Que las mujeres viven por lo general más años que los hombres es algo conocido, pero ¿por qué motivo? Es una cuestión a la que se ha enfrentado la ciencia por los siglos de los siglos. Con el avance de las investigaciones se llegó a la conclusión de que es una cuestión de hormonas.
El trabajo, publicado en ‘Current Biology’, saca a la luz a los eunucos, hombres castrados que vivieron en Corea hace cientos de años. La tradición de la castración se remonta a la dinastía coreana Chosun (1392-1910 d.C.), se trataba de una cuestión cultural, la privación de genitales masculinos asignaba al individuo un trato diferenciado y le catapultaba a una clase social superior.
El hecho de perder la masculinidad no significaba convertirse en mujer, pero sí que el individuo dejaba de ser masculino o femenino, simplemente pasaba a formar parte de un nuevo género de la especia humana.
La investigación en la que se basó el estudio partió de una serie de registros genealógicos de los miembros nobles de la corte imperial de los Chosun. Así, descubrieron que los hombres castrados en Corea habían perdido sus órganos reproductivos en accidentes, por lo general después de haber sido mordidos por perros, o porque se habían sometido voluntariamente a la castración para acceder a palacio. Los eunucos podían formar una familia al igual que cualquier otra persona, eso sí, mediante la adopción de niños o niñas también castrados.
Los investigadores pudieron comprobar que los eunucos vivían entre catorce y 19 años más que los hombres no castrados. De los 81 eunucos estudiados, tres vivieron un siglo o más, algo que hoy en día es relativamente poco frecuente, incluso en los países desarrollados. Solamente hay que pensar en las veces que hemos visto y oído noticias que nos cuentan que alguna mujer en alguna parte del mundo ha cumplido más de cien años, pero ¿cuántas de esas noticias llevan nombre de hombre?.
La existencia de los eunucos es milenaria pero no han dejado de existir, sobre todo en ciertas culturas como la india, donde se les conoce como ‘Hijras’. No son hombres pero tampoco mujeres, pertenecen a un tercer género y por elección o por imposición vivirán seguramente muchos años más que las personas que a su paso les clavan la mirada, atraídos por una visible evidente mutación.
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