregación de leptina, la hormona de la saciedad. Si has dormido mal te sientes cansada y necesitas un chute de energía para pasar el día, y no de cualquier cosa, sino de los llamados alimentos de recompensa, casi siempre ricos en azúcar, carbohidratos y sal.
3. Has comido muchos dulces. ¿No has notado que cuando te comes un donut te comerías otros cinco? Eso es porque los carbohidratos simples que suelen encontrarse en las galletas, los dulces, los pasteles, etc. te producen un pico de azúcar en sangre que te produce más hambre y aún más ganas de ese tipo de dulces.
4. Estás estresada. Si tienes un día de mucho estrés en el trabajo o si estás esperando una noticia concreta, es posible que tengas los niveles de ansiedad disparados. Cuando estás tensa produces más cortisol y adrenalina, las hormonas del estrés, y tu apetito empieza a dispararse. Además, el estrés reduce la serotonina del cerebro y te puedes sentir hambrienta aún cuando no lo estés.
5. Has bebido demasiado alcohol. Un estudio publicado en la revista Appetite asegura que es más probable que consumamos alimentos ricos en calorías después de haber bebido alcohol. La razón puede estar en que el alcohol te deshidrata, y hace que confundas el hambre con la sed .
6. Necesitas comer más proteínas. Las proteínas tienen una gran capacidad de saciar el hambre y te ayudan a aguantar más horas sin asaltar la nevera. Algunas investigaciones sugieren que las proteínas suprimen en alguna medida el apetito.
7. No comes suficiente grasa. De un modo similar a las proteínas, las grasas insaturadas se relacionan con la sensación de saciedad. Hagas la dieta que hagas nunca elimines del todo las grasas sanas que puedes consumir en forma de aceite de oliva, frutos secos, aguacates o algunas semillas.
8. Te saltas comidas. Cada vez que te saltas una comida tu estómago se queda vacío demasiado tiempo, lo cual produce un incremento en la producción de grelina, una hormona que va a disparar tu apetito en la próxima comida que hagas.
9. Te sometes a continuos bombardeos de #foodporn. #Foodporn es la etiqueta que se emplea en redes sociales como Instagram o Pinterest para las fotos de comida que cuelgan tus amigos las 24 horas del día. Saturarse de imágenes de comida, por supuesto, abre el apetito . Un estudio de 2012 publicado en la revista Obesity demostró que solo mirando fotos de comida la grelina, hormona del apetito, aumentaba sus niveles.
10. Comes demasiado rápido. Si devoras la comida, aunque el estómago esté lleno no dejarás tiempo al cerebro de enviar las señales de saciedad, y seguirás comiendo aún sin hambre.
11. Consumes determinados fármacos. Algunos antidepresivos, corticoides y antihistamínicos estimulan el apetito. Revisa el prospecto de tus medicamentos por si indican ese efecto secundario.
8. Te saltas comidas. Cada vez que te saltas una comida tu estómago se queda vacío demasiado tiempo, lo cual produce un incremento en la producción de grelina, una hormona que va a disparar tu apetito en la próxima comida que hagas.
9. Te sometes a continuos bombardeos de #foodporn. #Foodporn es la etiqueta que se emplea en redes sociales como Instagram o Pinterest para las fotos de comida que cuelgan tus amigos las 24 horas del día. Saturarse de imágenes de comida, por supuesto, abre el apetito . Un estudio de 2012 publicado en la revista Obesity demostró que solo mirando fotos de comida la grelina, hormona del apetito, aumentaba sus niveles.
10. Comes demasiado rápido. Si devoras la comida, aunque el estómago esté lleno no dejarás tiempo al cerebro de enviar las señales de saciedad, y seguirás comiendo aún sin hambre.
11. Consumes determinados fármacos. Algunos antidepresivos, corticoides y antihistamínicos estimulan el apetito. Revisa el prospecto de tus medicamentos por si indican ese efecto secundario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario