A pesar de que el ministerio del Interior haya ordenado recientemente indentificar a y detener a quienes hagan escrache, la «amenaza» no parece haber surtido efecto. El intento de incendio de la casa del alcalde popular de Fuente del Maestre la madrugada del lunes, cuando se encontraba su familia dentro, ha sido la última «gesta».
Si el titular de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, y el vicesecretario general de Estudios y Programas del PP, Esteban González Pons
y –quien junto a otros compañeros acudió la semana pasada a la
comisaría del Congreso para denunciar este «acoso»–, fueron las primeras
víctimas, el acto de ayer sobrepasó los límites.
Unos desconocidos colocaron la unas pastilla de encender fuego en la puerta del domicilio de Juan Antonio Barrio, alcalde de Fuente del Maestre (Badajoz).
La puerta de la casa del edil comenzó a arder cuando el acalde, que se
había quedado viendo la televisión más tarde de lo habitual, escuchó el
ruido de la madera quemada y consiguió, entre la gran humareda apagarlo.
En el interior del domicilio se encontraba su mujer y sus dos hijos de 10 y 4 años durmiendo.
La puerta incendidada está junto a la cochera lo que podría haber
provocado un daño mayor. Barrio, lleva 10 años de alcalde, y 26 de
concejal en el municipio. «No sé si es por mi condición de diputado
regional. Descarto que sean ni de PSOE ni de IU, porque con todos tengo
un trato correcto y me han llamado para mostrar su apoyo».
Preocupado, el alcalde de Fuente del Maestre, no ha podido dormir en toda la noche. «Yo
el puesto de alcalde no lo he heredado. Estoy aquí porque me han
elegido los vecinos , no 15 o 20 que se juntan un día para hacer estas
cosas. Si quieren elecciones y cambiar de alcalde no hay problema». A pesar del susto, no piensa dejar la política. «No les voy a dar la razón a los que han querido quemar mi casa con mi familia dentro». Se están pasando unas líneas rojas excesivas.
¿Y si hoy se hubiera tenido que lamentar la muerte de cuatro personas?
Parece que la historia sigue repitiéndose cíclicamente. En España,
empezamos a alcanzar los albores más peligrosos del año 1936. Lo
próximo, la quema de conventos. Por el bien general, esperemos no tener
que volver a desembocar en tan trágico final; por el momento, estamos
calcando peligrosamente el prólogo.
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