Aunque en un principio pueda sonar contradictorio, la Tierra se encuentra más lejos del Sol en verano que en invierno. Hablamos, eso sí, del verano y del invierno en el hemisferio norte. Ahora bien, ¿cómo es esto posible si el Sol es la gran fuente de calor del planeta azul? Pues por una sencilla razón: no importa tanto la distancia entre la gran estrella y nuestro planeta como la inclinación de éste último.
El eje imaginario sobre el cual gira la Tierra está desviado unos 23 grados -si bien es cierto que varía entre los 22 y los 24 en un proceso que dura miles de años. Esa inclinación lateral del planeta cambia radicalmente la forma en que los rayos solares, que son los que irradian calor sobre la Tierra, impactan sobre la atmósfera y la superficie terrestre. De ese modo, se desechan teorías como que en verano hace más calor porque el cielo está más despejado o porque hay más horas de luz, que intentan explicar la diferencia de temperatura. (Ésta última es cierta, si bien es verdad que no bastaría que hubiese un cambio de temperatura tan drástico).
Cuando en el hemisferio norte es verano, el eje terrestre hace que sea esa mitad superior del globo la que esté más cerca al sol y, por tanto, que los rayos solares incidan sobre la Tierra más perpendicularmente, es decir, de manera más oblicua. Por eso, en julio o agosto da la sensación de que el Sol llega más arriba en el cielo. Lo que ocurre es que se alinea con el hemisferio norte. La radiación solar, en verano, se concentra en un menor espacio que en inviero, haciendo que la temperatura sea mayor.
El momento en que el sol está más lejano a la Tierra -unos 152 millones de kilómetros- se llama afelio. Por su parte, el nombre que recibe el punto de la órbita terrestre más cercano al astro rey es perihelio y mide unos 147 millones de kilómetros. La diferencia entre ambas cantidades puede asustar si se mira en cuano a valor absoluto, pero si tenemos en cuenta que apenas es un tres por ciento de la distancia media, vemos que es un dato insignificante.
Así, la distanica entre Tierra y Sol no es lo que determina las estaciones del año, sino la inclinación del eje de nuestro planeta, razón por la cual cuando en el norte es verano, en el sur es invierno y viceversa. Si el eje fuera perpendicular al ecuador y a los rayos del sol, no existirían las estaciones y los días durarían exactamente lo mismo siempre en todos los lugares del mundo. Por eso, en regiones próximas a la línea que divide nuestro planeta en dos mitades los días son casi siempre iguales y la hora de amanecer y de anochecer apenas varía unos minutos.
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