En grupo, mientras otros miran, en espacios públicos, con amantes mucho más jóvenes, con actores, haciendo de dominatrix o de sumisa. Estas son algunas de las fantasías sexuales más comunes entre las mujeres, ya sean jóvenes, mayores, casadas o solteras. Lo cuenta y, sobre todo, lo recrea para deleite del lector, la periodista y escritora (erótica) Celia Blanco en Con dos tacones(La Esfera de los Libros). Disfrutar al máximo del sexo es un arte, tan creativo como necesario y que puede y debe aprenderse. Es más, para la autora,todos tendríamos que tener “la sana costumbre de invertir mucho más tiempo en sexo. Es algo fundamental en nuestras vidas”.
Sin complejos ni tabús, Blanco se regocija en los placeres más íntimos de las mujeres. Con un tono desenfadado, y en ocasiones canalla, narra en forma de historia aquellas fantasías más recurrentes que, aunque poco tienen que ver con convencionalismos e imaginarios construidos en torno al amor romántico, están instauradas en lo más profundo de la psique femenina. Después de interrogar a mujeres de toda edad y condición para documentar los cuentos eróticos que componen el libro, la escritora rompe con un primer mito: las mujeres que más disfrutan en la cama no son las jóvenes, sino las maduritas.
“Las mujeres le cogemos el punto al sexo cuando ya somos mayores, cuando sabemos lo que realmente queremos. Yo, que nunca he tenido problemas en acostarme con quien quisiese, con 20 años me iba a comer el mundo, pero ahora (21 años después) es cuando realmente disfruto de las relaciones sexuales”, asegura Blanco. Quizá por ello cree que la mejor educación sexual no es la que se recibe en los libros o el colegio, sino en la cama. “Las mujeres de entre 35 y 45 años han tenido una educación sexual muy buena, pero porque se preocuparon en encontrarla por ellas mismas”.
Una condición que reúnen, en mayor medida, “las mujeres que fueron universitarias, con profesiones liberales y que empezaron a vivir solas a edades tempranas”. Sin embargo, esta “libertad” ha dejado de ser la norma entre los más jóvenes, y las diferencias generacionales en lo que respecta a esta educación sexual basada en la práctica y la experimentación, observa la autora, comienzan a notarse. “Las jóvenes son menos pudorosas que las mayores, sí, pero que la actual situación no les permita hacer su vida, que sigan sin emanciparse, supone un freno”.
Plenitud sexual en la madurez: “sabemos mejor lo que queremos”
Para Blanco, las mujeres cada vez son más conscientes de que hay vida (sexual) más allá del matrimonio o de la pareja y hoy en día ya es frecuente “sentirse con la fuerza suficiente como para saber que si no somos felices podemos dejar a la persona con la que estamos porque ya no es una rareza divorciarse o dejar a un novio. Muchas mujeres con 50 o 60 años deciden separarse, a pesar de llevar casadas toda la vida, porque saben que el sexo no se limita a una edad o a una condición concreta”.
Ni hablar de príncipes azules. Basta con leer el subtítulo de su obra: Las fantasías sexuales de las mujeres que dejaron de soñar con ser princesas.“Por favor, no necesito que ningún príncipe me corone. A las mujeres nos apetece compartir, gozar y disfrutar de los encuentros sexuales, ya se trate de orgías veraniegas o de un lío con un joven que viaja en el mismo vagón del Ave (en referencia a dos de los cuentos eróticos recogidos en el libro). A mí me cuesta mucho creer en los príncipes azules, pero bueno, nos hemos criado así y eso aún peso mucho”, reconoce.
¿Princesas? ¿Para qué? Se pregunta la autora en la introducción del libro, que anticipa el tono desenfadado, y un tanto canalla, de las historias eróticas que recoge. “Nos transformamos en las protagonistas absolutas de nuestros mejores cuentos, esos en los que nos acostamos con quien nos da la santa gana, sin rendirle cuentas a nadie y sin ninguna necesidad de justificarnos. En vez de un príncipe queremos dos. A veces hasta más de tres. Que nos vean, que nos aten, que se dejen atar. Que haya otras mujeres, que nuestros amantes sean más jóvenes. Que elijamos y sepamos hasta los detalles más escabrosos de nuestra fantasía”.
El novio de la hija de la vecina del quinto
La heterogeneidad de las fantasías sexuales aumenta con la edad, y hay casi tantas como mujeres, pero indudablemente unas se repiten más que otras. “Que nos miren mientras mantenemos relaciones es algo que suele excitar a muchas mujeres, casi tanto como el sexo oral”, que es otro de los placeres siempre presentes en la imaginación femenina. Otra de las fantasías prototípicas: “tener relaciones con otras mujeres”. Sí, los encuentros lésbicos son los reyes de las fantasías femeninas.
Entre las maduras, sobre todo a partir de los 40 años, explica Blanco, “las relaciones sexuales con chicos mucho más jóvenes forman parte del guion de todas sus fantasías. Sea del tipo que sea, siempre tienen como protagonista a un hombre joven”. Para prueba, ‘El novio de la hija de la vecina del quinto’, uno de los cuentos que componen el libro. Sería inútil cualquier intento de reseña. Léanlo. Escandalícense de placer o de conservadurismo. Además, como apunta la autora, “tener fantasías no tiene por qué deberse a que el sexo no funcione bien en la vida real. En la mayoría de los casos, se trata simplemente de buscar una vida sexual diferente a la que ya se tiene, al margen de nuestra cama”.
Entre las mujeres que aseguran contar con una vida sexual plena, existe una fantasía que siempre se repite en ellas, asegura Blanco. Se trata del sexo en grupo. “Cuando hablamos de más de dos, luego le subimos al trío y después doblamos la apuesta, hablamos respectivamente de gente que está satisfecha, muy satisfecha y plenamente satisfecha con su vida sexual”.
Los concurridos pisos orgiásticos
Con dos tacones promete escandalizar, pero no tanto a las mujeres, las verdaderas protagonistas de los testimonios que Blanco convierte en cuentos, sino a los hombres. “A juzgar por lo que me han dicho los lectores, algunos de estos cuentos gustan especialmente a los hombres”, a la par que escandalizan, reconoce la autora. Sin embargo, en la escritura de Blanco no tiene adornos forzados más allá de la naturalidad, la honestidad y el placer. Quizá sea porque, como ella misma explica, “es un tema que puedo mirar de frente por mi experiencia sexual. No me escandaliza”.
La escandalera provocada por cuestiones sexuales no parece formar parte de la mentalidad de Blanco ni del creciente número de personas que, cada vez más, se apuntan a la moda de los pisos orgiásticos o, como prefieren llamarlos sus usuarios, encuentros sexuales. “Son reuniones fantásticas y adorables en pisos a los que sólo puedes entrar con una invitación muy férrea. Allí puedes tener relaciones con quien quieras, donde quieras y como quieras”.
Al fin y al cabo, insiste Blanco, el placer es algo personal e intransferible. Cada uno tiene sus gustos y fantasías, que le puede gustar llevar a cabo o no. Eso sí, para disfrutar al máximo del sexo es fundamental la desinhibición y, sobre todo, la honestidad. “Si somos honestos con nosotros mismos podremos disfrutar más porque sabremos qué es lo que realmente nos apetece. Podrás decirte a la cara cómo quieres que te besen, te acaricien, te aten, muerdan o lleven a ese lugar fantástico al que todos vamos cuando tenemos enfrente a la persona con la que mejor nos lo vamos a pasar en las próximas horas”.
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