Esta es la historia de un pequeño pueblo de Guadalajara, Trijueque, que un día se puso como objetivo potenciar el turismo de la localidad. Para ello, era necesario “adecentar” las calles, las fuentes, los caminos… El problema era que no había dinero para hacerlo, por lo que lo primero que se pasó por la cabeza de los concejales y del propio alcalde fue pedir ayuda para que los vecinos lo hicieran de forma voluntaria.
Sin embargo, con una tasa de paro de más del 15 por ciento y con varias familias con muchas dificultades para llegar a fin de mes, resultaba difícil pedirle a alguien que trabajase a cambio de nada. Por ello, decidieron que lo mejor sería cambiar trabajo por comida.
“Primero pensamos en obsequiarles con algo, pero viendo como está el tema económico,pesamos que lo mejor sería un lote de alimentos”, afirma el alcalde de la localidad Jose Ignacio Arcos a lainformacion.com.
De hecho, la mayoría de las personas que se apuntaron fueron desempleados, por lo que así surgía en febrero una bolsa de voluntarios que obsequiaba a sus vecinos con aceite, leche, pasta, azúcar, conservas, galletas, cacao… “El lote está compuesto de lo que pensamos que más o menos se podría consumir en una casa”, explica Arcos.
A cambio de la comida los voluntarios deben trabajar de lunes a jueves cuatro horas diarias, de 9:30 a 13.30, “pusimos ese horario porque había muchas madres con niños en el colegio y así tenían tiempo para llevarlos y recogerlos”.
Sin embargo, con una tasa de paro de más del 15 por ciento y con varias familias con muchas dificultades para llegar a fin de mes, resultaba difícil pedirle a alguien que trabajase a cambio de nada. Por ello, decidieron que lo mejor sería cambiar trabajo por comida.
“Primero pensamos en obsequiarles con algo, pero viendo como está el tema económico,pesamos que lo mejor sería un lote de alimentos”, afirma el alcalde de la localidad Jose Ignacio Arcos a lainformacion.com.
De hecho, la mayoría de las personas que se apuntaron fueron desempleados, por lo que así surgía en febrero una bolsa de voluntarios que obsequiaba a sus vecinos con aceite, leche, pasta, azúcar, conservas, galletas, cacao… “El lote está compuesto de lo que pensamos que más o menos se podría consumir en una casa”, explica Arcos.
A cambio de la comida los voluntarios deben trabajar de lunes a jueves cuatro horas diarias, de 9:30 a 13.30, “pusimos ese horario porque había muchas madres con niños en el colegio y así tenían tiempo para llevarlos y recogerlos”.
Los trabajos comenzaron con la limpieza de los 25 kilómetros de calles que tiene el pueblo y que, algunas de ellas, estaban en malas condiciones. Pero se continuará con las fuentes, el mirador, los caminos…
De este modo, cada lunes, el coordinador de la actividad explica a los cinco voluntarios que toque esa semana qué será lo que deberán hacer en los siguientes cuatro días. “Nosotros no controlamos a nadie”, asegura Arcos, “son muy responsables y saben lo que hay que hacer en cada momento”.
Hasta ahora se han apuntado cuarenta voluntarios a la bolsa de trabajo, por lo que de momento se va rotando de cinco en cinco cada semana hasta que se finalice la lista, una vez sea así, si no se apunta nadie más se volverá a empezar. Y es que, la intención del Ayuntamiento es continuar con la actividad mientras siga habiendo voluntarios: "todavía hay mucho que hacer” afirma Arcos, “y después será necesario mantenerlo”.
La iniciativa se publicitó tanto en la página web del Ayuntamiento, como en los negocios de la localidad y según el alcalde, está siendo un "éxito".
De momento, a la hora de la selección, se está dando prioridad a los desempleados de larga duración y con cargas familiares, aunque el edil asegura que todos tendrán la oportunidad de ejercer como voluntarios: "La gente está muy contenta porque como la situación no está muy boyante toda ayuda, por pequeña que sea, es siempre bienvenida”.
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