viernes, 19 de diciembre de 2014
-LA INCREÍBLE HISTORIA DE LOS RATONES QUE BEBEN VINO DE JEREZ-
Los roedores que habitan unas conocidas bodegas jerezanas causan sensación por su descaro y habilidad para apurar una copa de vino.
En prácticamente cualquier lugar del mundo, la presencia de ratones es sinónimo de una posible plaga que hay que erradicar. Salvo, quizá, en algunas bodegas de Jerez, donde no solo permiten la presencia de estos animales en sus instalaciones, sino que les ofrecen copas de vino dulce que los pequeños roedores no dudan en beberse ante la atenta mirada de los generalmente asombrados visitantes.
El motivo por el que los bodegueros permiten la presencia de estos animales es que pertenecen a una clase conocida como «ratones bodegueros» se alimenta de los insectos dañinos que habitan en las maderas de los toneles y que son perjudiciales para el resultado final del vino. Sin embargo, esta dieta no explica la afición de los roedores por el vino.
Para conocer el origen de esta peculiar costumbre tenemos que retroceder muchos años atrás, hasta el día en el que, tal y como podemos leer en el blog «Cooking ideas», José Gávez, un venenciador que trabajaba en las bodegas González Byass —el productor del popular Tío Pepe— efectuó un particular descubrimiento.
En un descanso de su trabajo, mientras se comía un bocadillo, Gálvez vio cómo un grupo de ratones se le acercaba tímidamente para comerse las migajas que caían del pan. A partir de ese momento, el venenciador empezó a dejar trozos de su comida en el suelo para ganarse la confianza de los roedores y tratar de hacerse su amigo. Incluso, comenzó a dejarles probar el vino y, al parecer, les gustó bastante.
Con el paso del tiempo, Pepe Gálvez se cansó de que los ratones comieran y bebieran gratis, por lo que ponerles una escalerilla para que tuvieran que ganarse por sus propios medios llegar hasta el borde del vaso que les llenaba en cada jornada.
Gálvez se jubiló en 1956, pero su legado continúa. Así, todavía hoy cada vez que un grupo de turistas visita las instalaciones de González Byass, sus anfitriones colocan en el suelo una copa de vino dulce y una pequeña escalera. Al instante, un buen grupo de ratones sale de la oscuridad para degustar la bebida, tal y como demuestran algunos vídeos que han convertido a estos curiosos roedores en uno de los muchos atractivos turísticos de Jerez. Los gatos, en cambio, no deben de ser muy populares en estas bodegas.
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