A estas alturas todo el mundo sabe que tener sobrepeso –o, mucho peor, ser obeso– es un importante factor de riesgo en el padecimiento de enfermedades cardiovasculares y daña nuestra salud en general. Pero no todos los gordos son iguales.
El tipo de obesidad más peligroso es la de tipo abdominal, esto es, la acumulación de grasa alrededor de la cintura, que suele conocerse popularmente como “barriga cervecera”. Según una investigación dirigida por el doctor Selcuk Adabag y publicada recientemente en la revista Heart, las personas con obesidad abdominal son más propensas a sufrir una parada cardiaca o padecer muerte súbita.
Tradicionalmente se ha asociado el consumo de cerveza y otras bebidas alcohólicas con la aparición de la típica barriga mayoritariamente masculina, pero se trata de una relación que ha negado una y otra vez la investigación científica. Como explica Vanessa Torres, investigadora del Cuerpo Superior Facultativo de Instituciones Sanitarias de la Junta de Andalucía en su artículoObesidad abdominal atribuida al consumo de cerveza ¿realidad o mito?, existe, de hecho, una relación inversa entre el consumo moderado de alcohol y la ganancia de peso.
El problema, como explica Torres, es que las personas que beben de forma abusiva suelen ser también las que tienen un estilo de vida poco saludable, lo que, en conjunto, aumenta el riesgo de padecer obesidad abdominal: “Es el grupo de población masculina, bebedor frecuente de cerveza, aficionado a un consumo social y elevado de esta bebida, el que también está vinculado al desarrollo de un mayor sedentarismo y a una tendencia a consumir comida poco saludable. Lo que comúnmente conocemos como ‘barriga cervecera’ no existe, sino que es el alto consumo calórico de alimentos ricos en grasa la verdadera causa de esta corpulencia”.
Combatiendo la obesidad abdominal
Con motivo de la publicación del estudio de Heart, la Sociedad Española de Cardiología recordó la importancia de conocer nuestro Índice de cintura/cadera (ICC), mucho más relevante que el más convencional Índice de Masa Corporal (IMC). Para calcular este basta con dividir el perímetro de la cintura de una persona por el perímetro de su cadera. Se considera que una persona padece obesidad abdominal cuando este valor es superior a 0,8 en mujeres y a 0,95 en hombres.
Para no superar estas cifras hay que evitar los excesos: no comer demasiado, no beber demasiado y moverse lo suficiente. Pero esto no nos obliga a renunciar a la cerveza.
El alcohol se procesa en el hígado, y aumenta la producción de grasa de éste, pero no siempre nos hace engordar en otras partes
Los problemas de salud que produce el alcohol son numerosos, pero sólo aparecen si superamos un consumo moderado. En lo que respecta al aumento de peso, lo que sucede es que beber sin moderación ralentiza las habilidades para obtener energía: baja los niveles de glucemia, interfiere en la absorción de vitaminas y minerales y dificulta el consumo metabólico de las grasas. Pero nada de esto ocurre si la ingesta no es desproporcionada.
El alcohol se procesa en el hígado, y aumenta la producción de grasa de éste, lo que puede provocar serios problemas en el órgano, pero no siempre nos hace engordar en otras partes. El hecho de almacenar estas grasas como grasa o de quemarlas depende de los hidratos de carbono que contienen las propias bebidas y todo lo que comamos con ellas. La cerveza, por tanto, nos hace engordar como cualquier otro alimento.
Sabiendo esto, podemos salir de cañas tranquilamente sin echar tripa, pero siguiendo una serie de normas:
1. No te pases con las rondas
El alcohol empieza a dar problemas cuando dejamos de consumirlo con moderación, pero es difícil saber cuándo hemos pasado de la raya.
La mayoría de los estudios epidemiológicos consideran como consumo moderado una ingesta de 20 a 40 gramos de alcohol. Como la cerveza es una bebida de baja graduación, podemos tomar una cantidad razonable sin superar esta norma. Según explica Torres en su artículo, si sólo se bebe cerveza, el consumo moderado equivale a entre medio litro y un litro de una cerveza normal, de unos 4,5 grados, al día. Esto es: entre 2 y 5 cañas.
2. Elige la cerveza que engorde menos
Existen muchos tipos de cerveza, y no todas tienen la misma cantidad dealcohol y carbohidratos. Las cervezas tostadas o de trigo engordan bastante más que las rubias. Un tercio de la típica cerveza de abadía puede tener entre 300 y 350 calorías, mientras que uno de una cerveza rubia tiene aproximadamente 150. Las cervezas catalogadas como light, muy populares en el mundo anglosajón, reducen esta cifra a 100 Kcal.
3. Ten cuidado con las tapas
Se puede engordar una barbaridad saliendo de cañas, pero no tanto por la cerveza, sino por los alimentos con los que acompañamos esta, que no suelen ser especialmente saludables. Si nos atiborramos a fritos, pan y otros snackssalados, a buen seguro el aporte calórico se nos irá de las manos. Eso por no hablar de que muchas veces salimos a tomar el aperitivo y, no contentos con tres o cuatro rondas de cañas, nos sentamos a comer. Si te vas de tapas ya estás comiendo: no puedes volver a casa y hacerlo de nuevo.
Aunque la típica gastronomía española de bares no es especialmente saludable, hay opciones que aportan menos calorías de lo habitual, como puede ser la sepia a la plancha, el lacón o los boquerones en vinagre. Lo importante es evitar los fritos.
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