01-Caperucita Roja
Hace mucho tiempo, en una cierta villa vivía una pequeña niña campesina, la más bella creatura nunca vista. Su madre estaba muy orgullosa de ella, y su abuelita la amaba quizás aún más. Esta buena abuelita hizo para ella una pequeña gorrita o caperuza de un lindo color rojo, y le quedó tan bien a la niña, que nunca se la quitaba, y todos empezaron a llamarla Caperucita Roja.
Un día su mamá, habiendo hecho unos panes y pasteles, le dijo:
-"Ve, mi amor, donde abuelita a ver cómo se encuentra, pues me contaron que estaba enfermita. Llévale estos panecillos y pasteles y una jarra de mantequilla."-
Caperucita partió inmediatamente para donde su abuelita, que vivía en la villa vecina. Cuando ella iba atravesando el bosque, se encontró con el lobo Gaffer, que tuvo la intención de comérsela, pero decidió que aún no, porque andaban leñadores en el bosque. Él le preguntó que hacia donde iba. La pobre niña que no sabía que era muy peligroso conversar con extraños, le dijo:
-"Voy a ver a mi abuelita, y le llevo unos panes y pasteles y una jarra de mantequilla que le envía mi mamá."-
-"¿Y vive ella lejos de aquí?"- preguntó el lobo.
-"Oh, sí"- contestó Caperucita, -"vive atrás de aquel molino que ves por allá, la primera casa a la entrada de la villa."-
-"Está bien"- dijo el lobo, -"yo también la visitaré. Yo iré por este camino, y tú por aquel, y veremos quien llega de primero."-
El lobo entonces corrió lo más que podía, tomando el atajo más corto, mientras que la niña iba por el más largo, entreteniéndose recogiendo nueces, persiguiendo mariposas, y haciendo ramitos de flores que cortaba. El lobo pronto llegó a la casa de la viejita. Tocó a la puerta -tuc, tuc, tuc.-
-"¿Quien es?"- preguntó la abuelita.
-"Tu nieta, Caperucita Roja"-replicó el lobo imitando su voz, -"y he traído panes y pasteles y una jarrita de mantequilla que mi mamá te envía."-
La buena abuelita, que estaba en cama debido a su malestar, gritó:
-"Levanta la tranca, y podrás abrir"-
El lobo levantó la tranca y abrió la puerta. Se abalanzó sobre la buena mujer y de un sólo bocado se la tragó, pues él no había comido nada en tres días. Entonces él cerró la puerta, se metió en la cama de la abuelita y esperó a Caperucita, quien al rato llegó y tocó a la puerta -tuc, tuc, tuc.-
-"¿Quien es?"- preguntó el lobo.
Caperucita al oír la ronca voz del lobo, al principio sintió temor, pero luego pensando que la abuelita estaba resfriada, contestó:
-"Es tu nieta, Caperucita Roja, que te ha traído panes y pasteles y una jarrita con mantequilla que te envía mi mamá.
El lobo le gritó, suavizando un poco la voz:
-"Levanta la tranca, y podrás abrir"-
Caperucita levantó la tranca y abrió la puerta.
El lobo, viéndola entrar, le dijo, ocultándose lo mejor posible bajo las sábanas:
-"Pon los panes y la jarrita de mantequilla sobre la tarima y ven acompáñame aquí."-
Caperucita se quitó su abrigo y se sentó en la cama, y la sorprendió mucho cómo lucía su abuelita en sus trajes de dormir.
Caperucita preguntó:
-"¡Abuelita, qué brazos tan largos tienes!"-
-"Son para abrazarte mejor, querida."-
-"¡Abuelita, qué piernas tan largas tienes!"-
-"Son para correr mejor, hijita."-
-"¡Abuelita, qué grandes orejas tienes!"-
-"Son para oírte mejor, hijita."-
-"¡Abuelita, qué grandes ojos tienes!"-
-"Son para verte mejor, hijita."-
-"¡Abuelita, qué boca tan grande tienes!"-
-"¡Es para comerte mejor!"-
Y diciendo esas palabras, el malvado lobo cayó sobre Caperucita y la devoró.
(Nota: aquí termina la versión de Charles Perrault)
Enseñanza:
Los "lobos humanos" siempre están al acecho de niños y niñas inocentes. Nunca se debe dar confianza ni contar cosas personales a los extraños.