India es el mayor cliente de los fabricantes de material de defensa. Entre 2010 y 2014, sus compras representaron el 15% del total mundial, según el Instituto de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (SIPRI). El pasado día 10, el primer ministro Narendra Modi, cerró en París la compra de 36 cazabombarderos Rafale. Su rivalidad con el vecino Pakistán y su temor a la expansión de China en el Índico explican esta carrera armamentista.
Hasta ahora, España ha estado prácticamente ausente de este mercado, pero la situación puede cambiar si prosperan las conversaciones en curso, en las que empresas como Airbus Military y Navantia han ofertado aviones y buques de guerra por valor de más de 4.000 millones.
La compañía aeronáutica europea está pendiente de que India decida la adquisición de seis aviones cisterna A330 MRTT, que se montan en España, por unos 1.200 millones; y negocia la venta de 56 aviones de transporte C-295 por casi 2.000 millones. Navantia, por su parte, se ha asociado a un astillero indio para ofrecer cuatro megabuques multipropósito LHD, similares alJuan Carlos I de la Armada española, por unos 1.600 millones, en un concurso en el que compite con empresas de Francia y EE UU. También aspira a vender cazaminas y un barco de aprovisionamiento en combate (BAC) como el Cantabria español.
India, que aspira a convertirse en una potencia productora de armamento y no un mero consumidor de productos extranjeros, exige transferencia de tecnología y que buques y aviones se fabriquen en su país, lo que limita el margen para las empresas españolas (la venta de los LHD podría significar para Navantia unos 400 millones). Los industriales consideran que vale la pena poner el pie en el mercado indio y asegurarse el suministro de repuestos y mantenimiento de los equipos a largo plazo, aun con el riesgo de crearse un competidor más barato.
El ministro de Defensa, Pedro Morenés, que ya acompañó al rey Juan Carlos en su visita de 2012, regresó el pasado 4 de marzo a la India para ofrecer la firma de acuerdos entre los dos gobiernos que sirvan de paraguas a estos contratos. Y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha viajado a Nueva Delhi acompañado por los responsables de algunas de las principales empresas militares españolas, como Airbus, Navantia o Indra.
Defensa no es el único sector en que el que las compañías españolas pugnan por hacerse un hueco. Los planes del Ejecutivo de Modi, que se propone invertir 200.000 millones de dólares al año en carreteras y ferrocarriles o construir 50 millones de viviendas, suponen un suculento pastel. Pero también hay ambiciosos proyectos en sectores como el tratamiento de aguas o energías renovables, en los que España es líder mundial.
Defensa no es el único sector en que el que las compañías españolas pugnan por hacerse un hueco. Los planes del Ejecutivo de Narendra Modi, que se propone invertir 200.000 millones de dólares al año en carreteras y ferrocarriles o construir 50 millones de viviendas, suponen un suculento pastel. Pero también hay ambiciosos proyectos en sectores como el tratamiento de aguas o energías renovables, en los que España es líder mundial.
Los empresarios recelan de que muchos de estos planes acaben como el cuento de la lechera: los procesos de licitación se alargan indefinidamente, y con frecuencia se paralizan o cancelan sin explicación. Con todo, la firma española Aldesa, asociada a la india Tata, se ha adjudicado un tramo del corredor ferroviario de mercancías por unos 460 millones de euros, financiados por el Banco Mundial, mientras que Abengoa construyó una desaladora en Chennai y Cadagua (Ferrovial) una potabilizadora en Tamil Nadu. Las compañías a las que les va mejor, según fuentes empresariales, son las que (como Roca o Gamesa) han optado por construir plantas en la India para acceder a un mercado doméstico de más de 1.200 millones de consumidores.
Los empresarios recelan de muchos de estos planes acaben como el cuento de la lechera: los procesos de licitación se alargan indefinidamente, y con frecuencia se paralizan o cancelan sin explicación, y la excesiva burocracia, la falta de seguridad jurídica o la corrupción convierten en un calvario la adjudicación de un contrato. Aunque la caída del precio del petróleo ha dado un respiro a India –cuya dependencia energética del exterior es uno de sus talones de Aquiles—, sus autoridades exigen un sólido respaldo financiero a sus socios extranjeros, lo que desanima a las pequeñas y medianas empresas.
Con todo, la firma española Aldesa, asociada a la india Tata, se ha adjudicado un tramo del corredor ferroviario de mercancías por unos 460 millones de euros, financiados por el Banco Mundial, mientras que Abengoa construyó una desaladora en Chennai y Cadagua (Ferrovial) una potabilizadora en Tamil Nadu. Las compañías a las que les va mejor, según fuentes empresariales, son las que (como Roca o Gamesa) han optado por construir plantas en la India para acceder a un mercado doméstico de más de 1.200 millones de consumidores.
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, mantuvo una intensa agenda de contactos políticos en Nueva Delhi: tras inaugurar un seminario empresarial organizado por la confederación india de la industria, se reunió con el ministro de Desarrollo Urbano, Venhaiah Naidu, el de Finanzas, Shri Arun Jaitley, su homóloga de Exteriores, Sushma Swaraj, y el propio primer ministro Modi, quien visitará España en 2016, coincidiendo con el 60 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas.
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