miércoles, 27 de marzo de 2013

VIA CRUCIS



Lectura:
Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo: "Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!" Y el pueblo entero contestó: "Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!" Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. (Mateo 27, 24-26)

PRIMERA ESTACIÓN: Jesús es condenado a muerte
El Vía Crucis comienza con la escena de Jesús en el Pretorio, ante el gobernador romano Poncio Pilato. El proceso contra Jesús era un asunto de carácter religioso, completamente ajeno al interés de Roma. Acusado de blasfemia, porque se dijo hijo de Dios, el Sanedrín, supremo tribunal religioso de los judíos, lo declaró  reo  de muerte.
Lectura:
Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía; lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: "¡Salve, rey de los judíos!" Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. (Mateo 27, 27-30)
Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado "de la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota). (Juan 19, 16-17)


 SEGUNDA ESTACIÓN: Jesús carga con la cruz
Dictada la sentencia, Jesús sale hacia el lugar de su ejecución, el Calvario, cargado con el patíbulo. Un extraño adorno lleva sobre su cabeza: es la corona de espinas, que le pusieron por burla los soldados de Pilato, puesto que se dijo Rey.



 TERCERA ESTACIÓN: Jesús cae por primera vez
Comienza en esta estación a palparse la penosa realidad del gran misterio.
Salir  animosamente,  con  la  Cruz  a  cuestas,  a  redimir  a  los hombres, es un gesto valeroso de Rey conquistador; pero caer a los primeros pasos, vencido por la carga y la tarea, es un acuse de debilidad y de flaqueza, que pone en descubierto la humana condición del Rey, que dijo que "su reino no era de este mundo
 
 CUARTA ESTACIÓN:
Jesús encuentra a su santísima Madre María
La  escena  que  se  contempla  en  esta  cuarta  Estación  del  Vía Crucis, es de infinita ternura y emoción y encierra un gran misterio de dolor.
La madre del más perverso y criminal de los hombres no habría podido enfrentar el tremendo espectáculo de su hijo, llevado al supremo suplicio en tan inhumanas condiciones; pero la Madre Virgen,  la  Inmaculada,  no  quiso  ahorrarse  ese  terrible  dolor, que le estaba profetizado.


 QUINTA ESTACIÓN:
Simón el Cirineo le ayuda a llevar la cruz
La quinta Estación del Vía Crucis pone de relieve una verdad profunda: la que se convierte en la doctrina cristiana sobre la cooperación de los hombres con Cristo en la obra de su propia salvación.
Lectura:
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. (Mateo 27,32)
Los soldados sacaron a Jesús para que fuera crucificado. En ese momento, un tal Simón de Cirene, que es el padre de Alejandro y de Rufo, volvía del campo; los soldados le obligaron a que llevara la cruz de Jesús. (Marcos 15,21).
 SEXTA ESTACIÓN:
La Verónica limpia el rostro de Jesús
Un gesto valiente de auténtica piedad y de exquisita delicadeza femenina es el que tiene una mujer con el Señor, en su camino al Calvario.
La tradición cristiana ha registrado ese gesto y ha dado a esa mujer anónima un nombre, que recuerda el premio de su intrépida caridad: Verónica.


 SEPTIMA ESTACIÓN: Jesús cae por segunda vez
De todas las escenas del Vía Crucis, las que más desconciertan y producen en el ánimo más penosa impresión son las de las caídas.
En todas las demás, el dolor es acervo, la acción dramática, las actitudes patéticas, los sentimientos mansos y tiernos; pero en las de las caídas, sobre todo, en esta segunda que contemplamos, el Rey magnífico, que se empeñó en empresa de tan grande aliento, está postrado y desfallecido, derrotado a media jornada, sin la bizarría del batallar esforzado, sin la gloria de un morir heroico; por eso, el ánimo   de   quien   lo   contempla   se   llena   de   desolación   y   de desconcierto.

 Lectura:
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les  dijo:  "Hijas  de  Jerusalén,  no  lloréis  por  mí,  llorad  por vosotras y por vuestros hijos“. Lucas 23, 27-28
 OCTAVA ESTACIÓN:
Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús
Las mujeres de Jerusalén contemplan el paso de Jesús, con su Cruz a cuestas, hacia el monte Calvario, y lloran desoladamente al verlo tan llagado y desfigurado por los tormentos.
Lectura:
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les  dijo:  "Hijas  de  Jerusalén,  no  lloréis  por  mí,  llorad  por vosotras y por vuestros hijos“. Lucas 23, 27-28

 NOVENA ESTACIÓN: Jesús cae por tercera vez
Otra caída más, que esta vez parece ya para no levantarse. Pero la energía humana casi no hace falta cuando el corazón quiere ser fiel y, sin saber cómo –es la Gracia del Cielo–, podrá coronar: se cumplirá el querer del Padre que es Omnipotente y es esa su voluntad.
Posiblemente es el momento de la docilidad, de dejar hacer –en este caso– a quien nos quiere.
Como  María  que  también  deja  hacer, persuadida  de  que  Dios  está sobre todo. Asiente a la divina voluntad, con una espada que le atraviesa cuerpo y alma, como le anunció Simeón.


 DÉCIMA   ESTACIÓN
Jesús  es  despojado  de  sus  vestiduras
El drama de la Pasión de acerca ya a su culminación trágica y el paso que contemplamos es de gran significación e importancia.
Jesús es despojado de sus pobres vestidos para así, libre de toda impedimenta, ser clavado en la Cruz, levantado en alto y mostrado desnudo a la vista de todo el pueblo.


DÉCIMA  PRIMERA   ESTACIÓN Jesús  es  clavado  en  la  cruz
El desenlace es cruelísimo y sangriento de la Divina Tragedia. El cuadro que contemplamos representa la escena en que Jesús es clavado en el leño de la Cruz.
Todo en la Pasión de Cristo es inhumano en grado superlativo; pero aquí la crueldad sobrepasa los límites de lo imaginable y de lo  soportable,  no sólo  para  quien la  sufre,  sino  también para quien la contempla.

Lectura:
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La Calavera"),  le  dieron  a  beber  vino  mezclado  con  hiel;  él  lo probó, pero no quiso beberlo.
Después  de  crucificarlo  se  repartieron  su  ropa  echándola  a suerte y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación:
“ÉSTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS”. (INRI)
Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Mateo 27,33-38

 DÉCIMA  SEGUNDA  ESTACIÓN Jesús  muere  en  la  cruz
Este cuadro es de una fuerza admirable y de deliciosa belleza en sus vigorosos contrastes. El nos muestra una realidad física: Cristo  sufriente  en  la  Cruz;  y  un  realidad  mística:  la  Divina Realeza de Cristo, triunfante por la Cruz.
Al pie, las serenas figuras de la Virgen, de San Juan y de la Magdalena, con sus ojos carnales cerrados, ven con los ojos del espíritu  el   triunfo  que  endulza  su  dolor,  mientras  que  el Centurión romano, con sus ojos abiertos, todavía no ve sino al hombre que sufre en la Cruz estertores de muerte.

Lectura:
Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región.
A media tarde Jesús gritó: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?“.
Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber.
Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu. Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Mateo 27, 45-46.48.50-52

 DÉCIMA  TERCERA   ESTACIÓN
El  cuerpo  de  Jesús  es  bajado  de  la  cruz
La penúltima estación del Vía Crucis está inspirada en los más profundos sentimientos de desolación y de ternura.
La figura central en este cuadro es la Virgen María.
Muerto  el  Señor,  el  alma  cristiana  se  vuelve espontáneamente  hacia  la  que  Jesús  mismo,  en  su  agonía, nos dejó por Madre.

Lectura:
Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús.
Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran.
José,  tomando  el  cuerpo  de  Jesús,  lo  envolvió  en una  sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. Lucas 27,57-60

 DÉCIMA  CUARTA  ESTACIÓN
El  cuerpo  de  Jesús  es  colocado  en  el  sepulcro
Con  cien  libras  de  una  mezcla  aromática  de  mirra  y  áloe, comprada exprofeso por el piadoso José de Arimatea, fue ungido el cuerpo inerte de Jesús; y, amortajado conforme a la usanza judía con la sábana nueva adquirida por el mismo preclaro varón, fue  puesto  en  el  sepulcro  que  éste  tenía,  sin  estrenar  aún, cavado en la piedra viva.
Sepulcro de hombre rico. Ungüento y mortaja de persona principal.


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