Existen ocasiones en que el ascensor no es la manera más placentera de subir a las alturas. Las autoridades turísticas chinas han pensado que una de esas excepciones es sin duda esta escalera de caracol de casi 100 metros de altura, que han instalado con la intención de atraer a miles de turistas al año a las bellas montañas de Taihang.
Se trata de una cordillera con una elevación promedio de 1.500 a 2.000 metros sobre el nivel del mar y que constituye la demarcación entre las provincias de Shanxi y Henan, uno de los lugares más impresionantes de China por los barrancos que corren cientos de metros hacia abajo, una especie de escalón gigante que forma el terreno chino.
China es plana a lo largo del este y cada vez más montañosa en el oeste. Y algunos expertos comparan la elevación gradual del país a un tramo de escaleras donde la parte sur del Monte Taihang es donde la meseta occidental cae casi perpendicularmente a la llanura del norte de China.
Así que los funcionarios chinos esperan que estas escaleras den a los visitantes “una experiencia real de la cordillera y una experiencia mucho más auténtica que si pusieran un ascensor”, pues el viento puede pegar en la cara de los visitantes mientras los pájaros vuelan a su alrededor.
Pero admiten que las escaleras no son para todo el mundo, por lo que antes de acometer la ascensión piden a los visitantes que firmen formularios que aseguren que no tienen problemas del corazón o de pulmones; y que son menores de 60 años.
Principalmente porque un resbalón en una escalera metálica tan estrecha, y con los escalones mojados de la montaña, puede convertirse en serio problema para cualquier ser humano hasta llegar abajo rodando; incluido para los servicios de emergencia, los únicos que posiblemente piensen que lo mejor en estos casos es dejarse de frivolidades y poner un buen ascensor.
O no poner nada y dejar el entorno como está, que es como se consiguen las experiencias realistas de verdad.
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