Científicos del Consorcio Español del Genoma de la Leucemia Linfática Crónica han logrado identificar, a través del genoma y del epigenoma, las células que dan lugar a este tipo de cáncer, un hallazgo que abre la posibilidad en un futuro no muy lejano a tratamientos específicos para estos pacientes, según las alteraciones genéticas que presente cada persona. En este Consorcio trabajan, entre otros, investigadores de la Universidad de Oviedo, del Hospital Clinic y de la Universidad de Barcelona y del Instituto de Investigaciones Biomédicas Agust Pi i Sunyer, que habían ya secuenciado el genoma completo de la leucemia y descubierto hasta un millar de mutaciones por paciente.
En este nuevo trabajo, los expertos contaron con la colaboración de 139 enfermos de leucemia linfática crónica, cáncer que afecta a los glóbulos blancos de la sangre, y 26 personas sanas. Los investigadores analizaron las células tumorales de los primeros y los linfocitos sanos de los segundos. Tras secuenciar el ADN detectaron más de un millón de alteraciones epigenéticas.
Según explicó el profesor Carlos López-Otín, de la Universidad de Oviedo, la epigenética es la ciencia que estudia los mecanismos moleculares que activan o desactivan los genes. «El genoma es un repositorio -almacén- de información, mientras que el epigenoma es el encargado de ejecutar dicha información para el correcto funcionamiento de las células». «Es quién empaqueta la información y la expresa en cada momento», apunta López-Otín, que destaca la «complejidad para cambiar los códigos» epigenéticos.
Dado que el cáncer es una acumulación de «daños en el genoma», el reto del equipo científico era saber cómo, cuándo y dónde se podía dar ese cambio en la información repartida entre los genes. El hallazgo ha permitido averiguar que las modificaciones «también son reversibles, por lo que abren nuevas posibilidades en la terapia antitumoral», destaca el experto de la Universidad ovetense.
A juicio de Elías Campo, investigador del Hospital Clinic y coautor de la secuenciación del genoma de la leucemia junto a Lopez-Otín, los resultados del estudio son «claves para diseñar terapias» en el futuro y «predecir la evolución biológica» de la afección. De esta manera, apuntó Campo, «podemos clasificar mejor a los enfermos».
Sin embargo, su colega de la Universidad de Oviedo advirtió de que, por el momento, hay que esperar a que sean aprobados los tratamientos, porque deberán ser específicos para cada uno de los pacientes. «Cada tumor es único, pero dentro de las características individuales, buscamos lo común» para elaborar fármacos y prescribir tratamientos, aseguran.
Agresividad celular
Para el profesor lñaki Martín-Subero, miembro del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer de la Universidad de Barcelona y director del estudio, la investigación, al profundizar en los mecanismos genéticos, ha permitido clasificar el grado de leucemia, según la procedencia de las células. Así, las originarias de células inmaduras pueden catalogarse como las «más agresivas o de peor pronóstico»; tras ellas están las llamadas intermedias, cuyo desarrollo de la enfermedad no es tan agresivo, y luego estarían las células maduras, con una evolución «más indolente» que corresponderían a procesos tumorales con alto índice de cura.
Otra cosa es la transmisión de las enfermedades en los procesos de fecundación. Según el profesor López-Otín, los epigenes tienden a borrarse, aunque existen casos en los que no lo hacen por completo, con lo que hay una herencia. Este es todavía un asunto en el que la ciencia deberá avanzar.
El hallazgo viene recogido esta semana en la prestigiosa revista 'Nature Genetics', donde se publicaron los dos anteriores trabajos del Consorcio español, que han permitido caraterizar el mapa genético de las mutaciones asociadas a la enfermedad
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