El ‘nuevo’ líder del PSOE, Rubalcaba, critica la reforma laboral, pero descarta participar en las movilizaciones. Es la vieja técnica y estrategia de nadar y guardar la ropa, en una oposición útil para el PP e inútil para ellos, al contrario de lo que predica Rubalcaba. Si acaso presentarían un recurso de inconstitucionalidad, que, como todo el mundo sabe, es alargar los asuntos, tratando de parecer diligentes. Pero ocurre que la reforma laboral y sus consecuencias para los trabajadores no permiten posposiciones ni elusiones para alguien de izquierdas que verdaderamente quiera defenderlos antes de que se conviertan en huesos vivientes.
Es evidente que la izquierda ya no puede ganar si no es uniéndose. Pero esa deseable e hipotética unión tampoco es posible sin concordia. Y asimismo, tal concordia no existe porque el PSOE no quiere integrarse o aliarse en coalición y prefiere luchar en solitario, pensando en viejos tiempos y fortalezas y recordatorios del experimento Almunia. Pero también es más que evidente que las cosas y las circunstancias han cambiado. Y toda la izquierda que no es el PSOE tampoco quiere por no considerarlo izquierda. Así las cosas, la victoria final quedará reducida a una canción de cierre en congresos y mítines. Y mientras tanto, la derecha galopa sin obstáculos en una democracia que moldea a su gusto e interés.
¿Por qué la derecha sí ha conseguido aglutinar a los más variopintos partidos, incluida la extrema derecha, y la derecha no es capaz? ¿No es posible que todas las partes que se consideran izquierda cedan en sus posturas maximalistas, sin descalificarse? Yo estoy pidiendo simplemente una coalición electoral previa, no una fusión. Y ha de ser previa y con tiempo, porque con posterioridad a unas elecciones no tiene valor ni influencia en los resultados de las elecciones. Pero nada, sigamos cada uno creyéndonos los reyes del mambo o ya mejor del Ai seu te pego, de Michel Teló.
El PSOE debe apearse de su soberbia. Es dificilísimo que recupere la confianza de los electores, presente el programa que presente. ¿Por qué van a creerle, con los antecedentes que tiene por sus últimas gestiones? Y ello si supera sus síntomas de descomposición en varias comunidades autónomas.
Y la OTRA IZQUIERDA, la auténtica que se dicen ellos, debe avenirse a la realidad de las inclinaciones demoscópicas de los ciudadanos, constatada elección tras elección.
De otro modo seguiremos en la paradoja de las luchas entre ellos de los más o menos progresistas, que no conducen sino a la frustración, para regocijo de los conservadores acérrimos. Ahora mismo en Andalucía, en el supuesto de que el PP no alcanzase la mayoría absoluta, está por ver si son capaces IU y PSOE de no repetir la experiencia extremeña. El famoso y acreditadísimo alcalde de Marinaleda, Sánchez Gordillo, se presenta como cabeza de lista por Sevilla, y siempre ha manifestado su decisión de no colaborar con el PSOE. Catástrofe, pues, anunciada. ¿El o los culpables?
Resumiendo: El PSOE, de dudosa izquierda pero que no es lo mismo que el PP, por sí solo no ganará. La otra izquierda, tan dogmática ella, por sí sola no ganará. ¿No serán capaces de congraciarse y preferirán morir de inanición y lucha estúpida en sus trincheras?
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Gota ESPANTOSA, sometida a su criterio: Cinco razones para el fracaso de una huelga: 1. Simple advertencia de despido por parte de los empresarios. 2. Todavía no son patentes los efectos de la reforma. 3. La Policía reprime más duramente con el PP. 4. Una huelga de un día no es eficaz y los trabajadores no tienen resistencia económica para más. 5. La ciudadanía y los medios de comunicación están derechizados.