Un hombre de 53 años de edad, Manuel G. B., se arrojó ayer al vacío desde un segundo piso en Burjassot cuando estaba a punto de ser desahuciado. La víctima, que sobrevivió a la caída, besó a su hijo de 23 años en la mejilla segundos antes de intentar suicidarse delante de la comisión judicial y un policía local.
Los hechos ocurrieron sobre las diez y media de la mañana de ayer en el número 44 de la calle del Maestro Fernando Martín en Burjassot. Manuel G. se encontraba en la vivienda con su hijo Carlos y su mujer, que estaba aún en la cama por una fuerte depresión.
Según informaron fuentes jurídicas, el vecino de Burjassot se lanzó al vacío desde su balcón cuando un miembro de la comisión judicial llamó al timbre de la puerta 4. De inmediato, los funcionarios llamaron al teléfono de emergencias 112 para que enviaran una ambulancia con suma urgencia.
El policía local comprobó que Manuel G. mantenía la constantes vitales. La víctima también fue asistida por un bombero hasta que llegó un equipo médico del SAMU. Manuel G. estaba semiinconsciente debido al fuerte traumatismo craneal que sufrió. Los sanitarios temieron por su vida cuando vieron el charco de sangre en el suelo y la brecha que tenía en la cabeza.
Tras ser estabilizarlo en la ambulancia, el SAMU trasladó al hombre al Hospital La Fe, donde quedó ingresado en estado muy grave. El hijo de la víctima explicó a la comisión judicial que su padre le había dado un beso, a modo de despedida, segundos antes de arrojarse por el balcón. El joven estaba viendo la televisión cuando ocurrieron los hechos.
Las mismas fuentes jurídicas señalaron que el desahucio fue sus pendido tras el intento de suicidio. Un equipo de Policía Científica acudió a la calle del Maestro Fernando Martín para realizar las correspondientes diligencias y enviarlas al juez de guardia.
Un amigo de la víctima manifestó a Las Provincias que Manuel G. «llevaba mucho tiempo en el paro», y atravesaba una difícil situación económica. «Su mujer está medicada por la depresión que padece», explicó el vecino de Burjassot. «Estaba en la cama cuando su marido se tiró por el balcón y no sabíamos cómo decírselo», añadió el hombre. El matrimonio tiene otra hija, que no se encontraba en la vivienda cuando ocurrieron los hechos. «Viven en esta finca desde que se casaron», señaló una vecina con el rostro cariacontecido. «No sabíamos que iban a perder la casa», agregó la mujer.
Cuatro desahucios en un día
El lanzamiento (despojo de una posesión por orden judicial) de la vivienda de Manuel G. estaba previsto para las diez y media de la mañana de ayer. La comisión del juzgado de Paterna había organizado otros tres desahucios en la carretera de Llíria y las calle Luis Vives y Ramón y Cajal de Burjassot. En los últimos meses, los lanzamientos de bienes han aumentado en esta localidad debido a la crisis económica, por lo que algunos días se realizan hasta cuatro desahucios. Uno o dos policías locales acompañan siempre a los funcionarios del juzgado a las viviendas y locales comerciales para prevenir posibles incidentes.
Las estadísticas del segundo trimestre son muy preocupantes en la Comunitat Valenciana, donde el número de desahucios se ha incrementado de 8.222 a 8.613. El desglose de estas cifras por provincias sitúa a Valencia a la cabeza con 4.345, mientras que en la provincia de Alicante se registraron 3.206, y en Castellón se contabilizaron 1.062. La Generalitat y los ayuntamientos trabajan de forma conjunta a través de convenios que permiten realojar en viviendas públicas a las personas afectadas por los lanzamientos.
Falta de sensibilidad
Algunas personas que han sido desahuciadas se quejan de la falta de sensibilidad que pueden llegar a tener los funcionarios del juzgado. Cuando una persona recibe una notificación judicial de un desahucio, la tensión nerviosa y la preocupación son máximas. «Muchas veces se aplaza el lanzamiento y no se comunica al afectado», afirma un trabajador social. «Hay que cumplir las normas y avisar al afectado para terminar con su angustia», añade.
Además, muchas personas que reciben prestaciones por desempleo siguen sin tener suficientes ingresos para hacer frente a sus deudas. Esto les aboca a situaciones dramáticas, incluso al desahucio y hasta al hambre.
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