Cinco localidades de Badajoz y Huelva que fueron repobladas hace ocho siglos por vecinos de la provincia aún conservan el apellido de León «con orgullo», según dicen, en sus escudos y su nombre . Aunque parezca extraño, ser «de León» no es exclusivo de la provincia. En la comarca de Tentudía, en la baja Extremadura, cinco pueblos conservan ese apellido desde hace ocho siglos. Arroyomolinos de León, Calera de León, Cañaveral de León, Fuentes de León y Segura de León forman un curioso apéndice a 500 kilómetros de distancia, donde el viejo Reino dejó profundas huellas. Según dicen, portar a León en sus escudos y nombre «es un orgullo. Pudimos cambiarlo, pero nunca hemos renunciado a nuestra historia».
Ochocientos años después, cinco pueblos de las estribaciones de Sierra Morena que sirvieron de murias al Reino de León durante la Reconquista, siguen vinculados con la provincia a través de su nombre, sus escudos y un amplio legado patrimonial. Arroyomolinos, Cañaveral, Calera, Fuentes y Segura continúan, por decisión propia, bajo el paragüas del apellido ‘de León’, que ensalzan, además, anualmente desde hace 23 años en unas jornadas que recuerdan su pertenencia a la Encomienda Mayor de León.
Son pueblos serranos que hieren de blancura y belleza, y que formaron parte de la provincia, gracias a las hazañas del maestre prior de la Orden de Caballeros de Santiago, Pelayo Pérez Correa. En el siglo XIII, el avance cristiano contra los árabes llegó a esta zona, donde lideró la llamada Batalla de la Calera, en el monte de Tentudía.
Cuenta la leyenda que el Maestre iba ganando la contienda y al ver que la noche caía pidió a la Virgen un milagro para que detuviese el día, con la conocida frase: «Santa María, detén tu día». Según la tradición, la Virgen obró el milagro y paró el día para que los caballeros cristianos pudiesen ganar la refriega.
La Orden de Santiago
En agradecimiento a la conquista, la organización recibió en 1248 un vasto territorio con centro en Tentudía, y en 1255 se creó la «Provincia de León de la Orden de Santiago», que dividía sus posesiones en unidades de administración y gestión llamadas encomiendas.
El lugar fue repoblado por leoneses, sobre todo procedentes de los pueblos que rodeaban a la capital, y que llegaron a través de la Ruta de la Plata, arteria vital en aquella época. Así las cinco villas ubicadas en plena frontera con los árabes constituyeron la Encomienda Mayor de León (extinguida en 1833), y la Orden de Santiago adquirió un gran dominio económico en la zona hasta su desaparición en 1485.
Esas localidades podrían haber optado por renombrarse prescindiendo de su pasado leonés, pero como reconoce la alcaldesa de Arroyomolinos, Lidia Gómez, «estamos muy orgullosos de conservar esa denominación y de haber pertenecido a la Encomienda Mayor de León». Los cinco pueblos mantienen, de hecho, un estrecho contacto hoy en día y se citan para diversos actos históricos. Gómez bromea, no obstante, que el apellido ‘de León’ les acarrea «problemas con el turismo, porque al llamarnos así, confunden la ubicación».
Siete mil vecinos
Este curioso ‘apéndice’ leonés ocupa 407 kilómetros cuadrados en los que viven 7.149 vecinos. Las huellas leonesas se rastrean, además, en decenas de monumentos, los más importantes situados en la localidad de Calera de León. Allí se erige el monasterio de Tentudía, construido para conmemorar el prodigio de la batalla de Pérez Correa, que fue cabecera de la Vicaría de Tudía y albergó durante cuarenta años el Colegio de San Marcos de León que la Orden trasladó desde la capital del antiguo Reino en 1562.
Ese colegio de humanidades (Gramática, Artes y Teología) fue el más importante de Extremadura hasta su cierre, a mediados del siglo XIX, según explican. El templo recibió grandes rentas. Enrique II de Trastamara llegó a dotar al Monasterio de la cantidad de dos mil maravedíes anuales.
En las cercanías se edificó el Conventual Santiaguista, que convirtió a Calera en uno de los centros más significativos de la Orden de Santiago. Hasta 1873 perteneció a la diócesis del Priorato de San Marcos de León y, según confirman, durante la estancia de los freires leoneses, la iglesia de Santiago se benefició de mucho mobiliario y enseres que trajeron consigo, entre ellos, cinco órganos.
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