Ni los recortes ni el rescate bancario que ya tiene luz verde de los socios europeos han servido para rebajar la presión que los mercados ejercen sobre la ya maltrecha economía española. Al 'viernes negro', en el que la prima de riesgo alcanzó su máximo histórico en los 610 puntos básicos y se llevó a la bolsa consigo, podría seguirle un “lunes aún más negro”, como ha apuntado este domingo el secretario socialista Alfredo Pérez Rubalcaba.
Todos los ojos estarán puestos en la apertura de los mercados, pero también en la institución que este fin de semana ha estado en boca de políticos de uno y otro signo en nuestro país. El Banco Central Europeo asoma como una luz al final del túnel, que podría aliviar la asfixia financiera que aqueja a nuestro país si diera su brazo a torcer y se decidiera a comprar deuda española.
Ni el presidente del Gobierno, ni la vicepresidenta, ni los ministros con carteras económicas se han dejado ver en público este fin de semana. Ninguno de ellos ha alzado la voz para presionar al regulador bancario comunitario. Esa labor se la han dejado a otros, como el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, que pedía este sábado al BCE una “apuesta por el euro” que aplaque el voraz apetito de los especuladores.
"Hay miles de millones en juego de personas que han hecho apuestas a corto plazo, una apuesta contra el euro", decía el jefe de la diplomacia. Y eso nos lleva a pagar por financiarnos sumas mucho más altas que otros socios de la eurozona. Mañana martes el Tesoro sacará a subasta letras a tres y seis meses. La última vez que lo hizo, el pasado jueves, se vio obligado a subir el interés, y desde entonces las cosas no han hecho otra cosa que empeorar.
Este fin de semana, Valencia ha anunciado su adhesión al mecanismo creado por el Gobierno para dotar de liquidez a las comunidades autónomas. Es la primera, pero la ambigüedad de algunas declaraciones escuchadas este fin de semana hacen prever que podría no ser la última. Cataluña, Murcia o Castilla - La Mancha tienen todas las papeletas para ser las siguientes.
A ello se suman, en el escenario europeo, las presiones de los socios de Merkel para que Grecia introduzca el dracma y vaya pensando en salir del euro, mientras el FMI se plantea cerrar el grifo de la ayuda al país heleno y el Gobierno germano ya no descarta que Grecia abandone la moneda única.
Con todo esto en la mochila, Luis de Guindos comparecerá hoy lunes a petición propia en la Comisión de Economía para explicar el memorándum firmado conBruselas para el rescate de la banca. Y mañana martes viajará a Alemania para reunirse con su homólogo Wolfgang Schäuble y explicarle las últimas medidas de ajuste aprobadas en el Consejo de Ministros.
Allí tendrá una oportunidad de oro para pedir al Gobierno germano que apoye la citada intervención del BCE. Ya la tuvo el viernes, fecha en que estaba previsto que se celebrase el encuentro, pero la dejó pasar. Rubalcaba se lo ha echado en cara y ha lamentado que la respuesta del Gobierno en nuestro 'viernes negro' no fuera viajar a los centros de decisión europeos para convencer a sus dirigentes de la necesidad de una actuación coordinada.
Tampoco es tarea fácil. El propio Mario Draghi, aseguraba en una entrevista publicada el sábado en Le Monde que la institución que preside no tiene entre sus funciones "resolver los problemas financieros de los países" y lanzaba un recordatorio con rumbo a Madrid: el BCE "ha advertido a España en numerosas ocasiones de que no debe permitir que el déficit actual se escape a su control".
Mañana España tomará el café con un ojo en los mercados y el otro en Europa. Desde el viernes, poco ha hecho (o dicho) el Gobierno para evitar que no se le atragante. Al 'viernes negro' puede seguirle un lunes de infarto.
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