El Banco Central Europeo ya incluye a España entre los países que, junto a Grecia, Irlanda, Portugal y, en fecha reciente, Chipre, se han acogido a programas de asistencia financiera. A los cinco les recomienda acometer «reformas adicionales de gran calado», porque considera que su necesidad de reequilibrio es «todavía considerable». E insta sobre todo a España y Grecia, que presentan las tasas de paro más elevadas de la Unión Europea, a aplicar medidas tan radicales como recortar el salario mínimo, facilitar aún más el despido, abrirse a la inmigración o liberalizar las profesiones cerradas, además de moderar salarios y también márgenes de beneficios, especialmente en los servicios. La proporción de desempleados ha llegado en España al 24,63% mientras Grecia acaba de comunicar el nuevo máximo histórico del 23,1% en su registro de mayo.
Poco importa que el Gobierno español se niegue a reconocer una mayor condicionalidad del rescate bancario, porque el Banco Central Europeo ya se ha puesto las pilas. Sus expertos aconsejan al Ejecutivo de Rajoy, como al de otros países asistidos, «la adopción de políticas audaces y la valentía ante las presiones de grupos privilegiados y de intereses creados» para afrontar las reformas.
En España, el BCE celebra la significativa mejora de la balanza corriente por el avance de las exportaciones. También constata que «el ajuste va por buen camino, y el saldo primario está mejorando, aunque en 2010 y 2011 la reducción del déficit fue menor de lo esperado».
A costa del empleo
En España también se han contenido los costes laborales unitarios respecto a la media de la zona euro. Pero dice el BCE que solo una parte de esta reducción se debe a las medidas para lograr mayor eficiencia. El resto responde, lisa y llanamente, a los recortes de plantilla.
En España y Chipre, asevera, «la moderación salarial ha sido muy limitada». Por eso apunta que la negativa evolución del paro ha podido deberse también a «la actuación tardía de los agentes sociales que participan en las negociaciones salariales, tanto en el sector privado como en el público».
De cara al futuro, espera que se produzca «una acusada caída de la remuneración por asalariado», consecuencia de los nuevos recortes de los salarios del sector público y del impacto de la reforma laboral en la moderación de las reivindicaciones salariales del sector privado. Y aprovecha para estimar que, si la reforma del mercado de trabajo «de gran trascendencia y envergadura» que aprobó el Gobierno de Rajoy en febrero de 2012 se hubiera producido hace unos años, «podría haber sido muy útil para evitar la destrucción de empleo».
Menores beneficios
Pero ahora toca acometer nuevos retos. España, Grecia y también Portugal, con elevadas tasas de desempleo, tienen que mejorar su competitividad y, para conseguirlo, han de recortar no solo los costes laborales unitarios, sino también los márgenes de beneficio excesivos, que se localizan sobre todo en los sectores orientados al mercado interno, y en particular en los servicios. Para reducir costes laborales, el instituto emisor sugiere recetas bien conocidas como aumentar la flexibilidad de los salarios relajando la legislación que protege el empleo, reduciendo los salarios mínimos y permitiendo la negociación salarial a escala de empresas. Añaden los expertos del Banco Central Europeo que el ajuste de competitividad se reforzará también mediante privatizaciones, la innovación de procesos, el desarrollo de nuevos productos, la aplicación de medidas para mejorar la cualificación de la población activa y la puesta en marcha de iniciativas para crear un entorno empresarial más favorable.
Y agregan recomendaciones que no van precisamente en línea con las políticas emprendidas por el Gobierno español, como la liberalización de la inmigración o la reorientación del gasto hacia la educación, amén de la apertura de las profesiones cerradas y especialmente protegidas, o la modificación de los marcos regulatorios para dar entrada en distintos ámbitos de negocio.
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