jueves, 20 de noviembre de 2014

La guillotina es la madre de la democracia - Pablo Iglesias


Algunos pensarán que el título de esta entrada es exagerado. Les ruego que lo valoren tras ver el vídeo que pongo sobre estas líneas, en el que Pablo Iglesias Turrión ensalza la pena de muerte mediante la decapitación como “la madre de la democracia”. El vídeo lo publicó en enero del año pasado y en él afirmaba sobre la guillotina: “cuántos horrores nos habríamos evitado los españoles de haber contado a tiempo con los instrumentos de la justicia democrática”.
La dictadura jacobina perpetró más de 41.000 ejecuciones en 11 meses
Con la actitud propia de un absoluto ignorante o de un grandísimo cínico, este tipo llama “justicia democrática” a las ejecuciones en masa cometidas durante esa dictadura conocida como Reinado del Terror (1793-1794), sin duda el primer régimen totalitario de la historia, en el cual los jacobinos no sólo asesinaron a Luis XVI y a otros nobles del Antiguo Régimen, como erróneamente piensan algunos. En los 11 meses que duró esa dictadura jacobina fueron asesinadas mediante la guillotina ya sólo en París 2.639 personas, según un estudio de la Doctora Marisa Linton, de la Kingston University. Las víctimas incluían a enemigos políticos de los jacobinos, a los propios jacobinos moderados, a los críticos con Robespierre y a sacerdotes y fieles católicos. Durante ese corto periodo fueron dictadas en toda Francia 16.594 condenas a muerte, una cifra que excede con mucho al total de personas ejecutadas por la Inquisición española a lo largo de tres siglos. Esa cifra se eleva a más de 41.000 asesinados si contamos a las personas ejecutadas sin juicio alguno. Bastaba cualquier acusación sin pruebas o siquiera una sospecha para que en nombre de la libertad, te diesen muerte los verdugos a los que ensalza Pablo Iglesias, que en el vídeo no disimula su admiración por el dictador Robespierre, al que califica de “gran revolucionario”.
Una actuación totalitaria equiparable a la del comunismo o el nazismo
A esa masiva ola de asesinatos hay que añadir la más brutal persecución anticristiana después del Imperio Romano, persecución que incluyó la prohibición del culto católico, la ilegalización de todas las congregaciones religiosas -que socorrían a tantos pobres, enfermos y hambrientos-, la usurpación de los templos a manos del Estado y la instauración de un culto obligatorio a la Diosa Razón. En materia de derechos humanos, los atropellos de la Revolución Francesa y en especial del Terror jacobino sólo son equiparables con los crímenes cometidos por el comunismo y el nazismo a lo largo del siglo XX. El dictador Robespierre mandó arrestar a toda la oposición girondina, suprimió las libertades de prensa, de reunión, de expresión y de religión y suspendió toda las garantías procesales. Esto es lo que sin duda le ha granjeado las simpatías de los marxistas ya desde los tiempos de Lenin, dictador comunista al que su secuaz León Trotsky calificó de “Robespierre moscovita”, con la diferencia, claro, de que Lenin no murió como Robespierre, cuya cabeza acabó probando la guillotina que tanto defendió
¿Pablo Iglesias pretende ejecutar en masa a los partidarios del capitalismo?
Teniendo en cuenta lo anterior, no extraña comprobar que dos semanas antes de publicar ese vídeo, Pablo Iglesias escribía lo siguiente desde las páginas del diario ultraizquierdista Público:
“Decía Robespierre que no hay que probar que el Rey haya cometido ningún delito; su mera existencia es en sí misma un crimen. Si algo está demostrando la llamada crisis financiera internacional es que lo que valía para el Rey en los tiempos de la Revolución francesa, vale hoy para el capitalismo.”
A la vista de esta cita, se hace pertinente añadir otra pregunta más a la que pongo en el título de esta entrada: ¿pretende Pablo Iglesias ejecutar en masa a los que somos partidarios del capitalismo, acaso? Lo pregunto porque este energúmeno hace apología de la eliminación física de los que no son de su agrado con la misma ligereza que si estuviese proponiendo una subida de impuestos. ¿Qué pasaría si alguien dijese algo así contra el poder establecido en un régimen como el que él preconiza? Recordemos que por el mero hecho de hacer apología de la monarquía, en la Segunda República podías acabar en la cárcel en virtud de la Ley de Defensa de la República. ¿A cuento de qué le tenemos que soportar a ese fanático no ya la apología de la República, que es algo legítimo, sino la apología de ese instrumento de terror que era la guillotina?
Pide “castigar a los opresores” y después apoya a la dictadura cubana
Lo más paradójico del vídeo es escuchar a Pablo Iglesias citando estas palabras de su admirado Robespierre: “castigar a los opresores es clemencia, perdonarlos es barbarie”. Como bien recordaréis, pues lo publiqué aquí hace dos semanas, unos meses después de soltar esa cita, Pablo Iglesias se deshacía en piropos hacia la dictadura castrista, a la que decía tener como “referencia”. En España, por muchos defectos que tenga, lo que tenemos es una monarquía parlamentaria: una democracia. Sin embargo, la Cuba que tanto admira el líder de Podemos es una dictadura pura y dura, igual que lo era el Terror jacobino cuyos métodos de ejecución pide recuperar en pleno siglo XXI. Pero para colmo de burla a los españoles, este tipo adjetiva como “democrático” su afán por instaurar una tiranía brutal. Totalitarios como él, que sueltan en público declaraciones propias de un psicópata, deberían estar vetados a la hora de convocar elecciones, aunque sólo fuese por un principio tan elemental como es que la democracia tiene derecho a defenderse de quienes la quieren reducir a escombros.

¿Para qué servían los cinturones de castidad? No para lo que imagináis…

En mi infancia, un libro traído a casa por mi madre causó gran sensación entre grandes y pequeños. Se trataba del fabuloso Eva en Camisón, del autor mexicano Marco Aurelio Almazán, un ácido comentador de todo y para todos que en aquel tomo revisaba de manera muy divertida su relación con las mujeres. Uno de los capítulos que mejor recuerdo tenía como título “El Cinturón de Castidad”, que relataba las medidas que un caballero medieval tomaba antes de partir a las cruzadas, para evitar que su mujer le regalara un adorno cornamental en la testa de los que ya nunca se pueden quitar. Según recuerdo, el valiente hidalgo se partía la crisma contra los moros confiado en que el aditamento de hierro cerrado a cal y canto guardaba las virtudes de su santa esposa para cuando el volviera. Y volver, volvió. Pero resulta que durante el accidentado viaje de vuelta, había perdido la llave que abría las puertas del paraíso y, cuando frente a su mujer se afanó por buscar una solución al acertijo tecnológico que él mismo había instalado, ella lo sacó de su desesperación con un simple comentario: -Querido, hay un guardia en el muro oeste que lo puede abrir en menos de un minuto…
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Esa es la idea con la que me quedé en la cabeza, que el cinturón de castidad era un invento de aquellos caballeros medievales que siguieron la llamada para rescatar Tierra Santa de los infieles, y para que sus doncellas no les fueran ídem, recurrían a esos armatostes de complejas cerraduras. Esa es la idea también de la mayoría de personas a las que he preguntado, y de otras que no conozco, pero que han escrito al respecto: era un invento de los cruzados para evitar la infidelidad. Pero hete aquí que hace unos meses, mientras leía un libro sobre Saladino, me acordé del cinturón de castidad, y me entró curiosidad por saber a quién se le había ocurrido tan inoperante invento, y me encontré con una sorpresa. Según parece, nunca, ningún caballero cruzado instaló un sistema de seguridad en la entrepierna de su esposa, probablemente porque ni siquiera conocían el aparato en cuestión. En todo caso, y aún creyendo que fuesen funcionales y realmente evitaran los escarceos extramatrimoniales, a juzgar por los diseños existentes y sus materiales, las pobres portadoras terminarían muriendo de alguna llaga infectada. Y todo esto suponiendo que alguna mujer aceptara llevarlo como muestra de fidelidad a su sacrificado esposo. No me lo trago.
La primera aparición en la historia de un cinturón de castidad, no ocurre sino hasta el siglo XV, esto es, al menos cien años después de la última cruzada. En 1405, Konrad Kyeser publicó un libro sobre tecnología militar, donde describe e ilustra catapultas, ballestas, arietes, instrumentos de tortura y, sin saber por qué, incluye el diseño de un cinturón de castidad, el primero del que tenemos Cinturón de castidad en el libro Bellifortisnoticia. El dibujo está acompañado por comentarios que más que técnicos parecen sardónicos: “Estos son los calzones de hierro cerrados por el frente que llevan las mujeres florentinas. Candados en las criaturas de cuatro patas, calzones en las mujeres de Florencia. Una broma que enlaza esta preciosa serie; se la recomiendo a la noble y obediente juventud.” Es muy difícil descifrar el verdadero significado de estas frases, pero según los historiadores expertos en el tema, se trata de una simple Palacio del Dogoinsinuación al hecho de que las mujeres de esa ciudad no aceptaban tan fácilmente las insinuaciones de un soldado. En todo caso, no existe ninguna evidencia fehaciente de que los artefactos existieran en aquella época. Ahora bien, en el Palacio del Dogo, en Venecia, hay expuesto un cinturón de castidad supuestamente utilizado por la esposa de Francesco di Carrara II, pero los historiadores dudan que sea legítimo, y el museo no ha permitido que se le hagan pruebas. Otras instituciones han retirado de sus vitrinas otros ejemplos que sin han sido analizados, pero que han resultado ser de fechas posteriores a las originalmente creídas. Entonces, ¿Cuándo aparecieron realmente?
A pesar de que desde el Renacimiento se hacía mención a ellos en relatos y poesías, los primeros cinturones aparecieron en la primera mitad del siglo XIX, y no precisamente para evitar las relaciones sexuales entre dos personas. Los dos objetivos en mente de los usuarios y de aquellos que les obligaban a llevarlos, era evitar la masturbación, y proteger a las mujeres de intentos de violación cuando estas comenzaron a acudir a lugares de trabajo, especialmente en las fábricas donde los obreros no eran lo que podríamos considerar caballeros. Y no es de extrañar, si la Era Victoriana se distinguió por algo, es por su mojigatería. Además, desde comienzos del siglo XIX y hasta bien entrado el XX, la medicina occidental consideraba la práctica como dañina para la salud. En el caso de las mujeres que lo llevaban como protección, no sabemos si cumplía efectivamente su función, pero seguramente al menos les hacía sentirse más seguras. En todo caso, debido a su incomodidad, no podía llevarse puesto por mucho tiempo, y eso que los modelos de la época llevaban protecciones acolchonadas.
Alguno me reprochará el haberle destruido uno de los mitos más divertidos de la Edad Media, a mí mismo me ha resultado un palo, pero la historia es lo que es, y es nuestro deber separar la verdad de la leyenda, dentro de nuestras posibilidades. Aún así, creo que la imagen del caballero luchando con las ganzúas para abrirse camino hacia el pubis de su princesa, permanecerá en mi mente para siempre. Hay cosas que a veces es mejor no borrar, aunque sean fantasiosas, o precisamente por ello.

'Autopsia virtual' de Tutankamón revela sorpresas del faraón de Egipto



(CNN) — Los restos momificados de Tutankamón tan solo cuentan una parte de la historia del joven rey del antiguo Egipto que murió en misteriosas circunstancias.
Pero una nueva "autopsia virtual" del cuerpo del rey, sobre la que trata un nuevo documental de BBC One, ha dado a los historiadores una idea mucho más clara sobre la vida y la muerte de este histórico personaje.

Los científicos utilizaron tomografías axiales computarizadas para recrear la primera imagen de tamaño real de Tutankamón, uno de los últimos gobernantes de la décimo octava dinastía. El rey Tut gobernó entre el 1333 a. C. hasta el 1323 a. C.
Una investigación publicada en el Journal of the American Medical Association en 2010 mostró que el rey Tutankamón pudo haber muerto de malaria, posiblemente después de sufrir una infección luego de una fractura en la pierna. Como se ve en la nueva foto de la autopsia virtual, el pie izquierdo lo tenía torcido como un palo de golf, una deformación conocida como pie equinovaro. Los científicos creen que padecía la enfermedad de Kohler, una rara dolencia de los huesos.
En la tumba de Tut se encontraron más de 100 bastones, que originalmente se pensaba que simbolizaban su poder, pero ahora parece más probable que los usara para caminar.
Albert Zinck, director del Instituto de Momias y Hombres de Hielo en Italia, dijo al diario The Independent que es imposible que el rey hubiera muerto conduciendo un carro, como se pensaba antes.
"Concluimos que no le hubiera sido posible, sobre todo con su pie equinovaro, ya que le impediría permanecer de pie sin ayuda", explicó.
Los científicos creen que la mala salud de Tutankamón se debía a cuestiones genéticas y enfermedades hereditarias debido a matrimonios entre familiares.

La Duquesa de Alba fallece en casa a los 88 años tras una infección de pulmón

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La Duquesa de Alba ha fallecido en su casa de Sevilla a los 88 años de edad. El domingo pasado ingresaba en la UCI del hospital Sagrado Corazón de Sevilla después de sufrir una gastroenteritis que derivó en una infección de pulmón. Una complicación en su delicado estado de salud que ha mantenido tanto a su marido, Alfonso Díez, como a sus hijos pendientes de ella en todo momento. Tras la complicación en su salud, sus hijos y los médicos tomaron la decisión conjunta de trasladar a Cayertana a su Palacio de Dueñas, donde finalmente ha fallecido.
Sus hijos se desplazaron hasta el Palacio de Dueñas para pasar las últimas horas con la Duquesa. Alfonso Díez y Eugenia Martínez de Irujo al salir del hospital sagrado Corazón de Sevilla reflejaro gestos de dolor y no pudieron contener las lágrimas. 
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