Este pobre Zapatero
tiene de espalda los santos
y no da una a derechas
aunque compre los milagros.
No sé si tiene de gafe
tres cuartos de kilo largos,
o es que tiene mala suerte,
o es que las busca, el muchacho,
pero este sale a la calle
en noche de cielo raso
y de pronto vienen nubes,
se pone a llover a cántaros
y caen rayos y centellas
aunque sea pleno verano.
Es lo mismo que ese mueble
que alguien a la casa trajo,
y estorba en el comedor
y estorba en el cuarto baño,
y te lo quitas de en medio
y el mueble sigue estorbando,
estorbaba cuando estaba
y estorba porque lo extraño.
Donde Zapatero suene,
el problema, asegurado:
problema porque no fue,
problema porque ha llegado,
problema porque no habla,
problema por hablar tanto,
problema por no saber,
problema por ir de sabio…
Y ya ven, era un problema
ayer que estaba en el mando,
y se fue porque perdió
y sigue problemeando.
Si se acercan las desgracias,
sale Zapatero al canto;
si tarda la buena suerte,
Zapatero está estorbando.
Y para colmo, el PP
ve brujas por todos lados
y empieza a crear fantasmas
y a gritar “Ay, cielo santo”,
cada vez que ve a dos rojos
juntos, aunque estén rezando.
El PP tiene ese miedo
de los inseguros, macho.
Y Zapatero es un símbolo
de los malos, malos, malos…
Y ahora le ha dado por irse
a Cuba a ver a los Castros
y aunque esté allí el epicentro
aquí la tierra temblando,
y la culpa, a Zapatero,
lo del mueble que contamos:
que estorba cuando lo pones,
lo quitas, sigue estorbando,
y allí por donde camina
lleva el problema arrastrando.
No quiso aquí ver la crisis
y aún nos sigue coleando.
Déjenlo tranquilo en Cuba,
que aunque nadie lo ha pensado,
puede ser éste el final
del régimen de los Castro.
Que a este va y le dice usted
“Zapatero, a tu zapato”,
y se nos quedan los pies
eternamente descalzos.
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