Todo listo. Entre 1.300 y 1.500 antidisturbios llegados de todas las bases de la península toman el ‘corazón de Madrid’. Atocha, Neptuno, Cibeles, la Puerta del Sol y, sobre todo, la Carrera de San Jerónimo se han convertido en un bunker para evitar que las convocatorias ‘Rodea el Congreso’ puedan aproximarse al hemiciclo.
Los mandos del operativo, aunque se declaran tranquilos, no pueden ocultar su tensión. El temor no es controlar unas protestas que se presumen masivas (más de 50.000 personas ya se han adherido a la convocatoria por internet) y pacíficas, sino intentar neutralizar los grupos radicales que, según todas las informaciones policiales, van a estar presentes en las tres manifestaciones y en la ‘Asamblea General Permanente’ que se celebrará a partir de las 18.30 horas en el Paseo del Prado y que, sin duda, va a ser el momento más delicado de esta complicada tarde-noche.
Los servicios de Información apuntan a que grupos de extrema izquierda, y también de extrema derecha, no van a dejar pasar la ocasión para tratar de causar incidentes. Y la forma, sin duda, va a ser tratar de forzar los tres cordones de seguridad que rodean el Congreso para provocar cargas policiales una vez concluyan las manifestaciones. La Policía ya ha contactado con los convocantes de las marchas, que insisten en sus llamamientos a que los congregados respeten el doble vallado y las barreras que rodean el Parlamento.
El control en el barrio del Congreso es exhaustivo. Desde primera hora de la mañana los agentes controlan todos los accesos a la ya conocida como ‘zona verde’. Cualquier vecino, comerciante o repartidor que intente aproximarse a las viviendas o comercios cercanos al palacio es identificado, sus pertenencias sometidas a control y su coche inspeccionado hasta el último rincón. La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ya ha advertido de que no va se a permitir "bajo ningún concepto" que "se rodee o que se tome" el Congreso porque "eso sería delito".
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