Jaime Botín (77), expresidente y principal accionista de Bankinter, y hermano de Emilio Botín, ha publicado esta semana un artículo de opinión en El País titulado'Moral católica' en el que critica duramente a los responsables, a su juicio, de la "miseria moral" de nuestra sociedad, entre ellos de forma destacada la Iglesia Católica. Botín fue pillado, junto a su hermano y los hijos de ambos, con cerca de 2.000 millones en total ocultos en Suiza en el escándalo del HSBC, que la familia resolvió pagando unos 200 millones a Hacienda para evitar ir a la cárcel. Además, esta investigación reveló que dentro de ese patrimonio opaco había un 8% de Bankinter no declarado en flagrante incumplimento de la Ley del Mercado de Valores, falta que está pendiente de sanción.
El banquero firma el artículo como "alumno de la Escuela de Filosofía"para cultivar su imagen de 'hermano culto' de la saga Botín. En efecto, Jaime -licenciado en Derecho y Económicas en Deusto- siempre se ha distinguido por un gran interés por la cultura clásica (de hecho, presume de leer en latín), por su laicismo, por el dominio de los idiomas, por aficiones de alto standing, como la vela y los trajes caros, y por una discreción absoluta: no concede entrevistas, ni siquiera daba ruedas de prensa cuando presidía Bankinter, y es muy difícil encontrar fotografías suyas.
Todo para distanciarse lo más posible del culto al vil metal que impone su profesión y, por supuesto, de su hermano, conocido por su campechanía, su presencia constante en los medios de comunicación, su religiosidad (estuvo con el papa Benedicto XVI en las jornadas mundiales de la juventud de Madrid), su cercanía al Gobierno de turno y sus problemas con los idiomas, que han sido objeto de mofa popular en numerosas ocasiones.
En el citado artículo, Botín asegura sin pestañear que "se pueden soportar muchas cosas, pero no se puede sorportar el mal ejemplo". Su familia no es, precisamente, un espejo en que mirarse. El patrimonio oculto en Suiza llevaba ahí desde la Guerra Civil, según su propia versión, cuando su padre lo sacó de España, y fue creciendo con el tiempo hasta llegar a los citados 2.000 millones. Se ve que, desde entonces hasta que el famoso Hervè Falciani filtró el CD del banco HSBC a la Hacienda francesa en 2010, la familia no encontró un momento para regularizar ese dinero.
Como el delito fiscal prescribe a los 5 años en España, Jaime y el resto de la familia sólo tuvieron que pagar el Impuesto de Patrimonio de tres ejercicios (2005-2007, puesto que en 2008 fue suprimido) y el IRPF de los cinco anteriores, distintos en función de cada miembro de la familia. Este IRPF se refiere a las ganancias obtenidas por estas cuentas, ya que el origen del patrimonio -la herencia del padre de Emilio y Jaime- ya estaba prescrito puesto que falleció en 1993.
Concretamente, Jaime Botín pagó individualmente 27 millones de euros para regularizar los pagos no efectuados en concepto de IRPF y otros 19 millones por el Impuesto sobre Patrimonio. Pero, en su ímpetu por ponerse al corriente de pago con la Agencia Tributaria para evitar una acusación penal, se pasó de frenada y pagó 2,2 millones de más, que le devolvió Hacienda. A pesar de contribuir de este modo a la insuficiencia de los ingresos fiscales en nuestro país, Botín también se permite criticar "que desaparezcan las ayudas a la cultura, a la educación o a la investigación".
Ni responsabilidad ni transparencia
Otra de sus invectivas, dirigida en este caso contra la Iglesia por su tolerancia con la corrupción política o la pedofilia en su seno, es que "no es suficiente decir: 'Me equivoqué'. En una democracia, el sacerdote no administra la absolución de las fechorías cometidas por el pecador arrepentido. En una democracia digna de tal nombre hay que dar cuenta y asumir la responsabilidad". En su caso, no hubo asunción de responsabilidad, sino justo una huida de la misma: pagó al Fisco para evitar la responsabilidad penal que podría haber acabado con una condena de prisión. Lo mismo que ha hecho más recientemente Leo Messi.
El hecho de que no se asuman responsabilidades se complementa con la mentira y la impunidad de que goza la misma en nuestro país, a juicio del banquero: "No es solo que se mienta, sino que el embustero ni siquiera se preocupa de contradecir al que le increpa". Precisamente, dentro del patrimonio oculto en Suiza afloró una participación del 7,85% en Bankinter no declarada a la CNMV en contra de lo que obliga la Ley del Mercado de Valores. Esta falta, tipificada como "muy grave", lleva durmiendo el sueño de los justos desde entonces.
La CNMV presidida por Julio Segura concluyó un expediente sobre este escándalo en noviembre de 2011. Pero la entonces ministra de Economía, Elena Salgado, no tuvo a bien rubricar las conclusiones del organismo supervisor (que pedía inhabilitarle para ejercer funciones de banquero, así como para sentarse en cualquier consejo de una sociedad cotizada, aparte de imponerle una fuerte multa económica), sino que decidió dejar el asunto en manos de su sucesor, Luis de Guindos, debido a la cercanía de las elecciones generales.
Éste aceptó una suspensión cautelar solicitada por Botín hasta que la Audiencia Nacional resolviera si existía delito fiscal. Una vez archivada la causa en mayo de 2012, se reabrió la vía administrativa... y hasta ahora. El ministro no ha decidido todavía en todos estos meses si acepta la propuesta del supervisor del mercado. Es decir, que Jaime se beneficia de esa impunidad que tanto critica.
"La moral católica acabará con todos"
Llama también la atención la enorme influencia que concede a la moral católica en la sociedad española de hoy. "De la herencia del franquismo tenemos algunas cosas buenas y una malísima, que es la moral rancia e hipócrita que nos legaron nuestros padres (...) ha llegado el momento de decidir lo que está bien y lo que está mal. Y, por una vez, sería bueno decidirlo de manera autónoma, sin consultar a la Santa Madre Iglesia".
Y concluye su tribuna diciendo que "Mucho temo que la moral católica, si Dios no lo remedia, va a acabar no solo con la derecha española, sino con todos nosotros. Esperemos que el papa Francisco, que tan admirable comienzo ha protagonizado, encuentre solución a un problema que, según parece, nuestros gobernantes y la jerarquía eclesiástica prefieren ignorar".
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