Tal y como está España estoy por huir, pero
he cogido un mapamundi y no me decido a
dónde.
Si me voy a Alemania, me van a hacer trabajar más
y me van adespedir con poca indemnización.
Si me voy a
EEUU, me
pueden despedir
sin pagarme nada
y además solo
tendré una
semana de
vacaciones al
año.
No me quiero ir a Inglaterra mientras no nos
devuelvan Gibraltar.
He pensado en Francia, pero me he dado cuenta
de que está llena de franceses.
En Grecia la situación no ha empeorado, porque
no puede ser peor.
En el norte de África no hay paro, porque no hay
trabajo, y en el único país estable, Marruecos, no
hay ni carreteras ni hospitales.
Más al sur solamente se puede ir a trabajar en una
ONG o a cazar elefantes.
Si me decanto por el oeste, o me expropian, como
en Argentina, o me secuestran, como en México.
En Rusia me tengo que hacer mafioso.
¡Qué pereza!
En China no puedo abandonar mi puesto de trabajo
ni para dormir, porque me lo quitan.
En la India tengo que hacer mis necesidades en el
mismo río en el que me lavo la cara.
Y en los demás países que estoy viendo en el
mapa hay tanta miseria, tanta injusticia y tanto
desorden que me dan pena. Al final, aún
queriendo huir, la realidad me lo impide.
Quiero que mis hijos vayan a una universidad,
aunque sea pagando un poco más.
Si me da un infarto, quiero que me lleven en
ambulancia a un buen hospital, aunque tenga
que pagar 10 euros por las recetas.
Y si no tengo dinero para poner gasolina, que haya
autobuses, metro o incluso AVE, para visitar a mi
familia o para irme a la playa.
Quiero comer jamón de vez en cuando y cocinar
con aceite de oliva.
Y quiero reírme un poco, aunque no sea como antes.
La verdad, mirando detenidamente el mapa he
decidido quedarme en España.
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