Señor Jesús, en esta hora de dolor
venimos para expresarte nuestra angustia,
incomprensión y pesar interior.
Nuestras vidas están en tus manos
y sólo ante situaciones como estas
solemos darnos cuenta de esta verdad;
queremos comprender lo que nos pasa,
miles de preguntas surgen
como exigiendo una vuelta atrás
y sólo nos quedamos con las consecuencias de este hecho.
Venimos a pedirte paz,
para los que ya partieron de este mundo a tu presencia,
para los que no podemos asumir el dolor de la pérdida repentina…
¡Cuánto cuesta asumir la separación
en momentos donde ni siquiera pudimos prepararnos para el adiós!
Nos ayuda y sostiene mirar a tu Madre sosteniendo tu cuerpo
bajado de la cruz;
su fortaleza, su silencio nos cala hondo
y nos preguntamos ¿de dónde saca la fuerza?
¡¡¡María, ayudanos a enfrentar este dolor!!!
Algunos hemos perdido seres queridos,
otros no comprendemos el sufrimiento
sin sentido
de quienes sin culpa salieron de casa
para empezar un día más
que los abrazó en una tragedia
y les seccionó un miembro…
Que quienes son los responsables directos
de este accidente
asuman su responsabilidad
y todos lleguemos a la paz.
Creemos que eres Dios de vida y de gozo,
enseñanos a comprender
que la vida está hecha también
de destellos de dolor
y que no siempre encontramos respuestas
a nuestros cuestionamientos.
Te pedimos también
que bendigas a los trabajadores de la salud,
gracias por hacerte presente en cada uno de ellos,
por darles la lucidez necesaria, la prontitud en el actuar,
la creatividad para la urgencia de salvar vidas y
la compasión para abrazar el dolor de los enfermos.
Que en estos días de duelo
sepamos reflexionar sobre el valor de la vida
y unidos como hermanos
nos veamos libres del rencor,
el odio, la ira,
y a cambio regalanos el perdón,
la comprensión, la paz del corazón que tanto necesitamos.
Te lo pedimos por María,
tu Madre y madre nuestra.
Amén
—
venimos para expresarte nuestra angustia,
incomprensión y pesar interior.
Nuestras vidas están en tus manos
y sólo ante situaciones como estas
solemos darnos cuenta de esta verdad;
queremos comprender lo que nos pasa,
miles de preguntas surgen
como exigiendo una vuelta atrás
y sólo nos quedamos con las consecuencias de este hecho.
Venimos a pedirte paz,
para los que ya partieron de este mundo a tu presencia,
para los que no podemos asumir el dolor de la pérdida repentina…
¡Cuánto cuesta asumir la separación
en momentos donde ni siquiera pudimos prepararnos para el adiós!
Nos ayuda y sostiene mirar a tu Madre sosteniendo tu cuerpo
bajado de la cruz;
su fortaleza, su silencio nos cala hondo
y nos preguntamos ¿de dónde saca la fuerza?
¡¡¡María, ayudanos a enfrentar este dolor!!!
Algunos hemos perdido seres queridos,
otros no comprendemos el sufrimiento
sin sentido
de quienes sin culpa salieron de casa
para empezar un día más
que los abrazó en una tragedia
y les seccionó un miembro…
Que quienes son los responsables directos
de este accidente
asuman su responsabilidad
y todos lleguemos a la paz.
Creemos que eres Dios de vida y de gozo,
enseñanos a comprender
que la vida está hecha también
de destellos de dolor
y que no siempre encontramos respuestas
a nuestros cuestionamientos.
Te pedimos también
que bendigas a los trabajadores de la salud,
gracias por hacerte presente en cada uno de ellos,
por darles la lucidez necesaria, la prontitud en el actuar,
la creatividad para la urgencia de salvar vidas y
la compasión para abrazar el dolor de los enfermos.
Que en estos días de duelo
sepamos reflexionar sobre el valor de la vida
y unidos como hermanos
nos veamos libres del rencor,
el odio, la ira,
y a cambio regalanos el perdón,
la comprensión, la paz del corazón que tanto necesitamos.
Te lo pedimos por María,
tu Madre y madre nuestra.
Amén
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