Parece un negocio redondo, si piensas que es un huevo de gallina o cualquier otro ave, pero no lo es. Tampoco es una de las joyas ovaladas de la colección Fabergé, sino algo mucho más íntimo. Vamos, un huevo según la quinta acepción del diccionario de la RAE: testículo.
El señor Parisi describe con absoluta asepsia la operación, tanto financiera como médica: “Vas a la clínica, donas un testículo y te lo cambian por uno artificial. Catorce días después te dascuenta de que tienes 35.000 dólares”. Así explicado, parece como si Parisi quisiera hacernos creer que todos aquellos que no vendemos un testículo a la ciencia estamos locos, ¿no?
Orgulloso de su ‘hazaña’, Parisi pasea por Las Vegas en su flamante Nissan 370Z, comprado con el testículo que cedió a la ciencia. ¿Qué cuánto le ha costado el coche? Pues no sé la cifra exacta, pero seguro que un huevo…
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