El vomitorio en el que murieron cinco jóvenes en Madrid Arena la madrugada del 1 de noviembre no cuenta con cámara (sólo hay una carcasa, como informó EL MUNDO), es tan estrecho como apenas tres metros de ancho, y su entrada desde la pista es llamativamente baja: el techo comienza a no mucho más de dos metros del suelo. Pero hay un detalle aún más curioso: está en pendiente sentido salida.
En sus 12 metros de largo hay un desnivel aproximado, desde que se sale de la pista hasta que se desemboca en el anillo exterior de Arena, de 30 centímetros. Un elemento clave cuando, aquella aciaga noche, con la marabunta intentando salir de la ratonera en que la masificación había convertido la pista de Arena (un 58% más de entradas vendidas según el primer recuento), varios cuerpos caen al suelo justo a la salida del vomitorio.
Inmediatamente varias decenas se les echan encima y pasan a conformar una montaña humana. Por pura física, la pendiente del vomitorio, diseñada en realidad para 'desaguar' más rápidamente el corazón del pabellón, favorece un 'efecto volquete' de la masa sobre los primeros caídos. La inercia de la marcha del gentío y la gravedad hacen el resto.
La cuesta obliga al 'pelotón' a derrumbarse con más fuerza y más rápidamente aún de lo esperado. La inclinación del suelo hace más fácil caer, y más difícil levantarse. Bajo el impensable peso de una montaña de seis cuerpos tendidos de alto, los pulmones y órganos de cinco muchachas dicen basta.
Lo primero que se ve, al llegar al Madrid Arena que hoy visitan por primera vez abogados y acusadores en el proceso dirigido por el juez López Palop, es la explanada por la que la gente accedía a la fiesta. Allí había ocho carriles delimitados con vallas y unas carpas en las que los trabajadores de Flores pedían las entradas a los jóvenes.
A la izquierda de esta explanada, una rampa de cemento baja directa a la pista de baile, en la planta baja. La puerta de mercancías estaba cerrada, pero los porteros la abrieron con la autorización de un responsable de Espacios y Congresos citado por la seguridad. Cuatro veces habilitaron este camino los porteros antes y durante el concierto de Steve Aoki, y ésa fue una de las causas de que en la pista se hacinara mucha más gente de la que en realidad cabía.
Ya abajo, en la planta cero, la pista, con sus ocho vomitorios, y el portón de mercancías por el que llegaba la masa. De los ocho vomitorios, tres estaban en el lateral ocupado por el escenario. El del medio estaba tapado por el propio escenario, mientras que el de uno de los lados estaba cerrado por estar allí el camerino de los artistas. Al otro lado del escenario quedaba un vomitorio abierto, pero los asistentes no lo usaban porque nada más cruzarlo encontraban una escalera precintada.
Hay otros tres pasillos enfrente del escenario, y entre ellos el central, en el que se produjo la avalancha. A la izquierda de éste, el vomitorio con el camerino de las gogós, que los porteros también clausuraron para que la gente no pasara.
Arena, como podrán atestiguar los letrados de las defensas y acusaciones hoy, es un edificio inteligente y muy dotado de medidas de seguridad (vigilancia, acceso de vehículos de emergencia en casi el 100% de su superficie, multitud de zonas de evacuación, anillos interiores) en el que, sin embargo, los vomitorios que dan a la pista son... inesperadamente pequeños.
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