Algunos medios se han atrevido ya a insinuar la vuelta de José María Aznar al primer plano de la vida política nacional en lo que algunos observadores consideran “política ficción”. Pero que hay movimiento subterráneo al respecto es algo que se puede describir con nombres, pelos, señales e incluso intereses.
El llamado “sector crítico” del Partido Popular que básicamente viene a coincidir con los derrotados en el Congreso de Valencia ha seguido sin mucho entusiasmo pero con disciplina la llegada al poder de Mariano Rajoy. A la fuerza ahorcan. Rajoy con el poder en la mano ha demostrado, sin gritar ni amenazar públicamente, que es temible. Pero nunca le han visto con buenos ojos; se han limitado a aceptar su poder como cuestión inevitable. Punto. Incluso algunos de estos críticos de la segunda generación aznarista (es el caso de García Legaz, secretario general de FAES, repescado, entre otros, por el ministro de Economía como Secretario de Estado de Comercio) se han incorporado al Ejecutivo de Rajoy en diferentes escalones. Otros como Carlos Aragonés o Miguel Angel Cortés, aznaristas convictos y confesos desde siempre, se han quedado para calentar escaño en el Congreso de los Diputados.
Lo que sí se ha oído públicamente decir a Aznar es que él había dejado de ser un político para ser un escritor, intelectual, etc…En público llegó a reconocer que “hay mucha gente que quiere que vuelva” (cuando en el poder estaba Rodríguez Zapatero y muchos en la derecha creían que Rajoy sería incapaz de derrotar a la izquierda).
Otras veces ha sido taxativo: “Sólo volveré si España me necesita y me pide que vuelva….”
La izquierda se opone
Pero para pilotar un gobierno de salvación, coalición o concentración su presidente tiene que ser aceptado por todas las fuerzas políticas. Aznar ha sido uno de los presidentes más rechazados por un sector de la izquierda nacional por su participación en la guerra de Irak y otros capítulos que no invitaban precisamente al consenso.
Pero para pilotar un gobierno de salvación, coalición o concentración su presidente tiene que ser aceptado por todas las fuerzas políticas. Aznar ha sido uno de los presidentes más rechazados por un sector de la izquierda nacional por su participación en la guerra de Irak y otros capítulos que no invitaban precisamente al consenso.
Su propio proceder, chulesco, fascista y zafio en determinadas ocasiones, le ha hecho convertirse en la “bestia negra” de una mayoría de la sociedad española.
¿Es éste el momento para que Partido Popular reemplace a Mariano Rajoy por la bestia negra?
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