A Diego Ventura no le gustó ayer el quinto toro, segundo de su lote. Este hecho, que podría parecer habitual en aquellos que se ponen día sí, día no, delante de los astados en las plazas, marcó el festejo de rejones celebrado en Zafra.
Ese quinto ejemplar, de nombre 'Mimoso' y de la ganadería de Fermín Bohórquez, resultó un tanto brusco de salida. Se dolió tras dos rejones de castigo de mala colocación, el primero excesivamente delantero y el segundo muy trasero. Puso una banderilla al quiebro y comenzó a adornarse con la hincada para dejar una segunda. Entonces, fue a por su caballo 'Remate' y abrevió con un rejonazo que resultó inesperado para todos. El público, muy enfadado, abroncó al rejoneador y aplaudió al toro en el arrastre, premio excesivo pues apenas se pudo ver.
Ventura consideró que el astado era violento y abrevió sin intentar hacerle faena. Fue eso lo que molestó al respetable, aunque pronto se contentó cuando pidió un sobrero de regalo con el que quiso reconciliarse con los aficionados segedanos.
A 'Lindito II', también de la ganadería de Fermín Bohórquez, lo recibió con un rejón de castigo y lo enceló cabalgando a dos pistas pegado a las tablas. A esas alturas ya tenía a gran parte del público en el bolsillo. Lo templó bien de salida y clavó una primera banderilla de frente atacando mucho al toro.
Conectó pronto con los tendidos y dejó tres banderillas más de frente, adornándose mucho con piruetas y haciendo su toreo vibrante y de emoción. Echó pie a tierra en ese momento para sorpresa de muchos y comenzó a torear con la muleta, dos tandas con la diestra rematadas con el pase de pecho. Se perfiló para entrar a matar pero falló con los aceros y tuvo que usar el descabello. Saludó y, lo más importante, se reconcilió con la afición segedana.
Orejas generosas
Antes de todo esto, había lidiado al segundo de su lote, un ejemplar frío de salida que resultó bastante soso y al que clavó tres rejones de castigo. Llegando al toro fue desgranando las banderillas a lomos de 'Nazarí' y 'Oro', siempre con temple y sin faltar la energía que imprime en su toreo. Terminó muy rajado el toro con tres banderillas cortas y la presidencia negó dos más que tenía intención de poner a dos manos. El rejón de muerte, aunque algo trasero, resultó efectivo y fue premiado con dos más que generosas orejas.
Diego Ventura compartió protagonismo en la tarde con Leonardo Hernández, que dejó buena cuenta de su excelente concepto del toreo. Cada día avanza un paso más y es aún joven pero está llamado a convertirse en una figura del toreo a caballo. Logró encelar al primero de su lote, muy parado de salida, con un rejón de castigo, obligando al astado a humillar. Quebró en banderillas, destacando la segunda de ellas, muy ajustada y de poder a poder.
Hubo una banderilla al estribo con mucha emoción y a dos manos puso dos banderillas largas antes de tres cortas al violín. Tras una rosa de adorno, dejó el rejón de muerte en buen sitio, pero no resultó efectivo y tuvo que descabellar. Aún así fue premiado con dos apéndices que le abrían ya la puerta grande.
A los miembros de su cuadrilla, su apoderado y sus mozos de cuadra brindó la faena del segundo de su lote en el que volvió a dejar buena cuenta de su toreo, ajustando mucho los quiebros, llegando al toro, clavando de poder a poder y encelando y templando las embestidas. Cortas al violín de nuevo y un adorno novedoso: coger un pañuelo y pasarlo por la testuz del morlaco. Saludó tras un rejón de muerte trasero.
Completaba la terna Andy Cartagena que enceló de salida al primero de la tarde, cabalgando a dos pistas y dejando un rejón de castigo. Se adornó mucho antes de clavar las banderillas y trató de conectar con los tendidos. El ejemplar resultó el más justo de fuerzas del encierro y se paró pronto en el centro del ruedo, donde dejó tres banderillas cortas y se adornó con el teléfono. El astado no colaboró a la hora de matar y se atascó con los aceros. Saludó el rejoneador y se oyeron leves palmas para el animal en el arrastre.
Salió a por todas en la lidia del cuarto, segundo de su lote, que tuvo algo más de aire de salida. Conectó con los tendidos, adornándose mucho y haciendo un toreo bullicioso llegando a pedir la música para clavar una rosa de adorno. Puso el punto de chispa que le faltaba al toro y terminó poniendo sobre su testuz su propio sombrero en un alarde de carencia de respeto al morlaco. Logró su objetivo, cortar las dos orejas y abandonar a hombros la plaza junto a Diego Ventura y Leonardo Hernández.
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