Había logrado evitar la avalancha que se produjo en «el túnel de la muerte» del Madrid Arena, refugiarse en un lugar aparentemente seguro, o, al menos, mucho más seguro que ese fatal espacio; pero dos agentes de seguridad, ellos sabrán los motivos y deberán explicarlo ante el juez, le hicieron regresar al lugar donde perdió la vida. Esto fue lo que le ocurrió a la joven Belén Langdón la noche fatídica del 31 de octubre en la fiesta de Halloween que se celebraba en un recinto, cuya actividad principal está destinada a actos deportivos y cuyo aforo estaba ampliamente desbordado, según han puesto de manifiesto diversos informes que constan en el procedimiento y con los que se intenta aclarar qué fue lo que ocurrió realmente que provocó la pérdida de cinco jóvenes.
Han sido los padres de una amiga de Belén los que han relatado de forma pormenorizada lo que le ocurrió a su hija cuando, con la tristemente fallecida, fue a buscar un vaso de agua para otra amiga del grupo que acudió al evento que, debido a la «sobreocupación» del lugar, se «agobió y medio mareó». Para ello, cogieron unos vasos de plástico y buscaron unos lavabos donde rellenarlos de agua. Todo el camino lo realizaron agarradas de la mano, debido a la multitud de gente, hasta que llegaron a un túnel de acceso a la pista principal del Madrid Arena.
Una vez en ese lugar, ya les resultó imposible moverse, dada la aglomeración existente, por lo que optaron, siempre agarradas de la mano, «por pasar por una puerta que estaba abierta dentro de ese túnel y que, al parecer, les condujo a una habitación donde suelen hacer controles antidoping, consiguiendo así evadirse de los apretones que se estaban produciendo en el túnel».
Sin embargo, cuando parecía que habían logrado esquivar el peligro que había en la zona, todo se precipitó de golpe, y no, precisamente, porque así lo decidieran las chicas. Fueron obligadas a regresar al lugar de las aglomeraciones. Una decisión adoptada por quienes tenían la obligación de vigilar por la seguridad de los asistentes y que, al final, tuvo el trágico desenlace conocido.
Han sido los padres de una amiga de Belén los que han relatado de forma pormenorizada lo que le ocurrió a su hija cuando, con la tristemente fallecida, fue a buscar un vaso de agua para otra amiga del grupo que acudió al evento que, debido a la «sobreocupación» del lugar, se «agobió y medio mareó». Para ello, cogieron unos vasos de plástico y buscaron unos lavabos donde rellenarlos de agua. Todo el camino lo realizaron agarradas de la mano, debido a la multitud de gente, hasta que llegaron a un túnel de acceso a la pista principal del Madrid Arena.
Una vez en ese lugar, ya les resultó imposible moverse, dada la aglomeración existente, por lo que optaron, siempre agarradas de la mano, «por pasar por una puerta que estaba abierta dentro de ese túnel y que, al parecer, les condujo a una habitación donde suelen hacer controles antidoping, consiguiendo así evadirse de los apretones que se estaban produciendo en el túnel».
Sin embargo, cuando parecía que habían logrado esquivar el peligro que había en la zona, todo se precipitó de golpe, y no, precisamente, porque así lo decidieran las chicas. Fueron obligadas a regresar al lugar de las aglomeraciones. Una decisión adoptada por quienes tenían la obligación de vigilar por la seguridad de los asistentes y que, al final, tuvo el trágico desenlace conocido.
La denuncia de los padres de la amiga de Belén –prestada en la Comisaría de Alcobendas el pasado día 2 y que forma parte del séptimo tomo del sumario del caso Madrid Arena–, quienes conocieron lo sucedido por boca de su hija, es bastante significativa y esclarecedora al respecto: «Dos porteros de seguridad, el primero de buenas maneras, y el segundo, a empujones, las sacaron a las dos del cuarto, devolviéndolas al túnel». En ese lugar, añaden, permanecieron juntas, hasta que, en un momento determinado, fueron «aplastadas entre la gente, durante un tiempo, sin poder moverse». Posteriormente, las dos chicas fueron empujadas y cayeron al suelo, «y en pocos segundos, ambas tenían a cinco o seis personas sobre ellas».
La hija de los denunciantes perdió la sensibilidad en una de las manos debido al aplastamiento y no la recuperará hasta dentro de unos meses. Lógicamente, sufre las secuelas psicólogícas de la pérdida de su amiga.
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