El conocido hostelero ovetense José Bernardo González Fernández, dueño de la sidrería Asturias de la calle Gascona falleció ayer a los 63 años. Su cuerpo apareció flotando en aguas del puerto de El Musel de Gijón sobre la una de la tarde. Poco antes, su mujer había presentado una denuncia por desaparición en la comisaría de la Policía Nacional.
José, como le llaman sus amigos, acababa de abrir hace quince días un segundo negocio, la sidrería Mar Cantábrico, junto al edificio de La Jirafa. «Como es martes, día de descanso de la sidrería, y como estaba en el nuevo negocio no nos extrañó no verle por aquí», comentaban a última hora sus compañeros hosteleros de Gascona, impactados por la noticia.
Cuentan que el fallecido, casado y con dos hijas, era «un currante nato. Se pasaba de sol a sol en la sidrería. De hecho, estos días bromeábamos con él sobre cómo iba a hacer para atender los dos negocios», recordaban Alfredo Rubio y Javier Sosa, trabajadores de la sidrería Pigüeña. «Conmocionado» se encontraba ayer también José Luis Álvarez Almeida, presidente de Hostelería de Asturias. Describió a José Bernardo como «una persona extremadamente trabajadora, muy querida en el sector». «Era un hostelero como la copa de un pino», agregó.
Según el testimonio aportado por sus familiares en comisaría, José Bernardo González Fernández salió ayer de casa un poco antes de su horario habitual. Dejó el coche aparcado en su plaza y el teléfono móvil en su domicilio. Su mujer se alarmó al comprobar que no había llevado el teléfono y no estaba en sus negocios, por lo que presentó la denuncia.
Los agentes comprobaron las desapariciones comunicadas. Así, dieron con la identidad del hostelero. El hombre iba indocumentado y llevaba 160 euros en el bolsillo. Fueron los trabajadores del cementero Cristina Masaveu, atracado en los muelles de Ribera, quienes avistaron el cadáver y lograron recuperarlo hasta que la Guardia Civil se hizo cargo del mismo. La autopsia realizada descartó una muerte violenta en la que hubiesen intervenido terceras personas.
Ayer, la música de gaita que ameniza cada noche la cena de los clientes en la calle de las sidras fue suspendida. José Bernardo González Fernández abrió hace más de 20 años, con dos socios, su negocio de Gascona. Antes regentó la sidrería La Cantábrica, en Ciudad Naranco. Venía de una familia de hosteleros, pues su padre fue dueño de la sidrería Muñiz, de la calle La Lila. El fallecido solía ir a El Musel a comprar pescado, por eso sus amigos apuntaban ayer a una muerte accidental. «Estaba muy ilusionado con su nuevo proyecto. Aquí era una persona muy querida», explicó Francisco Javier Lobeto, de la sidrería La Noceda.
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