Rajoy ha mentido a los españoles. Zapatero también mintió a los españoles. Y no en asuntos baladíes, precisamente. Ambos han continuado al frente del Gobierno después de mentir. Pero Rajoy acaba de dar un paso más. Ha pretendido legitimarlo con estas palabras, y copio literalmente:
“No he cumplido con mis promesas electorales, pero tengo la sensación de haber cumplido con mi deber”.
Se supone que Rajoy gobierna por voluntad popular en virtud de un compromiso ratificado en las urnas. Pues no. Según he escuchado de su propia boca, un gobernante electo legítimamente sólo debe responder ante su propia conciencia. A eso se le llama “reinventar la democracia”.
Para el carro, Mariano. Yo tenía entendido que el deber supremo de un gobernante democrático consistía en llevar a cabo el pacto establecido previamente con sus electores. Que existen dificultades para para ello a nadie se le escapa. Que éstas no pueden convertirse en justificación para hacer EXACTAMENTE LO CONTRARIO de lo prometido, mucho menos.
¿Me perdona el Estado un sólo euro de mis impuestos en función de mis dificultades económicas? Ni hablar. Es más: incluso me los sube cuando más apurado me encuentro. Y peor aún: lo hace por órdenes de la misma persona que juró bajárselos a todo el mundo antes de las elecciones.
“Los datos que recibió Rajoy estaban equivocados”, argumentan algunos ingenuos. Ya… A partir de ahora, cuando venga Montoro a hurgarnos los bolsillos en nombre de la Patria, los españoles podemos aplicar la “doctrina Mariano”: “no podemos, Cristóbal, los datos que teníamos cuando nos hipotecamos hasta las cejas no eran los correctos”. Por esta regla de tres, la doctrina Mariano avala incluso la insumisión fiscal.
No dudo de las intenciones de Rajoy. No es mi cometido. Dudo de sus acciones. Deploro sus palabras necias, como las arriba citadas. Los gobernantes no responden ante su conciencia, sino ante los ciudadanos. Y los ciudadanos no palpan su sentido del deber, sino el resultado de sus políticas. Y cuando estas no se corresponden con lo pactado, se produce UN FRAUDE.
Así de simple. No entiendo por qué debemos ahorrar a Rajoy la vara de medir que usamos con Zapatero. No entiendo cómo hubo tanto lobo feroz con José Luis que ahora se ha vuelto corderito con Mariano. ¿Será porque llegan a final de mes? (Mariano, José Luis y los corderitos).
Cuando en mayo de 2010 el socialista tiró su palabra por el sumidero de la Historia, le arreé hasta en el cielo de la boca. Por mentiroso y por cobarde. Dijo que no recortaría y recortó. Ahora bien, no recuerdo que lo haya hecho de forma tan chulesca e impúdica (“no he cumplido mis promesas y estoy satisfecho de no haberlas cumplido”). En la carrera del cinismo, don Mariano ha superado a ZP. Quién lo diría.
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