lunes, 24 de marzo de 2014

! Gracias Presidente !


 El ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez ha muerto a los
81 años "sereno" y "rodeado de su familia" este domingo a las
15.03 horas en Madrid. El primer presidente de la democracia actual ha fallecido por un "empeoramiento de su enfermedad neurológica", según ha informado la Clínica Centro, en la
que ingresó el pasado lunes por una neumonía. Aunque este proceso respiratorio remitió, el alzhéimer que sufría ha continuado avanzando hasta el final.
El Gobierno ha decretado tres días de luto oficial por
el arquitecto de la Transición, que pilotó el paso de la dictadura a la democracia. El Congreso de los Diputados acogerá la capilla ardiente con los restos mortales de Suárez a partir de este lunes y estará abierta durante 24 horas. Suárez será enterrado en la catedral de Ávila.


 «Mi dolor es grande; mi  gratitud, permanente»
La Transición que impulsamos fue uno de los capítulos más brillantes de la historia de España.
La superación de la fractura social y política fue su objetivo prioritario y también el mío.
Juntos los españoles somos capaces de alcanzar el mejor futuro colectivo para todos.






 Tras once años de silencio y olvido, sumergido en su enfermedad, Adolfo Suárez se ha ido definitivamente a las 15.03 horas de este domingo a los 81 años. Así lo ha anunciado el portavoz de la familia, Fermín Urbiola, que permanece junto a la familia del ex presidente en la clínica Centro de Madrid, en la que ingresó el pasado lunes debido a una infección respiratoria que le llevó a una situación "crítica irreversible", tal y como su propio hijo, Adolfo Suárez Illana, explicó el pasado viernes en una emotiva rueda de prensa.
Fue el primer presidente de la transición, uno de los nombres que están escritos en letra mayúscula en la historia de España. El propio Rey Juan Carlos lo escogió a él para llevar a cabo la transición española. Y lo consiguió, porque se convirtió en una referencia a nivel mundial para transitar de una dictadura a un régimen de libertades.
El propio Adolfo Suárez se lo anticipó al mismísimo general Franco, cuando siendo director general de TVE le preguntó, así, a bocajarro: "¿Crees que el movimiento subsistirá después de mi muerte?". A lo que un joven Suárez le contestó que no. "¿Y el franquismo?", insistió el dictador. "El franquismo es un sentimiento, no una fórmula política", respondió el valiente político, que llego a decirle: "Mi general, a su muerte vendrá la democracia". Y, por suerte, no se equivocó.
 A medida que pasaban los años, fueron comenzando, sin embargo, los elogios para el político derrotado. Para entonces estaba entregado a la vida familiar. A su hija Marian, su 'ojito derecho' y segunda de cinco vástagos, le fue detectado un cáncer cuando tenía 29 años y estaba embarazada de su segundo hijo. Y Suárez se volcó en su cuidado. A pesar de que pulverizó los pesimistas pronósticos iníciales, moriría en 2004, cuando él ya no recordaba siquiera su nombre. Tres años antes había muerto su esposa Amparo Illana a la que cuidó hasta el final. También sus otras dos hijas, Sonsoles y Laura tuvieron que combatir la misma enfermedad.
 El cáncer de mama le quitó a
Adolfo Suárez lo que más quería: a su mujer y una hija
 Las cuatro mujeres de la vida de Adolfo Suárez padecieron cáncer de mama. Los golpes más duros de su vida: la muerte de su mujer y de su hija mayor. Sonsoles y Laura, operadas, la última el año pasado, superaron la enfermedad.























 Adolfo Suárez se apaga para siempre después de once años sumido en el olvido del alzhéimer
Salido de las entrañas del régimen, el ex presidente
despejó el camino hacia la democracia con más audacia que intelecto
La capilla ardiente se instalará este lunes en el Congreso de los Diputados


Mejor chiste del risitas


"Vamos a por ellos, coño", gritó un mando a los antidisturbios

Lo que pasó el sábado en Madrid es un gravísimo punto de inflexión en la ya intolerable represión del derecho a la protesta y a la manifestación. Disparar pelotas de goma en una plaza con miles de personas, muchas de las cuales son ancianos y niños, se parece demasiado a una declaración de guerra.
Los antidisturbios cargaron violentamente el sábado contra la Marcha por la Dignidad cuando aún no eran las 9 de la noche (hora hasta la que estaba autorizada la manifestación), el coro de la Solfónica cantaba en un escenario abarrotado y la plaza de Colón, el paseo de Recoletos y las calles aledañas estaban llenas de miles de personas, entre ellas numerosos niños y personas mayores. Lanzaron gases lacrimógenos, apalearon con sus porras de metal recubierto, retorcieron brazos con brutalidad, dieron patadas y dispararon sus asquerosas pelotas de goma, que podrían haber dejado tuerto a alguien o matado a uno de esos niños.
La versión oficial asegura que todo empezó porque alguien lanzó objetos a los agentes. Pero los portavoces oficiales no tienen, desde luego, la más mínima autoridad moral para que creamos su versión. Si el Gobierno miente por sistema. Si el Ministerio del Interior miente por sistema. Si han mentido sobre los muertos de Melilla ante todos los medios de comunicación, ante los observadores internacionales y en el mismísimo Congreso de los Diputados, ¿cómo pretenden que creamos que la agresividad de los antidisturbios no fue una provocación preparada con antelación?
No nos creemos la versión oficial porque el hecho de haber dispuesto 1.700 efectivos de la Unidad de Intervención Policial ya era una declaración de intenciones: sabíamos que semejante e innecesario despliegue significaba que iban a cargar. ¿Por qué, si no, tantos antidisturbios para una convocatoria que, según Telemadrid (la misma fuente oficial, a fin de cuentas), solo congregó a 4.000 personas? ¿Por qué se produjeron los enfrentamientos justo a tiempo de enviar imágenes violentas a los telediarios de la noche? ¿Por qué se produjeron a una hora en la que la Marcha no había terminado pero al Ministerio del Interior le daba tiempo de preparar un enlace con fotos y enviarlo a la prensa para su publicación?
No nos creemos la versión oficial porque ya hemos visto otras veces a sus esbirros infiltrados entre los manifestantes para provocar unos enfrentamientos que interesan al Gobierno. El sábado les interesaban especialmente, pues el Gobierno necesitaba desvirtuar con violencia el éxito de la Marcha por la Dignidad, que fue multitudinaria, unida en la diversidad y pacífica. Tenían una poderosa razón para llevar a cabo esas bestiales cargas: si no la lían ellos mismos, las fotos que habrían quedado serían solo las de esa imponente masa de indignados. Ahora tenemos las de los destrozos y las de unos encapuchados que parecen manifestantes violentos pero ayudan a los antidisturbios a esposar a uno en el suelo (mientras, por cierto, le aplastan la cabeza con un escudo policial).
No nos creemos la versión oficial porque, dos días antes, el presidente de la Comunidad de Madrid, ese Ignacio González puesto a dedo a pesar de estar relacionado con diversos delitos y de dedicarse a perseguir periodistas, había comparado el contenido del manifiesto de la Marcha por la Dignidad con el ideario político de los neonazis griegos de Amanecer Dorado y había deseado que el sábado no se produjeran lesiones “para nadie” ni contra “el patrimonio de todos”. Ante tal don visionario y ante un análisis político de tal calado (que ayudó a enriquecer el portavoz de su Gobierno, Salvador Victoria, catalogando las mareas como “izquierda extrema” y diciendo que los sindicalistas andaluces “van a Venezuela en business”), no nos sorprende que los suyos tuvieran previsto reventar, sin más, la fuerza movilizadora de trabajadores, parados, desahuciados y otros cientos de miles de ciudadanos indignados.
No nos creemos la versión oficial porque Cristina Cifuentes ya había advertido en Twitter: “Acampar en Madrid está prohibido fuera de las zonas habilitadas específicamente para ello, y las Fuerzas de Seguridad harán cumplir la ley”. Es decir, tenía a sus huestes aleccionadas para cargar en cuanto hubiera el más mínimo indicio de acampada, como así fue: cuando los antidisturbios arremetieron contra la multitud, se había empezado a levantar un campamento en Recoletos, previsto para permanecer allí hasta el martes, pero unos minutos antes de que empezaran las cargas, decenas de furgones policiales ya se habían acercado a la zona donde se montaban las lonas. Cabe señalar la obviedad de que una acampada, esté o no prohibida, no constituye en sí misma un acto violento. Pero Cifuentes quiere demostrar al PP que tiene la mano suficientemente dura para liderar el Ayuntamiento o la Comunidad de Madrid como su partido considera que hay que hacerlo: a lo tonto, como Botella; a lo mafioso, como González; o a lo bestia, como ella.
No nos creemos la versión oficial porque, aún en el caso de que fueran alborotadores quienes comenzaron los enfrentamientos, los agentes antidisturbios están ahí (les pagamos por ello) precisamente para proteger el curso pacífico de la marcha y la seguridad de los manifestantes, y no, al contrario, para poner en grave peligro su integridad física y su vida. ¿Cómo pretenden que los creamos después de enterarnos de que el hijo del golpista Tejero dirigía una unidad de antidisturbios de la Guardia Civil hasta ser destituido por celebrar en el cuartel el aniversario del 23F? Teniendo en cuenta que esa es la clase de jefes que tienen los distintos grupos de “control de masas”, encaja a la perfección el comportamiento violento de la policía antidisturbios, a quienes el sábado en Colón uno de sus mandos jaleó al tejeril grito de “vamos a por ellos, coño”.
No nos creemos la versión oficial porque es el ministro Fernández Díaz, ese ministro, el de la “ley mordaza”, el de las vallas de Melilla, el de las mentiras sobre los inmigrantes ahogados mientras recibían disparos de pelotas de goma, ese ministro, el que defiende la actuación de los antidisturbios en Madrid y acusa a los manifestantes de atacarlos. ¿Es que piensa que le resta un mínimo de credibilidad?
Lo que pasó el sábado en Madrid es un gravísimo punto de inflexión en la ya intolerable represión del derecho a la protesta y a la manifestación. Es el peligroso estiramiento de la tensión entre una ciudadanía pacífica y un Gobierno de creciente sesgo dictatorial, tensión que no se ha vuelto definitivamente insostenible gracias al aguante, a la resistencia, a la templanza y a la responsabilidad de esta ciudadanía. Pero disparar pelotas de goma en una plaza con miles de personas, muchas de las cuales son ancianos y niños, se parece demasiado a una declaración de guerra. Viene a decir: “Podéis ser más de un millón y ser pacíficos. Nosotros diremos que sois violentos y que no pasáis de 4.000. Pero eso no es todo: vamos a disparar y podemos dar en la cara a vuestros hijos. Así que os lo pensáis antes de volver a la calle. Porque vamos a por vosotros, coño”.
El Diario.es

Un joven pierde un testículo por un pelotazo de goma de la Policía en los disturbios del 22M

Gabriel R.S, durante su ingreso en un hospital Madrid. El herido ha pedido no mostrar su rostro
La violencia posterior a la gran manifestación pacífica de lasMarchas de la Dignidad se saldó con 101 heridos, según datos de Emergencias Madrid. La mayoría fueron policías, pero entre los manifestantes que participaron en los altercados también los hubo. Es el caso de Gabriel R.S., que perdió el testículo izquierdo tras recibir el impacto de una pelota de goma disparada por un agente antidisturbios.
En conversación con eldiario.es, Gabriel relata que todo comenzó con el inicio de las cargas policiales, "que comenzaron cuando no habían finalizado de hablar los que estaban en el escenario", en referencia al acto final de las Marchas de la Dignidad celebrado en Colón.
"No sé quién empezó primero, pero fueron a por nosotros. Entonces comenzamos a defendernos con piedras y lo primero que pillábamos", cuenta el herido, que admite su participación en los altercados entre un grupo de manifestantes y los agentes antidisturbios.
Los enfrentamientos que terminaron tan mal para él continuaron "mientras retrocedíamos de Colón a Cibeles, donde habíamos hecho un par de barricadas y logramos que retrocediesen". Fue entonces cuando, sobre las 21.00 horas, y al ir su grupo al encuentro de los agentes, recibió el pelotazo de goma en los testículos.

Operación de urgencia

Tras el impacto, Gabriel fue atendido por los efectivos sanitarios desplegados en la zona, que le trasladaron posteriormente al Hospital Gregorio Marañón de la capital. Allí fue operado de urgencia por los daños que le causó el pelotazo, y que supusieron que perdiera su testículo izquierdo.
Gabriel, que llegó desde Palencia para participar en la protesta de las Marchas de la Dignidad, está a la espera de recibir el alta y del parte de lesiones sobre las heridas que sufrió durante los choques. Tras esto, su próximo paso será "hablar con los abogados que se ofrecieron voluntarios a ayudarme y que estaban en las protestas", dado que no descarta denunciar a las autoridades por lo que le ha ocurrido.
Preguntado por su participación en los altercados, dentro de los grupos que hicieron frente a los antidisturbios, Gabriel asegura que "lo que hicimos fue defendernos. Eran ellos los que nos estaban atacando, intentado que nos dispersáramos con violencia. Era un acoso y respondimos, porque encima no dejaron ni acabar el acto".