domingo, 28 de abril de 2013

Recórtate tú, Marianico


28.04.2013 | 01:22
El gentío le ha perdido el respeto al presidente Rajoy. Yo, el primero. Pero su ineficacia, su pachorra y su incapacidad para arreglar una miaja este economía maltrecha, no se cambia con escraches o manifestaciones callejeras. Se cambia con votos en las urnas. Se cambia votando a otras opciones para que este señor no nos mienta más. Ha estado en la oposición, y estuvo en el Gobierno antes, suficiente tiempo como para saber cómo era la situación y cómo arreglarla. Y ha hecho justito todo lo contrario de lo que prometió. Es decir, es un político para no fiarse.
Ya sé que el legado de Zapatero fue infumable. Razón por la cual los socialistas no recogen votos ni entre sus afiliados. Ya sé que no es fácil cambiar esto. Lo sabemos todos. Pero no se puede ser menos ocurrente y menos gobernante que este Rajoy desaparecido. Antes de subir los impuestos a la clase trabajadora había que haber desmontado todos los chiringuitos políticos innecesarios que plagan España. Y las autonomías habían de cerrar todas las instituciones innecesarias, porque no las podemos pagar. Mantener entes y saraos infumables para ser pagados por el contribuyente sólo trae miseria. No quiero pagar ni un euro más por Canal Nou. No quiero pagar ni un céntimo más por la Sindicatura de Greuges, ni por el subdelegado del Consell en provincias. Hay que cerrar todas esas mancomunidades, que son deficitarias, y son el nido de los amiguetes del partido de turno. Que no paguemos nunca más medios de comunicación públicos locales, que son agencias de colocación de los militantes de turno y una ruina total. La gente quiere sus medicamentos, sus becas para el estudio, su transporte razonable, pero no una radio o periódico local al servicio del señorito, o la señorita, de turno. ¿Se entiende?
La rueda de prensa del Gobierno, de este pasado viernes, fue la constatación de que éstos, que nos gobiernan ahora, no pueden arreglar esto. Una mayoría absoluta está para tomar decisiones. La política de este presidente Rajoy ha sido la de esperar, "que ya escampará". Es incapaz, siquiera, de parar la sangría del paro. Si en cuatro años, con una mayoría absoluta y el control de casi todas las autonomías y ayuntamientos, este Presidente no arregla nada, los votos lo dejarán desnudo. Si tuviera este presidente de Gobierno lo que hay que tener, habría reformado el Estado. Esta crisis es brutal y las medidas no pueden ser tiritas para evitar una hemorragia que hace sangrar a la gente. Si ya sé que Zapatero lo hizo asquerosamente mal. ¡Joder! ¿Y de dónde salen los votos de la mayoría absoluta del PP? De la necesidad de que se cambie esto.
Lo he dicho mil millones de veces. Lo dice la gente por las calles y en los bares. Si Rajoy no es capaz, o no quiere, cambiar las locuras que desde el Estado y desde las autonomías y ayuntamientos se están haciendo con el dinero público, que se ate los machos. Hay cientos de instituciones públicas para cerrar. Cientos de entes innecesarios. Que el país funcionaría igual, o mejor, si se cerrasen. No hay bemoles de ajustar ese gasto para que paguemos menos impuestos y se reactive el consumo, vía gasto de los ciudadanos. Claro que hay solución. Pero las pequeñas tonterías que el Gobierno saca cada viernes no ocultan la verdadera necesidad de reformar el Estado. Esto no se arregla con más impuestos, sino con más ingresos. Gastar más en cosas que deberían estar cerradas es sumar un millón de parados más a la lista terrorífica de desempleados.
Si después de cuatro años, y como el Gobierno dice, la situación no se va a arreglar; ¿por qué no se preguntan si no habría que cambiar radicalmente el modelo de Estado? Pero eso es recortar a los políticos. Y eso hace saltar por los aires el liderazgo de Rajoy, entre los suyos. Pero de lo que no se da cuenta Rajoy, porque es incapaz, es que su liderazgo se ha desmoronado como un castillo de naipes. Las mentiras sobre el IRPF, el IVA, y la reforma de las instituciones que protagoniza este ausente Presidente, se contabilizarán en las próximas elecciones. No era una cuestión de la herencia, que era brutal, sino de que este Gobierno se parece más al anterior. Mariano no se corta a la hora de incumplir sus promesas. Y el que se tiene que recortar, y recortar a los suyos, es él. ¡Venga, Marianico, léeme y hazme un poquitín de caso!

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