España ha dado un salto cualitativo en el contencioso de Gibraltar, que en los últimos meses ha vivido una escalada de tensión sin precedentes desde hace décadas. El Gobierno ha enviado por primera vez buques de la Armada a las aguas que rodean el Peñón, provocando una airada reacción del Ejecutivo gibraltareño presidido por Fabian Picardo, que ya ha informado a Londres de las "incursiones" de navíos de guerra españoles en lo que considera sus aguas territoriales.
Los incidentes en las aguas en disputa han sido constantes a lo largo de los dos últimos años, especialmente a raíz del bloqueo de las autoridades gibraltareñas a los pescadores andaluces que históricamente han faenado en la zona. Pero en esos lances, algunos de los cuales desembocaron en momentos de gran tensión, siempre habían intervenido patrulleras de la Guardia Civil, nunca barcos de la Armada. Hasta ahora.
La posición del Gobierno español acerca de la soberanía de las aguas que rodean la Roca se mantiene inamovible: Madrid no reconoce al Reino Unido, ni por tanto a su colonia, más aguas que las del interior del puerto, en virtud del Tratado de Utrecht de 1713 por el que España cedió a la Corona británica la ciudad de Gibraltar. Pero Picardo, con el firme apoyo de Londres, reclama como propias tres millas naúticas, a las que llama British Gibraltar territorial waters ('Aguas territoriales británicas de Gibraltar').
La última incursión de un buque de la Armada se produjo el pasado día 14, cuando el patrullero de altura Vigía, que tiene su base en la estación naval de Puntales (Cádiz), se adentró en las aguas que reclama Gibraltar. El buque, de 68 metros de eslora y dotado de un cañón y dos ametralladoras Browning de 12,7 mm, permaneció durante algo menos de media hora en la zona conocida como East Side o cara Este del Peñón. El Ejecutivo de Picardo planea levantar ahí, en terreno ganado ilegalmente al mar, viviendas de lujo y un puerto deportivo.
Tres días antes, el 11 de octubre, otro patrullero de altura, el Alborán, se adentró en el perímetro de tres millas que tanto el Gobierno británico como el gibraltareño consideran de su jurisdicción. El buque de la Armada llegó a navegar a sólo dos millas del extremo sur de la colonia, hasta que fue advertido por radio por una patrullera de la Royal Navy (la Armada británica, que cuenta con una pequeña guarnición en la Roca) de que debía abandonar la zona de inmediato.
El comandante del Alborán, un buque especialmente diseñado para misiones de inspección, vigilancia y apoyo a la flota pesquera, con base en Cartagena,respondió que se encontraba en "aguas españolas". Pero el oficial de la Royal Navy repitió insistentemente que el patrullero español había entrado en "aguas territoriales británicas". El Alborán, que dispone de armamento de calibre medio y una cubierta de vuelo para helicópteros ligeros, abandonó la zona media hora más tarde.
El último incidente conocido se produjo el pasado 3 de octubre, cuando la corbeta de la Armada Cazadora (ahora reconvertida en patrullero de altura y también con base en Cartagena) entró en las aguas que rodean el Peñón. El Gobierno de Picardo ha informado puntualmente de todas esas "incursiones ilegales" al Ejecutivo británico de David Cameron.
Fuentes de la Armada admitieron ayer que los buques Vigía, Alborán yCazadora han navegado recientemente por aguas del estrecho de Gibraltar, pero evitaron ofrecer cualquier detalle sobre la misión que desempeñaban en la zona. El Confidencial se puso ayer en contacto con sendos portavoces de los ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores para conocer a qué obedece la presencia de barcos de la Armada en el Peñón y por qué se ha tomado ahora esa decisión política, pero no hubo respuesta.
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