En unos segundos sucedió. Manuel Escribano se quedó entre el toro y las tablas. Sin escapatoria para el torero. Y no hubo manera de evitar el percance. «El toro le pegó el golpe tras clavar un par de banderillas al quiebro y, mientras lo tenía sobre el pitón, el animal remató contra las tablas con él en medio», recuerda David de Gerena, mozo de espadas del diestro herido. El sevillano resultó cogido el pasado sábado en Sotillo de la Adrada (Ávila), donde un toro de Flor de Jara le provocó la rotura de la vena ilíaca y una gran hemorragia interna como consecuencia del fuerte golpe recibido.
A priori, según el primer examen en la propia plaza, parecía una fortísima contusión e incluso se llegó a pensar que podría sufrir una traumatismo craneoencefálico, pero Escribano no mejoraba. «Tras desvestirle en la UVI móvil, vieron que no tenía ninguna cornada, pero sí un varetazo en la pierna y un hematoma en la zona del abdomen», describe el mozo de espadas. «Como se mareaba, los médicos indicaron que podría ser un traumatismo craneoencefálico, pero al final decidieron trasladarlo a un hospital». La primera opción fue viajar hasta Ávila, pero la cuadrilla apostó por Madrid. Allí llegó un susto que tardarán en olvidar: «En el hospital de Móstoles vieron que tenía más de tres litros de sangre en el vientre que no sabían de dónde procedía, pensaban que de algún órgano, así que rápidamente procedieron a intervenirle de urgencia».
Y es que, tras ingresar en un estado «muy preocupante», el traslado hasta el centro hospitalario se había convertido en un viacrucis para el torero. Minutos claves en los que Escribano iba empeorando a cada instante: «Tras decir que le dolía mucho la zona del vientre y administrarle morfina, nos echamos a la carretera, le bajó la tensión, empezó a sudar y perdió la consciencia». «Al hospital llegó muerto, pálido, pero, por suerte, enseguida le realizaron una exploración y confirmaron que tenía una abundante cantidad de sangre en el vientre», relata su hombre de confianza. Después de tres horas en el quirófano y de una transfusión de cuatro litros de sangre, los médicos informaron a los allegados del torero de que «la vena ilíaca estaba muy dañada». «La reconstruyeron para que la sangre corriera sin problemas por la pierna y, como Manuel está sano y en buen estado de salud, tenemos la esperanza de que no se formen infecciones ni trombos en la pierna; pero los médicos aseguraron que es un milagro que siga con vida».
Escribano pasó la primera noche «muy dolorido, cansado por la cantidad de sangre perdida, pero consciente y con una evolución favorable». Sin embargo, permanecerá, al menos, hoy en la UCI.«Aunque deseamos que se recupere cuanto antes y pronto le suban a planta, allí es donde más controlado y mejor está», concluye De Gerena.
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