Llegan tiempos difíciles para Podemos, su verdadero tour de force. Si salen bien de esta y los resultados en las elecciones próximas son buenos, estarán en una posición idónea para asentarse plenamente en las generales, su objetivo real; si se frenan aquí o no suben lo suficiente, tendrán muy difícilrecuperar el terreno perdido. Son la formación de moda, y soplan diversos vientos a su favor, entre ellos el del descontento y el de una cierta aquiescencia por parte del PP, que los ve como los rivales idóneos para conservar el gobierno de España otros cuatro años.
Parte de esa buena posición proviene de su utilización de los medios, esto es, de una presencia que supieron ganarse en toda clase de tertulias, pero es evidente que ese espacio conquistado será difícil de conservar. Podemos no es ya un actor secundario, sino un enemigo político, y eso va a tener su peso a partir de ahora. Pablo Iglesias, como Íñigo Errejón o Juan Carlos Monedero, han adoptado una posición peculiar, a medio camino entre políticos y tertulianos, lo que les ha permitido una transmisión de sus mensajes mucho más eficaz que la de otros competidores electorales. Sin embargo, es de esperar que, a medida que pase el tiempo y vayan convirtiéndose en un actor político mucho más consolidado, las televisiones comiencen a mostrar su cara más hostil a Podemos.
Algo de eso hubo en la entrevista que Pablo Iglesias aceptó con Risto Mejide, que hagentrificado su macarrismo, al que gusta llamar atrevimiento, pero que no es más que esa vulgaridad barriobajera que tanto gusta a muchos de los programadores televisivos. Si las despojamos de sonrisas, gafas de sol y buenrollismo canalla, las preguntas que hizo a Pablo Iglesias fueron las siguientes:
Eres alguien impostado, ¿no? Esa coletita es pura imagen; qué mal vistes, chaval, qué falta de clase; qué maleducado eres, mira lo que tuiteaste cuando murió Botín; no te metas con los grandes héroes de nuestro tiempo, como Amancio o Isak, que no lo tolero; eres simpático, pero tus propuestas son de risa; y ¿por qué conduces con el móvil en la mano?, ¿has fumado marihuana?, ¿cómo me vas a convencer si no eres capaz de convencer a tu novia? y demás chanzas por el estilo.
Aunque sonaran más polite en su formulación final, las preguntas de Risto resumen bastante bien las críticas que desde medios conservadores se vienen haciendo a Iglesias y a Podemos: gente poco informada, teóricos ilusos con una notable falta de gusto que no respetan las instituciones; gente anacrónica que llevaría a España a la catástrofe si llegara al gobierno.
A Pablo Iglesias este tipo de críticas no le afectan, en parte porque cree que hasta la fecha le han beneficiado, en parte porque ha sabido salir con bien de ellas, aunque en Chester estuvo bastante menos brillante que de costumbre. Es cierto que a Iglesias no le preocupa el programa de Mejide, porque le ha dado audiencia, que era su meta, y porque está convencido de que son ese tipo de programas los que suman a la hora de transmitir su mensaje, pero también porque cree que cuanto más se les ataca, más reforzados salen. Pero esa tesis no es del todo exacta.
En primer lugar, porque el problema a partir de ahora no será tanto el aumento de las críticas como la pérdida de espacios de visibilidad. Son ya un enemigo para los dos partidos principales, y tampoco los empresarios los ven con buenos ojos, por lo que es de esperar que la hostilidad de sus enemigos se traduzca en menos cancha en las tertulias y en mayor combatividad de los entrevistadores. Habrá más Ristos y sobre todo, saldrán menos en espacios que den una imagen positiva de ellos, y eso sí les puede dañar.
En segundo, porque la pelea de fondo es la que están llevando a cabo con el PSOE. La verdadera confrontación que está teniendo lugar es por ocupar el espacio de alternativa al gobierno. El PP puede salir beneficiado por la aparición de Podemos, y el gran perdedor puede ser el PSOE. El que quede en tercera posición en las generales lo va a tener muy difícil para salir de ese pozo, y los socialistas lo saben. La pelea va a ser cruenta…
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