Los fallecidos son dos hombres y una mujer que se encontraban en la misma habitación de un piso okupado
Tres jóvenes de entre 21 y 23 años murieron ayer en un piso okupado de Móstoles (205.000 habitantes) tras asfixiarse por inhalar monóxido de carbono, según informó un portavoz de Emergencias 112. Un amigo de las víctimas fue el que los encontró a media tarde después de que no contestaran a sus llamadas telefónicas ni le abrieran la puerta. La mala combustión de una caldera parece ser la causante de los gases que provocaron las muertes, según las primeras investigaciones.
Los fallecimientos se produjeron en el primer piso del número 14 de la calle de Oviedo, en pleno centro de la localidad. Allí reside, como okupa, Isaac. Vivía solo y los vecinos contaban ayer que entró hace unos cinco meses en el piso cuando fue desahuciado su anterior propietario por no pagar la hipoteca al banco. Todos confirmaban que en ese tiempo no había dado ningún problema. Excepto que la semana pasada tuvo que acudir la policía al producirse una discusión.
El sábado por la tarde Isaac invitó a un grupo de amigos a su piso. “Nos pusimos a ver películas y hablar de nuestras cosas”, explicó Manuel, un joven italiano propietario de un bar en Alcorcón, que estuvo en el piso con dos de los fallecidos, Sandra y Amós, con los que compartía un piso okupado en Leganés.
Bien entrada la noche, Isaac, el morador del piso, se marchó porque había quedado con otros amigos. El resto del grupo se quedó viendo la tele. Conforme pasaban las horas, el frío se hizo más intenso y decidieron poner la calefacción y calentar la estancia. “Es una caldera de las antiguas, de esas en las que se ven los quemadores cuando se encienden”, explicó Manuel, Totti, para sus amigos.
Él se empezó a sentir mal a eso de las tres de la madrugada. Estaba mareado, le dolía un poco la cabeza y decidió marcharse a su casa en Leganés. Dejó a sus tres amigos viendo tranquilamente la televisión.
Una noche de sábado cualquiera
Dos de las víctimas, Sandra y Amós Crístofer, se conocieron hace un año y medio en Benidorm (Alicante). Desde entonces eran pareja y vivían juntos. Él no tenía un trabajo fijo en la actualidad y se dedicaba a hacer algunas horas en restaurantes. Se había criado en Yuncos (Toledo) y tenía otros cuatro hermanos (tres varones y una mujer). Él era el menor. Al conocer a Sandra, decidió marcharse a vivir con ella.
El tercer fallecido era Ángel Barquillo González, natural de la Puebla de Montalbán (Toledo). Residía con sus padres y, con 22 años, era el mayor de dos hermanos.
El pequeño cumplió los 20 años el pasado viernes, según explicó su padre, Ángel, entre sollozos. “Nos dijo que se venía a Móstoles como hacía otras veces con sus amigos y no le dimos mayor importancia porque venía aquí muchos fines de semana. Nos hemos empezado a preocupar cuando esta mañana [por ayer] no se conectaba al whatsapp y no hablaba con su madre. A lo largo del día no se ha conectado en ningún momento”, afirmó el padre muy apesadumbrado.
La más joven era Sandra, de 21, la tercera de seis hermanos. Había trabajado durante un tiempo en la chatarrería que tiene la familia en Leganés, para después independizarse de los suyos y vivir por su cuenta. “Era una chica muy joven, muy guapa y muy preparada a la que no le ha dado tiempo a vivir", relató el padre de la fallecida, Miguel Rodriguez
Totti regresó ayer por la mañana al domicilio de Móstoles a eso de la una y media de la tarde. Estuvo un rato llamando al timbre, pero nadie abrió. Tampoco cogían los móviles. Alguno incluso daba el mensaje de “apagado o fuera de cobertura” y empezó a sospechar que algo no iba bien.
Volvió a media tarde, acompañado de Isaac, que había pasado toda la noche fuera. No pudieron entrar porque Isaac no tenía las llaves. Entonces se les ocurrió romper la ventana del baño y acceder a la vivienda.
Allí se encontraron con una escena trágica. Amós Crístofer Rey Casillas, que hubiera cumplido 23 años el próximo 6 de mayo, se encontraba tirado en el sofá del salón, mientras que su novia, Sandra Rodríguez Jiménez, de 21, estaba caída en el suelo. Tenía un golpe en la cabeza y un pequeño rastro de sangre. Cerca de ella se encontraba Ángel Barquillo González, de 22 años. Los tres habían vomitado, uno de los síntomas de la intoxicación por monóxido de carbono. Y los tres habían fallecido.
“Isaac se ha quedado paralizado y se ha echado a llorar. Yo he intentado incorporar a los tres pero he visto que estaban fríos y que estaban muertos. Todavía olía a gas”, relataba Manuel Scotto. Estaba todavía “muy afectado” porque él residía junto a Amós Crístofer y Sandra en un piso de Leganés. Tenía la sensación de haberse salvado “de milagro”. Si no llego a encontrarme mal, no me habría marchado a casa”, relataba el joven. De hecho, los síntomas que sufría posiblemente fueran los primeros producidos por el gas letal. “A mí me ha salvado la vida un ángel. Estoy vivo de milagro”, no paraba de decir.
Los vecinos llamaron a los bomberos y a los servicios de emergencia. Los facultativos de una UVI móvil del Summa solo pudieron certificar la muerte de los tres jóvenes, que llevaban ya varias horas fallecidos. El óbito pudo producirse de madrugada dado el nivel de rigidez que presentaban los cuerpos.
Cerca de las once de la noche, los cuerpos fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense, en la Ciudad Universitaria, donde hoy se les practicará la autopsia. Los bomberos analizaron la vivienda, en especial la habitación en la que se encontraron los cuerpos, y hallaron una concentración de monóxido de carbono de 28 micropartículas por cada metro cúbico de aire, el triple de la cantidad necesaria para que sea letal para un ser humano.
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