Aunque parezca el palacete de algún excéntrico visir en las costas del Índico, el edificio que veis en la imagen fue construido a finales del siglo XIX en la playa de La Concha de San Sebastián y se mantuvo allí durante algunos años para uso y disfrute del rey Alfonso XIII, convertido desde entonces en uno de los bañistas más
friquis de la historia de la humanidad.
Como bien explica el autor de Pruned, la existencia de estas "casetas de baño" se encuadra dentro de la moral victoriana de la época, que consideraba de mal gusto bañarse en público y ser visto en bañador. En franca competencia con los balnearios, los denominados "baños de ola" se convirtieron en una moda gracias a la discreción que procuraban estas "casetas rodantes", donde las damas y caballeros de la época podían entrar y salir del agua sin perder la discreción.
El palacio, construido en madera, se desplazaba sobre dos raíles que partían la playa por la mitad. Gracias a la fuerza de un motor de vapor, el dispositivo trasladaba al monarca y su séquito desde la arena hasta el interior del mar, donde
podían bañarse a salvo de las miradas.
Las playas más aristocráticas, como las de San Sebastián y Santander, se llenaron muy pronto de casetas, que avanzaban o retrocedían de la primera línea en función de las mareas. El donostiarra Siro Alcain cifra en 242 las casetas de baño existentes en la playa de la Concha a finales de siglo, a las que hay que sumar el gigantesco mamotreto de Alfonso XIII que podéis contemplar en las postales. Según este relato, el palacete móvil del monarca fue construido en 1894 y permaneció en uso hasta
1911, cuando se construyó un edificio de piedra a pie de playa.
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