Aseados, con el estómago por fin lleno y con la sonrisa recuperada, Ángel Sánchez Fernández (49 años) y Conchi Marlaska (43), la pareja avilesina que ha pasado 29 días secuestrada en Colombia, se enfrentaron ayer a las cámaras para relatar cómo el sueño de conocer el país andino se transformó en «una pesadilla». «Siempre vives con el miedo de que puede ser el último día. Ellos nos decían que no iba a pasar nada, pero ante tantas mentiras no sabes lo que es real. Yo fui consciente de que me podían matar hasta el último día. Perdón. De que nos podían matar», expuso él.
Todo comenzó el 17 de mayo, en la zona de Cabo de la Vela, al norte del país. «Aparcamos para ir a bañarnos a Ojo de Agua, cuando apareció un individuo joven, moreno, con una gorra y nos dijo: 'oye, ¿nos lleváis al pueblo?'», comenzó Sánchez. En ese instante la pareja no sospechó y atribuyó el atrevimiento a la forma de ser del país. Pasados los minutos la situación se volvió «extraña». El sujeto «se acercó demasiado al coche y enseguida sacó una pistola, un revólver y me apuntó. Luego aparecieron otras dos personas, también con revólveres, y dijeron que nos metiéramos al coche, que era un atraco, que querían llevarse nuestro coche».
«Fue todo muy rápido», rememoraba él. «Yo me negué, forcejeé porque pensé que en el momento en el que nos metieran en el coche, literalmente quedábamos en sus manos». Uno de los delincuentes zanjó el asunto golpeándole la cabeza con un revólver. «Empecé a sangrar, lo llené todo de sangre, nos metieron en el coche y nos apretaron para abajo».
«Nos ataron y vendaron los ojos. Fue todo un recorrido por caminos y pistas, a mucha velocidad, golpeando en el coche. Nos decían 'esténse tranquilos, pero colaboren'. Fueron pasando las horas y nosotros les pedíamos que 'por favor, dejadnos, por favor, suéltennos'. Pasaron horas. Perdimos la noción del tiempo. Todo fue muy traumático; pensábamos que nos podían llevar a cualquier sitio, pegarnos un tiro y matarnos».
Los delincuentes mantuvieron esposados a ambos los primeros días, luego sólo a él. «Eso no se lo merece nadie», protestó el hombre. «Poder estar libre, no encadenado como un perro, como un animal. Poder tener la libertad de irte a cualquier lugar (...) caminar aquí, caminar allá, poder estar con la persona que quieras», acertó a decir. «Teníamos que andar con mucha psicología con el cuidador, siempre contenerte de no meter la pata, de no decir algo que pudiera enfadarle y ser fatal», apuntó ella.
Los días pasaban con «un miedo aterrador que tienes de forma continua», relató Sánchez, quien explicó cuáles fueron sus apoyos: «Yo les prometí a mis padres en sus bodas de oro, yo les leí y les dije 'nunca os abandonaré', y siempre viví con ese sueño. Durante todo el cautiverio, en mi cerebro, en mi mente, estaba siempre» ese recuerdo. «Y ya está, se te ha cumplido el sueño, no los vas a abandonar, eso está, vamos, garantizado ya», completó Conchi.
La pareja aportó detalles de su última noche de secuestro. Como venía siendo habitual, estaban siendo trasladados de un lugar a otro «en coche, y pararon en un momento. 'Bájense', dijeron». «Intuíamos que algo importante iba a pasar», señaló Marlaska. «Incluso nos podían matar» -apreció él- «nos tiraron a la cuneta y a los minutos aparecieron otros vehículos. 'Somos la policía colombiana. Ya están en libertad' decían».
Mirando al futuro, ella reconoció que «aunque me sienta muy bien ahora, sé que habrá momentos de bajones, cuando me quede sola. El trabajo y la familia me van a ayudar a recuperar mi vida». Ese es ahora el objetivo: «Quiero recuperar mi vida. Después de todo lo que has vivido, valoras las pequeñas cosas, los pequeños detalles». Él terció en que ahora intentará «cambiar algunas cosas. Una de ellas, un sueño de toda mi vida, es ser capaz de valorar las pequeñas cosas que tenemos. Es simplemente abrir un grifo y que te salga agua, de tener un baño, de poder comer lo que deseas».
«He aprendido a valorar más los detalles y no enfadarme por pequeñeces», agregó Marlaska, tomando de la mano a su pareja. Tras siete años de noviazgo, él advirtió que la experiencia «nos ha unido un poco más» y que hará «algo que creí que no haría nunca, y menos en estas circunstancias, que es pedirte matrimonio. Espero que no me digas que no». La novia bromeó valorando que «esto parece un concurso». «¿Quieres ser mi mujer? ¿Quieres casarte conmigo»», insistió Sánchez, ante los medios de comunicación que asistían a la rueda de prensa. «Sí, ya lo habíamos hablado», aclaró ella. «Quiero que todo el mundo lo sepa, estoy vivo gracias a ella, si no, me hubiera vuelto loco», aseguró el hombre a los presentes.
Los asturianos comentaron ante la prensa local que se marchan con la sensación de que «Colombia es una tierra extraordinaria, esto que nos sucedió podría ocurrirte en otra parte del mundo» y por eso no descartan volver.
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