La ministra de Presidencia, Soraya Saenz de Santamaría, también vicepresidenta del Gobierno, pasa a la firma muchos contratos públicos al día. Tantos que a veces ni se acuerda de lo que hace su departamento. Veamos algunos de ellos: la vigilancia del Monasterio de Yuste: 225.000 euros. Si Carlos V levantara la cabeza se preguntaría por qué demonios un Estado que sus descendientes han arruinado ha de pagar tanto por custodiar sus recuerdos y no se costea solo con los turistas. Y existe otro curioso sobre “reconocimientos ginecológicos”, que ganó MD Anderson Internacional (40.000 euros), dispendio algo menor que el apartado de prensa (163.000) o plantas de interior y jardines (175.000). ¿De veras España está quebrada? Lo estarán sus ciudadanos, porque sus impuestos ya se los gasta Soraya en mantener su estatus de alta política sin sombra de austeridad alguna.
Soraya gusta de más gastos: 19.300 euros en uniformes para sus ordenanzas, que aunque no vayan de Emilio Tucci han optado por una firma de prestigio a tenor de su precio, aunque el modisto elegido se ha negociado sin publicidad. No es el único dispendio. A sus chóferes, conductores y motoristas el cambio de trajes nos ha costado 18.000. Pero los nuevos uniformes de los guardas de campo del Pardo (esto no entra en los presupuestos de la Casa Real ni en la ley de Transparencia), los uniformes nos cuestan ¡217.000 euros! ¿Los habrá elegido Corina, Sofía o Soraya? Y es barato: mantener sus jardines y plantas de interior nos cuesta 175.000 euros al año.
El Consejo de Administración del Patrimonio Nacional (CAPN) también pasa por sus manos y a órgano tan directamente relacionado con el rey no debe faltarles de nada ni aún en época de crisis: 1,7 millones de euros en seguridad, 325.000 euros en “baja tensión” (no apagan la luz nunca), la ampliación de la vigilancia 33.000, y la venta de entradas 26.000 (porque Patrimonio gasta hasta para cobrar). Los equipos contra incendios nos cuestan 90.000. Los recursos electrónicos de su biblioteca digital nos valen 68.000 euros. Claro que la contratación de una agencia de publicidad para una exposición fue aún más cara: 118.000 euros.
Soraya paga las traducciones de su página web a 60.000, otros 123.000 en internet, en informática 30.000 y y la gestión del sistema informático 165.000, la reforma de la cafetería 198.000 y las propias cafeterías y bares ¡1,5 millones de euros!. ¡Pero cuanto nos cuestan los cafés del personal de Soraya, si es que son cafés! Soraya lee una barbaridad y sus asesores también: en la época de la gratuidad digital y de internet, Presidencia paga 163.000 euros en prensa diaria. Otro órgano dependiente, el Centro de Estudios Constitucionales, pagó ¡44.000 euros! por editar tres volúmenes de las “Obras Escogidas de Juan José Linz”, escritor tan escogido y visionario que nos hablaba de la “quiebra de las democracias”. Lo que no pensó Linz es que caeríamos en manos de una gestora como Soraya, que paga por sus ediciones un precio que está a todas luces fuera de mercado, como podría atestiguar cualquier imprenta o editor. Una minucia, si se compara con los 350.000 euros que gasta Soraya en servicios postales, aunque ya estemos en la generación digital de internet. Y hasta el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) nos clavó 41.000 euros por un “estudio sociológico” sobre el Debate del Estado de la Nación, algo que pocos corresponsales parlamentarios soñarían cobrar ni por una tesis doctoral.
Estos gastos son solo un botón de muestra: estos son solo los 20 primeros contratos de un total de 878 que figuran en su organigrama. Los caprichos de Soraya y sus departamentos que le competen son más importantes que los 6,2 millones de parados. Si nuestro dinero, en lugar de emplearse en esas superficialidades, se le diera a cada familia española desempleada, resistiríamos mejor la crisis. Y si no dan crédito a lo que escribo, pueden contrastar y alucinar con todos los contratos pinchando aquí.
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