sábado, 22 de febrero de 2014

Madre de 18 hijos: "Me han tachado de loca, pero lo peor es la soledad"


 Los Postigo Pich, en el salón de casa. CEDIDA
Rosa Pich y su marido Chema Postigo, de 48 y 53 años respectivamente, tienen 18 hijos. Sí, 18. Ella viene de una familia con 15 hermanos y él, de una con 14. Se casaron cuando ella cumplió 23 años y él, 28. Pich, que trabaja en una empresa de marketing a tiempo parcial, es de Barcelona, y Postigo, consultor de una empresa cárnica, nació en Cantimpalos, Segovia, aunque se conocieron en un congreso enValencia.

Hoy, este matrimonio reside en Barcelona en una casa con un frigo "normal" y cuartos con literas de cuatro pisos. Al mes, gastan 600 euros en la compra. Y los micros de los periodistas se han metido mucho en su vivienda para retratar una forma de vida que Rosa Pich ha recogido en un libro.

Se trata de '¿Cómo ser feliz con 1,2,3... hijos?'. Una obra que presentará este viernes, a las 19 horas, en el colegio Mayor Belagua de Pamplona. "Es un libro muy práctico para católicos, protestantes, budistas... Está pensado para una familia con uno o dos hijos pero escrito desde la experiencia de tener 18 y venir de una familia numerosa", explica Pich, quien agrega: "Tener hijos es pasártelo bomba".

¿Siguen siendo la familia con más niños escolarizados de España y de Europa?
Posiblemente, nadie nos lo ha desmentido.

Usted y su marido tenían claro que querían una familia numerosa. ¿Para qué?
Queríamos darles a nuestros hijos lo que nosotros vivimos. Tres de nuestros hijos murieron por cardiopatías severas y el médico nos dijo: "No tengáis más hijos".

A lo que usted respondió: "En la cama de un matrimonio no se puede meter nadie".
Así es. Mi marido y yo teníamos la ilusión de transmitir a nuestros hijos lo que nosotros tuvimos. Creo que lo más que puedes darle a tus hijos son hermanos. Compartir con alguien que es carne de tu carne es una pasada.

¿Usted cómo se lleva con sus hermanos? 
Con algunos discutes, es normal, pero tienes a los otros.

Ha dicho que saca tiempo para jugar a pádel, para estar con su marido y con sus amigos y para cada uno de sus hijos. ¿En qué página del libro desvela el secreto de cómo lograrlo?
En el capítulo 'Tiempo para mí'. Hoy nos comen las prisas, pero la vida no es correr. Hay que buscar válvulas de escape; salir a andar, a correr... Todos tenemos mil cosas, pero cada uno debe de buscar su momento zen. Y la paz se consigue.

Ha comentado que cenan dos pollos y que con las sobras hacen croquetas para el día siguiente. 
Hombre, no comemos sólo pollo. De primero preparamos un kilo de arroz o espaguetis, que cuestan entre 0,80 y 0,90 céntimos, y llenan mucho. Somos de comer mucha pasta. Mis hijos son deportistas y comilones. Además, no hace falta comer tanta carne. Y todo lo acompañamos con pan.

Compran unas 10 barras de pan diarias.
Eso es. Hemos conseguido que en una panadería que está un poco lejos de casa nos hagan un descuento de 20 céntimos por barra. Mi hijo, el encargado de ir a por el pan, coge el patinete y allá va, mientras el otro pone la mesa, el otro...

¿Qué coche tienen?
Un Volkswagen de tres hileras. Contamos con un permiso especial de la DGT. Hemos quitado el maletero y hemos puesto asientos. Para hacer un viaje a Madrid, por ejemplo, yo me cojo a los pequeños y vamos en el AVE porque nos hacen descuento y el resto se va con mi marido en coche.

Hablando de descuentos ¿qué ayudas reciben?
La única es la de Renfe. El Estado se tiene que poner las pilas. Hay que incentivar la natalidad, porque vamos a convertirnos en un país de viejos. El problema no es que no haya comida, porque se tira. El problema es que está mal repartida.

Le han tachado de loca por tener tantos hijos, pero ha expresado que lo peor es la soledad. 
Sí. Muchas personas no tienen hijos a los 40 y se dan cuenta de que están solas. A mí me parece que hay que aprender que con muy poco se puede sobrevivir. Lo importante, y lo que cada día como madre trato de enseñar a mis hijos, es que hay que darse a los demás y desde muy pequeñitos. En la calle ves a mucha gente triste y es por no pensar en los demás. Bueno, aunque no soy nadie para dar lecciones...

Confiese: ¿cuántas veces ha querido largarse sola a una isla desierta?
Es verdad, necesitamos tiempo para uno mismo. En mi casa hay ratos de caos, caos. Que si uno necesita que le corten el pelo, que si a otro en el colegio le ha pasado tal cosa... Pero hay que buscar espacios para uno mismo. A veces digo: "Mamá se va". Cierro la puerta y me doy una vuelta a la manzana. También, después de comer y cenar, tenemos una tertulia y luego cada uno coge su libro.

¿A quién ha dedicado el libro?
A mi hija Carmineta que se fue casi sin avisar. Y a mi marido, a mi hijo Perico por las correcciones y a mis amigos que han dejado los libros que tenían entre manos para coger éste.

Cierre la entrevista con unas palabras para sus padres. 
Gracias, gracias, gracias. Ser una familia numerosa implica muchas renuncias y ellos me lo dieron todo y siempre con alegría. Mamá, recuerdo que le preguntaba, ¿y tú cuándo descansas? Y me respondía: "En la otra vida, hija".

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