viernes, 29 de marzo de 2013

EL ERA DIFERENTE

 
 Hace más de  dos mil años hubo un  hombre  diferente a  los demás, no  reaccionaba igual que  los demás, tenía actitudes distintas a las de  los demás. Eso  les molestaba  a  algunos y  lo criticaban.
Decían que  era un
blasfemo, un  hereje, un revolucionario, un  rebelde. Su  nombre  era Jesús, el hombre  que  cambiaría y dividiría en  dos la historia de  la humanidad, un hombre  santo, el único hombre  sin pecado  que  ha pisado la tierra, el Hijo de Dios y  Salvador de  la humanidad.
 Jesús era diferente, a él no le importaba si lo criticaban, si lo odiaban, si lo juzgaban por ser como era. Los religiosos de su época, los fariseos, le hostigaban, andaban detrás de él todo el tiempo, para encontrarle una falla, por la que pudieran condenarle.
Jesús, que  llamaba las cosas por  su  nombre, un  día les dijo: “¡Ay de ustedes, maestros de la ley y  fariseos, hipócritas!, que  son como  sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos
pero por  dentro están llenos de  huesos de muertos y  de podredumbre. Así también ustedes, por fuera dan  la impresión de  ser justos pero por dentro están llenos
de  hipocresía y  de maldad” (Mateo
23:27).
 A  Jesús no  le interesaba
quedar bien con  la gente, sino con  Dios. Jesús decía siempre la verdad, porque  él es la verdad:
“Yo soy el camino y  la verdad y  la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).
Jesús iba contra la corriente, contra las costumbres y  tradiciones, contra la hipocresía, la religiosidad, la soberbia y la maldad.
 Ser cristiano significa
ser diferente como Jesús. Ser cristiano es ser valiente, llamar las cosas por su nombre, tener convicciones firmes
y nunca temer decir la verdad.
 Ser cristiano no significa ser un santurrón. Tampoco significa ser religioso, el cristianismo no es una religión, es un estilo de vida.
Ser cristiano es un reto en
todos los sentidos, es ser una persona íntegra como Jesús, generosa, amable, llena de amor y perdón hacia los demás, como lo era él.
Todos somos criaturas de
Dios, pero no  todos somos hijos de  Dios. Recibir a Jesús en  nuestra vida, nos da  el derecho de  serlo: “Mas a  cuantos lo recibieron, a  los que creen en  su  nombre, les dio el derecho de  ser
hijos de  Dios” (Juan 1:12).
 Dios  no  es un  ser inaccesible, si  tienes a  Jesús,
tienes acceso directo al Padre.
“Porque hay  un  solo Dios y  un  solo mediador entre Dios y  los hombres, Jesucristo hombre” (1  Timoteo 2:5)
Jesús es el único mediador entre los seres humanos y  Dios. ¡Nadie más entregó su  vida para salvar a  la humanidad!.
 El  mundo  necesitaba un  Salvador,
porque…
“Todos han  pecado  y  están privados de  la gloria de  Dios, pero por  su  gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que  Cristo Jesús efectuó.” (Romanos 3:23)
Solo Jesús podía pagar nuestra deuda con Dios, porque él nunca pecó, siempre vivió en obediencia al Padre. Todos, sin excepción, pecamos y no tenemos derecho a estar en la presencia de Dios. Por eso Jesús fue como un cordero al matadero y tomó el lugar que nos correspondía.
 ¿Necesitas un cambio en tu vida? Solo Jesús puede hacer ese cambio. Solo El puede sanar tus heridas, limpiar tu corazón y hacer de ti una nueva persona.
“Por lo tanto, si  alguno está en Cristo, es una  nueva  creación. ¡Lo viejo ha  pasado, ha  llegado ya  lo nuevo”
(2  Corintios 5:17)
 Atrévete a  ser  diferente,
ábrele tu  corazón a  Jesús, entrégale tu  vida…
Hace más de
dos mil años, él entregó la suya por ti.
 “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios.”
Juan 3:16-18

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