El mundo de la cultura española es un poco menos culto. El escritor José Luis Sampedro Sáez, Premio Nacional de las Letras Españolas en 2011 y miembro de la Real Academia de la Lengua, falleció en Madrid a los 96 años de edad después de que su estado de salud empeorase durante las últimas semanas. El deceso de Sampedro (Barcelona, 1917) acaeció en la madrugada del domingo al lunes en su domicilio de Madrid, aunque por expreso deseo suyo su fallecimiento se gestionó con la más absoluta discreción y no fue confirmado hasta que a primera hora de este martes sus restos fueron incinerados en el Crematorio de La Almudena.
"No quería hacer ningún ruido", indican desde su entorno, emocionados con la enorme lucidez del viejo profesor hasta sus últimos días. Ya lo manifestó en 2011, durante uno de sus últimos actos públicos: "Agradezco que todo haya sido tan hermoso. Lo he hecho lo mejor que he podido. Pienso vivir lo mejor posible y morir como un acto vital".
Con la muerte de Sampedro desaparece un testigo de buena parte de las andanzas de la historia de España. Personalidad polifacética, Sampedro fue un personaje culto, abierto, viajado, gran conversador, muy amigo de madrugar y dotado de un fino sentido del humor. "En vez de ser internauta prefiero ser libernauta y navegar entre libros", manifestó durante la Feria del Libro de Sevilla en 2005. Son cosas que se gestan desde la cuna. O casi. Intensa vida la suya. Un constante viaje de descubrimiento vital, no exento de paradas revitalizadoras en las Canarias o (sobre todo en la última década) en su queridísima Mijas, que resumen unos versos de su admirado San Juan de la Cruz que inician una de sus obras más célebres, Octubre, octubre: "Entremos más adentro en la espesura".
Una vida literaria
Disfrutó en todas las parcelas de su vida, ya fuera la académica, la divulgadora (varios tratados económicos llevan su firma) o incluso la política (fue senador entre 1977 y 1979), porque siempre defendía que "el deber del hombre es llevar la vida al máximo", pero fue en la literatura donde más cómodo se encontró.
Lector voraz, era a través de la escritura donde podía plasmar todas sus inquietudes, impresiones y descubrimientos, ese proceso de "arqueología de uno mismo" al que solía hacer mención. Entre la docena de obras narrativas que firmó se encuentran El río que nos lleva (1961), Octubre, octubre (1981), La sonrisa etrusca (1985), La vieja sirena (1990) o La senda del drago (2006). A través de la Literatura le llegaron varios reconocimientos, como elPremio Nacional de las Letras Españolas que recibió en 2011. Dos décadas antes, el 1 de febrero de 1990, y después de unos años ochenta de éxito editorial, fue elegido miembro de la Real Academia Española de la Lengua, donde en junio de 1991 tomó posesión del sillón F. En 2010 el gobierno le otornó la Orden de las Artes y las Letras de España. Antes, en 2005, le había otorgado la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Hubo más reconocimientos.
En 2011 Sampedro firmó el prólogo a la edición española de ¡Indignaos!, el breve relato del francés Stéphane Hessel(fallecido el pasado mes de febrero) que invitaba a las nuevas generaciones a una insurreccion pacífica ante los desvaríos del sistema y que, para muchos, entroncaba con el hartazgo de no pocos movimientos sociales hacia la especulación, la corrupción o el derroche de los poderes facticos del capitalismo.
El pensamiento de Sampedro, siempre muy crítico con la voracidad capitalista, inspiraba muchas de esas reflexiones indignadas. "Hay dos tipos de economista: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajan para hacer menos pobres a los pobres. Gran parte de lo que está pasando hoy en día se debe a los primeros", señaló en 2011. "La democracia está corrompida. Hay que reinventarla", reflexionó en 2006 con motivo de la publicación de La senda del drago. "Es asombroso que la Humanidad todavía no sepa vivir en paz, que palabras como 'competitividad' sean las que mandan frente a palabras como'convivencia'", destacó en su discurso al ser premiado con la Orden de las Artes y de Las Letras de España.
Un constante viaje vital
Sampedro tuvo una infancia viajera y en sí toda su vida lo fue. Pronto cambiaría su Barcelona natal por Tánger (Marruecos), donde su padre, un médico militar, fue destinado. Otra particularidad de su vida, la de los dispares orígenes familiares: padre nacido en La Habana(Cuba), madre nacida en Orán (Argelia); con abuelos nacidos en Manila (Filipina), La Rioja,Alicante y Lugano (Suiza) ... Y muchos traslados y muchos viajes.
Tras una infancia en el Norte de África, donde viviría desde la distancia la dictadura de Primero de Rivera y donde nacerían sus hermanos , Carlos y Carmen, la familia Sampedro regresaría a la península para residir en Cihuela (Soria), Zaragoza y Aranjuez, ciudad ésta última donde concluyó sus estudios de bachillerato y donde comenzó a cultivar la escritura. La Guerra Civille cogería en Santander, ultimando sus estudios para trabajar en Aduanas. Inicialmente movilizado por la República, acabó siéndolo por el bando sublevado . "En abril de 1939 comprendí que no habían ganado los míos. Ni los unos ni los otros eran los míos", explicaría en 2011 durante una conferencia en la Fundación Joan March que tituló Autobiografía intelectual. Allí, afirmó, duras palabras, que su persona cumplía un perfil "fusilable" para uno y otro bando.
Tras la contienda bélica inició estudios en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, unos estudios que concluyó en 1947 con brillantez y que le auparon hasta laCátedra de Estructura Económica de la Universidad Complutense en 1955, cargo que compatibilizaría con diversos puestos de gestión y asesoramiento en el Banco Exterior de España. La abandonaría en 1969, contrario a la destitución de varios catedráticos cercanos a las reivindicaciones estudiantiles, como Enrique Tierno Galván o José Luis López-Aranguren.
Volvería a dar clase años después, y también a ejercer, ya en los años 80, en la dirección de Aduanas. Pero antes pasó como profesor visitante por Salford y Liverpool (Reino Unido) y también por EE UU. Con la jubilación, en los ochenta, intensificaría su carrera literaria, momento en el que perdería a su primera esposa, Isabel Pellicer, con la que se casó en 1946 y tuvo una hija: Isabel. A su nieto, Bruno, le dedicaría la deliciosa La sonrisa etrusca, indispensable para abuelos en ciernes o, incluso, ante próximas paternidades. En 2003 contraería segundas nupcias con Olga Lucas.
Su vida ha sido todo un periplo. "Cada cultura ha tenido su referente. Los griegos, el hombre; la Edad Media, Dios; ahora, el dinero. Para mí el referente es la vida. Hemos recibido una vida y vamos a vivirla hasta el final. Pero para eso necesitamos la libertad, para que esa vida sea la nuestra y no la que nos mandan tener", defendía una de las mentes más apasionantes de la cultura española.
Muy agradecido por esta entrada.
ResponderEliminarTodos hemos perdido.
Gracias.