Si todos tuviésemos la fuerza para salir adelante como esta muchacha, sería todo más fácil. Siempre tendemos a pensar en negativo y a mirarnos a nosotros mismos.
martes, 24 de septiembre de 2013
La niña que no tiene ojos ni nariz
Si todos tuviésemos la fuerza para salir adelante como esta muchacha, sería todo más fácil. Siempre tendemos a pensar en negativo y a mirarnos a nosotros mismos.
Maniobra de Heimlich
¿Usted sabe qué es esto?
Vamos a conocer un poco mássobre esta maniobra que salva vidas.
Usted ya tuvo que haber oído hablar de un caso como este.
Recapitulando la situación:
Usted esta almorzando con un grupo de amigos...
Súbitamente, alguien se atraganta. Intenta toser, pero parece estar seriamente en
apuros.
Se levanta y queda muy agitado llevando las manos a la garganta. No consigue hablar más, pareciendo tener alguna dificuldad para respirar.
Su amigo(a) puede estar con el paso de aire bloqueado ¡ y esto puede llevarla a la asfixia en cuestión de minutos!
¿Usted sabe como podría ayudar?
La asfixia es una causa común de muerte después del atragantamiento con alimentos. Tanto en niños, ocurriendo tambien con los adultos.
Provocada por una súbita caida de la oxigenación, puede llevar a la muerte en pocos minutos si no es solucionado rápidamente. Dulces, bombones y alimentos diversos pueden ser responsables por este evento.
Al ser tragado de forma inadecuada, el alimentos puede bloquear las vías respiratorias y el paso del aire para los pulmones,
al tapar la garganta.
1974 por Henry Heimlich.
Inicialmente reconocida por la
Cruz Roja, fue adoptada y difundida mundialmente como
una maniobra salvadora de vidas. Es una tos “artificial” o “auxiliada”,
con el objetivo de despedir el objeto o alimento de la traquea de la persona
¿Vamos a conocerla?
Esta maniobra ya es de dominio público en varios países donde es común encontrar carteles con estas instruciones, especialmente en restaurantes.
En primer lugar, mande a alguien que llame a un servicio movil de socorro en cuanto usted comienza a prestar el auxilio más imediato.
Compruebe que la persona está realmente con dificuldad para respirar.
Algunas señales son características: intenta hablar y la voz no sale. Comienza a sentirse agitada y confusa, llevando las manos para la garganta. La piel puede cambiar de color, pasando a quedar azulada lo
que indica baja oxigenacion de la sangre.
Inicie abrazando a la
persona por la cintura fijando el puño entre las costillas y el abdomen. Empuje a la persona hacia arriba y en su direccion, rápida y vigorosamente
cuantas veces fueran necesarias.
Si usted no tiene fuerza suficiente, puede ayudarse también con golpes firmes en la espalda.
Pero, mejor todavía es la maniobra en que se abraza y aplica la compresión entre el abdomen
y las costillas.
Si la persona no consigue estar de pie (está inconciente o agotada) o si usted no tiene fuerza suficiente, la maniobra
puede ser aplicada con ella sentada,
o acostada.
No importa si la persona está quedando sin reacción, pareciendo ya estar desfallecida. ¡ Inicie la maniobra cuanto antes!
Los niños también pueden ser socorridos
a través de esta maniobra.
E, inclusive, usted mismo/a
puede auto-aplicar la maniobra si estuviera solo/a.
Ilustrando como se hace. ¡Vamos a ver!
(observe atentamente la animación)
Aplique las compresiones repetidamente hasta conseguir
hacer a la persona expelir el objeto!
Concluyendo:
La asfixia puede quitar la vida de una persona en apenas 4 (cuatro) minutos.
La maniobra de Heimlich puede ser útil y salvar una vida cuando un cuerpo extraño bloquea el paso de aire para los pulmones.
Vale recordar que:
Cuando algo bloquea el paso de aire, no hay
tiempo suficiente para esperar por la llegada de un auxilio médico. ¡La persona más próxima precisa actuar rápidamente!
¿Más comentarios?
1. Si puede, reciba un curso de primeros auxilios.
2. Pida que no jueguen con este tipo de información (no simular estar en apuros).
¡Esto es muy serio!
3. Procure aprender, un día cualquiera, usted podra ser útil para alguien.
4. Si encontró importante esta informacion, pasela
a sus amigos.
Este es un servicio de utilidad pública.
Las informaciones aqui contenidas se destinan exclusivamente a la aplicacion en situaciones de emergencias que pongan la vida en riesgo inmediato, debiendo ser tratadas con toda la seriedad y respeto! No juegue con el asunto o corrompa el archivo.
FIN
¡¡TE RECOMIENDO LEER EL ARTICULO SIN SALTARTE UNA COMA!!!
“¿Quiénes son los pobres? Los nietos de los ricos”. Aforismo castellano
Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debes buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda de que una de las principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue la actitud de la generación de nuestros padres, y una de las principales causas de la crisis, es haber perdido esa actitud.
Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a China para hacer negocios, me comentaba: “China va a ser imparable. Cuando llegas allí el ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar mucho, ahorrar, comprarse su casa, su coche, que sus hijos vayan a la universidad… Cuando una generación está así centrada, no hay quien la pare” Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones que convivimos.
Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a una generación que, como dice mi padre, les tocó el peor cambio: de jóvenes trabajaron para sus padres y de casados para sus hijos.
Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo que les abría a un futuro mejor, y se entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y se bañaban en ríos cercanos, disfrutando de tortillas de patata y embutidos, en domingos veraniegos de familia y amigos.
Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron casi todas las empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los españoles.
Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar de ser honrado.
La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir viviendo en armonía y respeto.
Y cometieron los dos peores errores imputables a esa generación:
1) “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”. Nos cargamos la cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el trabajo en algo a evitar.
2) “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están tus padres”. Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero nacía en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de hipotecas, rehipotecas y contrarehipotecas.
Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 67). La generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del gasto continuo, de la especulación, de la ingeniería financiera, de la exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo quiero ya, la de “papá dame”.
Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos convertimos en gastro-horteras. ¿Conocéis a alguien que se atreva a comer un bocata de chorizo? Le corren a gorrazos por paleto. Ahora hay que comer hamburguesas deconstruidas al aroma de los almendros al atardecer. ¿Y qué decir del vino? Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia sin fase de descompresión. El vino ya no está “bueno”, ahora tiene matices a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de un cierto punto astringente, con demasiada presencia de roble. Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euro, que para ser un “enterao” hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!
Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”.
Increíble pero cierto.
- ¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres un cutre. Mira, nosotros debemos ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.
- Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!
En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW para los españoles.
Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega infraestructuras que producían mega comisiones para todos los involucrados. ¡Viva el cazo! ¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se besen los padrinos! Además llovían las subvenciones, nos daban una fortuna por plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si tenías que plantar o arrancar. A propósito, ¿Qué toca este año?
Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y “que no pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es imposible que se sostenga, pero hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mío son todo derechos esculpidos en piedra en la sacrosanta constitución.
De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro post). Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre, por ser nieta de ricos.
Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí, cargados de reivindicaciones.
En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura, honradez y esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros. Los psiquiatras, de hecho, dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que la sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se podía, poner las cortinas cosidas por nuestra madre, con ayuda de la abuela, trabajar y echarle huevos para emprender (aunque no lo llamaban así) no debía ser mala receta.
Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa generación que nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos encargado de arruinar (entre todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que sólo con que nos descuidemos un poquito más, le vamos a dejar a nuestros hijos un protectorado chino, donde serán unos esclavos endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad que crearon sus abuelos, empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos.
Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos. Podemos encontrar maestros en casa y no en el "Madrid Arenas."
Fernando Sánchez Salinero en la Casa del Libro
Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debes buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda de que una de las principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue la actitud de la generación de nuestros padres, y una de las principales causas de la crisis, es haber perdido esa actitud.
Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a China para hacer negocios, me comentaba: “China va a ser imparable. Cuando llegas allí el ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar mucho, ahorrar, comprarse su casa, su coche, que sus hijos vayan a la universidad… Cuando una generación está así centrada, no hay quien la pare” Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones que convivimos.
Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a una generación que, como dice mi padre, les tocó el peor cambio: de jóvenes trabajaron para sus padres y de casados para sus hijos.
Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo que les abría a un futuro mejor, y se entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y se bañaban en ríos cercanos, disfrutando de tortillas de patata y embutidos, en domingos veraniegos de familia y amigos.
Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron casi todas las empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los españoles.
Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar de ser honrado.
La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir viviendo en armonía y respeto.
Y cometieron los dos peores errores imputables a esa generación:
1) “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”. Nos cargamos la cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el trabajo en algo a evitar.
2) “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están tus padres”. Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero nacía en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de hipotecas, rehipotecas y contrarehipotecas.
Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 67). La generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del gasto continuo, de la especulación, de la ingeniería financiera, de la exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo quiero ya, la de “papá dame”.
Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos convertimos en gastro-horteras. ¿Conocéis a alguien que se atreva a comer un bocata de chorizo? Le corren a gorrazos por paleto. Ahora hay que comer hamburguesas deconstruidas al aroma de los almendros al atardecer. ¿Y qué decir del vino? Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia sin fase de descompresión. El vino ya no está “bueno”, ahora tiene matices a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de un cierto punto astringente, con demasiada presencia de roble. Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euro, que para ser un “enterao” hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!
Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”.
Increíble pero cierto.
- ¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres un cutre. Mira, nosotros debemos ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.
- Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!
En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW para los españoles.
Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega infraestructuras que producían mega comisiones para todos los involucrados. ¡Viva el cazo! ¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se besen los padrinos! Además llovían las subvenciones, nos daban una fortuna por plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si tenías que plantar o arrancar. A propósito, ¿Qué toca este año?
Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y “que no pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es imposible que se sostenga, pero hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mío son todo derechos esculpidos en piedra en la sacrosanta constitución.
De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro post). Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre, por ser nieta de ricos.
Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí, cargados de reivindicaciones.
En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura, honradez y esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros. Los psiquiatras, de hecho, dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que la sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se podía, poner las cortinas cosidas por nuestra madre, con ayuda de la abuela, trabajar y echarle huevos para emprender (aunque no lo llamaban así) no debía ser mala receta.
Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa generación que nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos encargado de arruinar (entre todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que sólo con que nos descuidemos un poquito más, le vamos a dejar a nuestros hijos un protectorado chino, donde serán unos esclavos endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad que crearon sus abuelos, empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos.
Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos. Podemos encontrar maestros en casa y no en el "Madrid Arenas."
Fernando Sánchez Salinero en la Casa del Libro
Tras 56 años de casados fallecieron con la diferencia de un minuto.
¿Para que sirve el ombligo?
En muchas obras de ficción, tanto de cine como de televisión y literatura, se pueden encontrar numerosas referencias a clones o criaturas de otro tipo pero creadas artificialmente, que aún no siendo humanas poseen una apariencia exactamente igual a la de los humanos.
De manera que el ombligo es una de las marcas características y esenciales en el ser humano, que nos acompaña desde que nacemos.
Lo cierto es que después que nacemos el ombligo no sirve para nada. Es decir, no está presente en nuestro cuerpo para cumplir una determinada función vital ni está relacionado a nada que pueda afectar o proteger nuestro cuerpo y nuestro organismo.
De todas maneras, sí se han ido construyendo social y culturalmente, a lo largo de la historia, distintos significados y propósitos del ombligo. Durante mucho tiempo mostrar el ombligo fue considerado un tabú, mientras que en la actualidad el ombligo tiene un propósito puramente estético, como lo demuestra el hecho de que sean muy comunes prendas de ropa femenina que dejan el ombligo al descubierto, o que incluso sea muy frecuente que el ombligo se adorne con piercings.
Por otra parte, generalmente el ombligo se asocia con conceptos como algo central y primordial, como lo demuestran las frases “el ombligo del mundo” o “mirarse su propio ombligo”.
Lo cierto es que después que nacemos el ombligo no sirve para nada. Es decir, no está presente en nuestro cuerpo para cumplir una determinada función vital ni está relacionado a nada que pueda afectar o proteger nuestro cuerpo y nuestro organismo.
De todas maneras, sí se han ido construyendo social y culturalmente, a lo largo de la historia, distintos significados y propósitos del ombligo. Durante mucho tiempo mostrar el ombligo fue considerado un tabú, mientras que en la actualidad el ombligo tiene un propósito puramente estético, como lo demuestra el hecho de que sean muy comunes prendas de ropa femenina que dejan el ombligo al descubierto, o que incluso sea muy frecuente que el ombligo se adorne con piercings.
Por otra parte, generalmente el ombligo se asocia con conceptos como algo central y primordial, como lo demuestran las frases “el ombligo del mundo” o “mirarse su propio ombligo”.
Pero si el ombligo está presente en nuestro cuerpo y, a diferencia de casi todos los demás elementos del cuerpo humano, no cumple ninguna función esencial, hay que preguntarse por qué tenemos ombligo, en lugar de para qué sirve.
Como dije antes, desde que nacemos el ombligo no nos sirve para nada. Pero antes de nacer el ombligo juega un papel vital en nosotros. O mejor dicho, el cordón umbilical.
El cordón umbilical
Mientras el bebé se desarrolla en la panza de la madre, el feto está flotando en un fluído líquido que lo rodea y lo protege. Inmerso allí, el bebé no puede respirar o alimentarse por sí mismo, por lo que posee un tubo flexible unido a la zona del abdomen que le aporta oxígeno y los nutrientes esenciales y es el principal lazo que lo une con la madre.
El ombligo marca el punto en el que el cordón umbilical estaba unido al bebé. Cuando el bebé nace y se larga a llorar, eso significa que el niño ya puede respirar por sí mismo. También luego podrá alimentarse de la leche de su madre y evacuar por sí mismo, por lo tanto, ya no necesita el cordón umbilical.
El ombligo marca el punto en el que el cordón umbilical estaba unido al bebé. Cuando el bebé nace y se larga a llorar, eso significa que el niño ya puede respirar por sí mismo. También luego podrá alimentarse de la leche de su madre y evacuar por sí mismo, por lo tanto, ya no necesita el cordón umbilical.
Es allí que el médico procede a cortar el cordón, lo que deja en el abdomen la cicatriz que luego se convertirá en el ombligo y que permanecerá en su cuerpo durante toda la vida. Dado que el ombligo es una cicatriz y básicamente se define por el modo en que se corta el cordón umbilical o las circunstancias puntuales de ese momento (pueden quedar restos de tejido de la cicatriz) y no por la genética, el ombligo puede tener diferentes formas y tamaños.
La distinción más habitual se establece entre los ombligos que son hacia adentro y los que son hacia afuera. El 90% de las personas tienen el ombligo hacia adentro.
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