Una fórmula eficaz para preservar a la Casa Real de escándalos sería delimitar las funciones de los futuros reyes, de forma que la Reina lo fuera sólo consorte, como lo es el duque de Edimburgo respecto de Isabel de Inglaterra.
El debate sobre el futuro constitucional de España está abierto, y en ese debate, el futuro de la Monarquía como base constitucional se convierte en más importante que nunca. Los actuales nacionalismos y amenazas de secesión convierten a la Corona en garante de la indisolubilidad de España, pero además, de cara al exterior, tanto el Rey de España como Jefe de Estado, como elPríncipe Felipe, se han convertido, sin lugar a dudas, en los mejores embajadores de España.
Por ello, es muy importante sentar las bases de lo que será el futuro. Unas bases sólidas, donde el error humano no pueda alterar el sistema constitucional, delimitando muy claramente entre Monarquía, Corona, Casa Real y familia del Rey, y marcando la pauta para las funciones de Doña Letizia Ortizcomo esposa del futuro Rey de España.
¿Qué papel podrá jugar Letizia Ortiz en el futuro de la Monarquía española? Seguro que un papel muy importante. De hecho, ya lo está jugando, siendo la mujer del heredero a la Corona y madre de la futura reina.
Es obvio que Doña Letizia es una gran profesional, que es lo que al final importa, y sabe interpretar su papel oficial a la perfección. Lo acabamos de ver en su reciente viaje a Estados Unidos. Pero ello, no es óbice para tomar unas medidas de precaución que delimite sus funciones e, incluso, su tratamiento protocolario.
Solo Isabel es reina
Tomemos como ejemplo a la monarquía inglesa. Isabel II es reina, pero su marido no. El es el duque de Edimburgo -nació siendo príncipe de Grecia y Dinamarca, al ser nieto por línea masculina del rey Jorge I de Grecia y bisnieto, también por línea masculina, del rey Christian IX de Dinamarca-, príncipe del Reino Unido –título otorgado a los consortes de reyes británicos- y esposo de la reina de Inglaterra, pero no es rey.
A nivel protocolario, nunca se les presenta como reyes de Inglaterra, sino como la reina Isabel II y el duque de Edimburgo. Se trata, en definitiva, de marcar distancias y separar y delimitar con una línea roja al monarca de su familia. Esto evita que cualquier escándalo que pudiera producirse a lo largo de los años, o complicaciones y problemas en el matrimonio, no afecte al jefe de estado ni al gobierno de la nación.
En España, hemos tenido recientes ejemplos de no saber delimitar, incluso el tratamiento protocolario, la función de los maridos de las Infantas, con el problema que ello ha supuesto a la larga para la propia Casa Real y la Jefatura del Estado.
Escándalos de corrupción y hechos más habituales en la actual sociedad, como un divorcio, han afectado claramente a la propia Jefatura del Estado, por haber incluido a los consortes en actos protocolarios oficiales del Estado, habiéndoles otorgado, además, los mismos títulos nobiliarios que a sus mujeres.
Doña Sofía de Grecia, como esposa del Rey de España, recibe el tratamiento de Reina de España, y es verdad que como gran profesional, su trabajo como imagen de esposa de monarca ha sido casi inmejorable. Pero, ¿será siempre así en el futuro de los reyes del siglo XXI? Estamos en otra generación, en donde más de la mitad de los matrimonios se separan, y sería imposible asegurarlo. Por ello es el momento de tomar medidas.
No hay que olvidar, por otro lado, que España no se entiende históricamente sin Monarquía católica. Por ello, la Corona como institución, es atacada por sus enemigos. De ahí que haya que evitar que escándalos o problemas internos de familiares directos del futuro rey o sus conjugues afecten de manera directa a la Jefatura del Estado, y eso sólo se conseguirá delimitando, sin temor, las funciones de cada uno.
El hecho de que Doña Letizia no sea de sangre azul puede ser incluso bueno para “el pueblo”,que se siente más identificado con la Monarquía, como a muchos les gustó que un jugador de balonmano se casara con una hija de Rey. Pero no haber delimitado sus funciones, aún si fueran de sangre azul, ha sido un error y hay que corregirlo.
Papel clave en América
La vía inglesa podría ser una solución. Ser mujer de rey pero no necesariamente reina. Tener las mismas funciones que como esposa Doña Letizia, ya tiene, además de otras sociales y de ayuda a los más desfavorecidos. Pero siempre como esposa del monarca, como Reina consorte, como el duque de Edimburgo es rey consorte, pero no monarca.
Lo cierto es que la joven ex periodista ha encajado bien en la labor profesional junto al Príncipe, como se ha podido ver en su viaje a EE UU. La labor de españolización que el Príncipe Felipe ha hecho estos días en Estados Unidos ha sido, simplemente, espectacular, bien acompañado por su esposa. No sólo en este último viaje a Miami. Hace un año ya estuvo en Boston, donde las palabras que pronunció en la universidad de Harvard, en una conferencia titulada España: una nación americana,nunca hubieran salido de los labios de un Jefe de Estado político.
El Príncipe recordó que “la presencia o los asentamientos españoles se extendieron a la práctica totalidad del territorio de los Estados Unidos que se extiende al oeste del Misisipi. Hablamos igualmente de toda la costa del océano Pacífico desde California hasta Alaska pasando por territorios hoy canadienses que también fueron explorados e incorporados a España hace algo menos de dos siglos y medio”.
A continuación, fue desgranando otros hitos que demuestran el sello hispano de América tal como la conocemos: “Resulta obligado rememorar hoy la llegada a Florida hace casi 500 años, en 1513, de la expedición española de Ponce de León, donde, tiempo después, se establecería el primer asentamiento en Pensacola. San Agustín, fundada en 1565 por Pedro Menéndez de Avilés, es la ciudad más antigua de los Estados Unidos si exceptuamos, naturalmente, San Juan de Puerto Rico”.
Aludió Don Felipe incluso al Thanksiving Day a la española señalado en que “la primera celebración documentada del Día de Acción de Gracias en los hoy Estados Unidos tuvo lugar en El Paso, en 1598, con motivo de la toma de posesión de esas tierras por Juan de Oñate, más de dos décadas antes de la llegada del Mayflower a las costas orientales norteamericanas. Y podría seguir, pero les ahorraré más ejemplos de la histórica presencia de España en lo que casi constituye tres cuartas partes del territorio de los Estados Unidos donde, en una gran parte, permanecimos durante más de 300 años”.
El Príncipe fue más allá y recordó “capítulo fundamental, también muy poco conocido, de los lazos históricos españoles con esta tierra y con su pueblo fue la participación en la Revolución Americana. España realizó una contribución decisiva a la causa de la libertad de este país aportando medios, armas, capital y, también, una extraordinaria participación de importantes contingentes militares. Estoy seguro de que muchos tienen en su memoria el nombre de Bernardo de Gálvez y la ciudad bautizada en su honor, Galveston. El papel desempeñado por Gálvez en la historia estadounidense, junto con sus valientes granaderos, ha sido considerado fundamental para la victoria en la Guerra de la Independencia”.
PSOE, la Corona vista a la izquierda
El futuro de la Monarquía dependerá siempre de la izquierda política española. Históricamente desde la Transición, ese apoyo, implícito no escrito, ha sido imprescindible y ha contribuido a crear un equilibrio de estabilidad, tal como apunta Javier Castro Villacañas en su libro ‘El fracaso de la monarquía’ (2013). Mientras el Partido Socialista esté a gusto, no correrá peligro, pero las bases, los jóvenes socialistas no son de la misma opinión con respecto al futuro de la Jefatura del Estado.
Es comprensible que, en pleno siglo XXI, los jóvenes no entiendan que por sangre, se pueda heredar ser Jefe de Estado, pero aquí, es fundamental la labor de hacerles ver que, incluso egoistamente, es beneficioso para España, aunque sólo sea por nuestra imagen exterior.
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