Os pido perdón por haber estado
vacilándoos durante los veintitrés años que goberné Catalunya mas los
once que han pasado desde entonces.
Sí, no pude
evitarlo, lo siento. Metí la mano. La condición humana es débil, una cosa lleva
a la otra y cuando te das cuenta, te ves dentro de tal follón que decides huir
hacia adelante confiando en poder borrar los rastros, que el tiempo lo tape
todo y en ese chollo estupendo que es que los delitos tengan fecha de caducidad
y acaben prescribiendo.
¿Que cómo
tengo tanta cara? De eso nada. Mirad el lío que tienen montado en laCasa Real: el yerno pringao hasta las cejas y sus antiguos socios sin cesar de lanzar
insinuaciones disparando hacia arriba, a toda la familia, que ya veremos cómo
queda eso. Además mi familia y yo, como Messi, hemos
realizado las correspondientes declaraciones complementarias y le hemos soltado
últimamente a Hacienda un pastón de escándalo. Hablando de deportistas, ¿qué me
decís de engañar siete años seguidos, como hizo el estadounidense Lance Amstrong, a toda la afición del ciclismo
mundial, ganar siete Tours de Francia y luego confesar en una entrevista
televisiva que todos sus triunfos se los debía al dopaje?
Lo mío tiene
su explicación, os lo prometo. Yo soy de natural inseguro y, con siete hijos
nada menos, siempre le tuve mucho miedo al futuro. Mi padre, que me había
enseñado a ganar dinero -me compró la banca Dorca de Olot, génesis de Banca Catalana- ya me avisó: Jordi, no te metas en política, que eso es
pan para hoy y hambre para mañana, y lo principal es sacar a tus hijos
adelante...
Entre los
argumentos de mi padre y lo a huevo que me lo ponían cuando llegué al poder,
pues... ya sabéis, la carne es débil y uno no es de piedra. Pero yo no lo
busqué, os lo prometo. Las cosas me iban viniendo. Desde el 93 y durante siete
años me tocó protagonizar un papel importante en la política española ayudando
al partido más votado a contar con mayoría suficiente para gobernar. Primero
fue conFelipe González, con quien unos años antes estuve mosqueado porque quiso buscarme las
cosquillas por mi gestión en Banca Catalana; y luego con el bueno deJosé María Aznar, que hasta hacía el hombre sus esfuerzos para hablar catalán, aunque fuera
en la intimidad.
Hasta que el
menor de mis hijos cumplió la mayoría de edad, mis cuentas en el extranjero
-esas que siempre negué tener- las llevó una persona de la absoluta
confianza de mi padre y mía. El nombre de esa persona me vais a permitir que no
os lo diga. Me entendéis, ¿verdad? Y en cuanto a la pasta
"distraída", de la cantidad exacta tampoco voy a hablar, pero lo que
sí os aseguro es que estoy muy arrepentido. Me da tanta pena que hasta Vázquez Montalbán confiara en mí en su día y que, allá donde esté, descubra ahora que lo
engañé. ¡Ay!, aquel emotivo artículo en que el añorado Manolo afirmaba que yo
podía ser feo y mal banquero pero que ladrón, eso nunca ¡El pobre!
Lo siento
mucho, de verdad, queridos ingenuos. Estoy que no vivo por haberos metido en
este marrón, sobre todo a mis queridos conciudadanos catalanes, justo cuando
falta mes y medio para la Diada, poco más de tres para el referéndum y menos de una semana para que mi fiel Artur vaya a la Moncloa a hablar con Rajoyde nuestros problemas.
Puede que no
tenga perdón, pero entre que el mes pasado cumplí 84 años que he visto que al
final podía acabar pillándome el toro, pues he decidido arrepentirme
públicamente. Como cristiano experimento un verdadero alivio reconociendo que
he sido un evasor fiscal, un caradura, y que os he estado mintiendo a todos
todo el tiempo. Me quito un verdadero peso de encima escribiendo estas líneas.
Peso moral, me refiero, porque en cuanto a lo que pesa el dinero trincado, si
no hay más remedio que hablar de eso, casi prefiero que lo haga mi familia.
Confiando en
vuestra comprensión, vuestro sentido de la tolerancia y esa capacidad de
aguante que lleváis demostrada ante tanto político corrupto como ha desfilado
por los juzgados españoles durante los últimos años, os quedo eternamente
agradecido por hacer lo mismo conmigo. Que esta
declaración sea reparadora del mal en lo que sea posible y de expiación para mí
mismo.
Siempre
vuestro
Jordi Pujol i
Soley
P.D. Ya sé
que estos días me va a caer la del pulpo, además de perder, por mi mala
cabeza, honores, prebendas y distinciones de todo tipo acumuladas durante mi
carrera, pero... ¡ejem!, una última cosita: teniendo en cuenta que ya he
cumplido 84 años ¿sería mucho pedir que no me quitarais la pensión vitalicia de
115.224 euros que cobro al año como ex presidente?
Gracias
JP
No hay comentarios:
Publicar un comentario