viernes, 3 de junio de 2011

LA PARÁBOLA:

EL HIJO PRÓDIGO
.Un hombre tenía dos hijos; el menor le dijo a su padre:
-- Padre, dame la parte de la fortuna que me toca.
El padre les repartió los bienes. Al poco tiempo, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un lejano país, y allí derrochó su fortuna viviendo como un perdido.

Cuando lo había gastado todo vino un hambre terrible en aquella tierra y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y se puso al servicio de uno de los naturales de aquel país, que lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pues nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo:

-- Cuantos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras yo estoy aquí muriéndome de hambre. Voy a volver a casa de mi padre y le voy a decir: "Padre, he ofendido a Dios y te he ofendido a tí; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros".
Entonces se puso en camino para casa de su padre; su padre lo vio venir de lejos y se enterneció; salió corriendo, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. El hijo empezó:
-- Padre, he ofendido a Dios y te he ofendido a tí; ya no merezco llamarme hijo tuyo.
Pero el padre les mandó a los criados:
-- Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío se había muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y se le ha encontrado.
Y empezaron el banquete.
El hijo mayor estaba en el campo. A la vuelta, cerca ya de la casa, oyó la música y el baile; llamó a uno de los mozos y le preguntó que pasaba. Este le contestó:
-- Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mandado matar el ternero cebado, porque ha recobrado a su hijo sano y salvo.
Él se indignó y se negó a entrar; pero el padre salió e intentó persuadirlo. El hijo replicó:
-- Mira: a mí, en tantos años como te sirvo sin desobedecer nunca una orden tuya, jamás me has dado un cabrito para comerlo con mis amigos; y cuando ha venido ese otro hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, matas para él el ternero cebado.
El padre le respondió:
-- Hijo mío, ¡ si tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo !
Además, había que hacer fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo se había muerto y ha vuelto vivir, se había perdido y se le ha encontrado.
 
Comentarios:1- No esperemos a perder lo bueno que tenemos para valorarlo.
2- Recibamos siempre con amor y entendimiento el sincero arrepentimiento.
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