La esperada comparecencia de Jordi Pujol para explicar en el Parlamento catalán los detalles de su fortuna oculta en el extranjero durante casi 34 años sirvió este viernes para bien poco. El expresidente de la Generalitat proclamó que no había sido un político “corrupto” y añadió que nunca había cobrado nada al margen de su sueldo oficial en el puesto, en lo que se antojó una rotunda negativa del cobro de comisiones por obras públicas y concesiones de contratos durante los 23 años de los Gobiernos de CiU que presidió.
Las explicaciones de Pujol decepcionaron por completo a toda la oposición, que le exigió para despejar todas las dudas documentos concretos sobre el origen de la herencia de su padre a la que atribuye su dinero escondido, su evolución y los negocios realizados por sus hijos. Pujol replicó con un tono airado, el mismo de los tiempos en que presidía la Generalitat, y a la salida de la Cámara se encaró con los periodistas que le formulaban preguntas comprometidas y con ciudadanos que le llamaban “ladrón”.
Pujol llegó solo al Parlamento catalán poco después de las dos de la tarde, dos horas antes de su comparecencia, y almorzó con la presidenta del Legislativo, la democristiana Núria de Gispert. Luego entró en la sala donde se reunía la Comisión de Asuntos Institucionales y durante treinta minutos leyó su intervención inicial, en tono pausado.
“Puedo decir rotundamente que no he sido un político corrupto. Simplemente esto. Insisto: no he recibido nunca dinero a cambio de una decisión política o administrativa”, sostuvo. Después precisó que en su etapa al frente de la Generalitat había intentado poner de acuerdo a Administraciones, particulares, y empresarios, “abrir puertas, establecer puentes, evitar conflictos, pero por este trabajo yo no he cobrado nunca, excepto de mi sueldo como presidente”.Como ya hiciese el pasado 25 de julio en el comunicado en que confesó su fortuna oculta en el extranjero, elexpresident reiteró que el origen del dinero era un legado que le dejó su padre, Florenci, cuando murió en septiembre de 1980, de quien dijo que era “un hombre rico”.
El único dato novedoso que aportó en sus explicaciones es que cuantificó el legado que recibió de su padre en el equivalente en dólares a 140 millones de pesetas (unos 841.000 euros), legado que “aumentó significativamente” con los años a causa de las tres devaluaciones que sufrió la antigua moneda. “La existencia de un dinero en el extranjero puede ser muy criticada, pero no presupone que el origen sea ilícito”, esgrimió, antes de reiterar que ese dinero no salió del erario público.
En toda su intervención, Pujol insistió en que no aspiraba a ganar dinero, sino que tenía un proyecto político para Cataluña y que fue a eso a lo que dedicó todos sus esfuerzos. “He dedicado mi vida y mis recursos” a la construcción de la nación catalana, aseveró. Fue detenido en 1960 y condenado a siete años de cárcel, un hecho que “trastocó a su padre”, añadió. Ello explica, apuntó, que Florenci Pujoldecidiese dejar el legado a Marta Ferrusola, su esposa, con la que el suegro mantenía una excelente relación y a los hijos del matrimonio. La hermana del expresidente sólo supo de tal legado cuando Pujol confesó.
Los grupos de la oposición le replicaron con un alud de preguntas concretas. Gemma Calvet, de ERC, quiso saber si Pujol tenía más cuentas en el extranjero al margen de los 4,8 millones en Andorra que descubrió la Agencia Tributaria el pasado verano —“No tengo 30 millones en Andorra”, había dicho el exmandatario—. También preguntó si la confesión de julio se debía a las “necesidades de la defensa de su hijo" Jordi Pujol Ferrusola, imputado por blanqueo de capitales y delito fiscal en la Audiencia Nacional.
Albert Rivera, de Ciutadans, insistió en ese mismo argumento. “No nos creemos el cuento, no cuela”, indicó. En términos más duros se expresó Alicia Sánchez Camacho, presidenta del PP catalán, quien inquirió si las comisiones que cobraron los Ejecutivos de CiU fueron del 3%, como dijo en su momento el socialista Pasqual Maragall cuando presidía la Generalitat; del 4%, como confesó Fèlix Millet, saqueador confeso del Palau de la Música, o del 5%, como hace unos días apuntó el exlíder de Esquerra Josep Lluis Carod Rovira, asegurando que eso le dijo años atrás un dirigente de Convergència. “Ha mentido durante 30 años a todos los catalanes”, enfatizó Camacho.Miquel Iceta, primer secretario del PSC, reclamó concreción sobre el volumen de lo defraudado por la familia Pujol Ferrusola, así como los documentos de la evolución de esos ingresos que escaparon a Hacienda. Joan Herrera, de ICV-EUiA, pidió al expresidente que “tire de la manta”, como prometió años atrás que haría, al considerar inverosímil su versión de que el origen del dinero es el legado familiar. También le preguntó si vendió acciones de Banca Catalana con información privilegiada antes de que quebrara la entidad, a finales de 1982.
David Fernández, de la CUP, criticó la “arrogancia y la soberbia” de Pujol y apuntó que no bastaba con “pedir el perdón de cortesía”, al tiempo que le recordó los Mandamientos: “No robarás y no mentirás”.
Jordi Turull, en nombre de CiU, cargó contra la oposición: “Algunos partidos han hablado desde la bilis y el estómago, mientras que nosotros hablaremos desde el dolor”. Después condenó las cuentas en el extranjero, “las tenga quien las tenga”, pero matizó: “Igual que estamos dolidos con Jordi Pujol, reconocemos y no renegamos de su proyecto político”.
El fundador de CDC volvió a tomar la palabra y respondió a todos los grupos visiblemente enojado, elevando la voz, haciendo gestos ostentosos con la mano y recriminando que le recordasen los casos de corrupción de su mandato y planteasen contra él una “causa general”, Por eso pidió que se le reconociera el gesto de acudir al Parlamento, un “deber doloroso, pero no obligatorio”. “Me he desnudado ante la opinión pública, no me lo negarán”, aseveró.
Después proclamó que la oposición había mostrado “un punto de frivolidad, de querer liarlo todo para crear una sensación de malestar y de culpabilidad dirigida particularmente contra mí y también contra Convergència”. La oposición replicó que no había contestado a ninguna pregunta e insistió en la decepción por la comparecencia.