Jamón es una palabra que sugiere un alimento de calidad, apreciado y hasta deseado. La palabra jamón, como sucede con la de otros muchos alimentos deseados, y para los que saben apreciarlo, evoca una imagen placentera que hasta activa la segregación de saliva. Es lo que vulgarmente se conoce como hacerse la boca agua. El jamón ibérico de bellota, el de máxima calidad, lo consigue.
Sin embargo, la palabra jamón, en sí, no deja de ser una suma de letras, a la que se la conoce también con diferentes apellidos, según se trate de cada una de las variedades. Jamón ibérico de bellota, jamón ibérico de cebo, jamón ibérico de recebo y jamón ibérico de cebo de campo.
Pero, si sabemos cómo puede llegar el jamón a gustarnos y a alcanzar su fama, poco sabemos de cómo ha conseguido acabar con esas seis letras que lo definen sobre el papel o sobre el titilar de esta pantalla que está leyendo.
La palabra jamón vendría de la expresión ‘camba’, denominación vulgar latina para designar la pierna, entiéndase, que, en este caso, tanto dan las piernas de una persona, las de las caballerías como las de un cerdo ibérico, origen de la carne del jamón ibérico de bellota.
La expresión ‘camba’ evolucionó en las lenguas romances hasta quedar fonéticamente entendida como ‘gamba’, que no tiene nada que ver con ese animalito marino que tanto gusta en la mesa y que tiene un origen etimológico totalmente distinto.
Sin embargo, ‘gamba’, pierna de cerdo, caballo o persona, sí que tiene que ver con otra, jamba, que ha permanecido entre nosotros y que denomina precisamente el pie de arranque y la extensión de madera que sostienen arcos de puertas y ventanas en arquitectura.
La palabra jamón se tomó casi con toda seguridad del francés de donde evolucionó ‘jambe’ (pierna) a ‘jambón’. Y, resumiendo, jamón sería una pierna en francés romance antiguo, convertida en aumentativo en su uso en español.
En jambón o jamón propiamente dicho sería la forma de expresar la calidad y lo agradable al gusto, al paladar, de una pierna de cerdo criado en condiciones excepcionales. Nuestro jamón ibérico de bellota.
Todo hay que decirlo, la palabra jamón debió sonar durante mucho tiempo extraña y sólo se ha podio comprobar una primera versión escrita muy tardía en una cita de un texto del año 1335. Hasta que la expresión jamón no se generalizó, en España se usó la palabra pernil para denominar la pieza completa de jamón ibérico.
Cuando finalmente la expresión pernil dejó de emplearse de manera generalizada, comenzó a extenderse la de jamón, quedando conferida la primera a ambientes más ruralizados donde la expresión convivió aislada con otras de un castellano más primitivo.
De hecho, quien en la actualidad se refiere a pernil para denominar en ámbitos urbanos al jamón ibérico, seguro que tiene que esforzarse por explicar de qué se trata en un país, que aprecia el jamón ibérico de bellota, se diga como se diga, lo haya bautizado quien lo haya llevado a la pila.
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