La rabia contenida y la extrema indignación de los ciudadanos de la Comunidad Valenciana por el fulminante cierre de su cadena de televisión autonómica fue ayer la noticia parapsicológica más comentada en todos los medios de comunicación.
Los valencianos, que se habían acostumbrado a utilizar la programación de Canal 9 como un saludable y eficaz vomitivo para toda la familia, se ven ahora abocados a recurrir a métodos más tradicionales, y también más toscos. “Otra vez a meternos cosas en la garganta para aliviarnos”, se quejaba una telespectadora, ebria e indignada por la decisión de cierre. “No pueden dejar de chutarnos esa mierda, así de repente”, añadió. Diversos colectivos de médicos y psiquiatras condenan también la brusquedad con la que ha dejado de manar ponzoña desde los televisores valencianos.
Al parecer, muchos informativos de la cadena valenciana no se veían durante su emisión en directo sino que se grababan en un DVD y se guardaban en el cuarto de baño, junto al ibuprofeno y los antidiarreicos, para ser visionados por los ciudadanos que, en un momento dado, necesitaban provocar el vómito para aliviar náuseas, limpiar el estómago o contrarrestar una intoxicación etílica. “Yo vomitaba mejor con los informativos que con Tómbola o la Paella Rusa”, confiesa un vecino de Mislata.
El presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, asegura que lamenta profundamente la situación pero que “había que elegir entre cerrar la televisión pública o ahorcar a mil niños pobres”, según sus propias palabras.
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